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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Down with the King

    || CRÍTICAS | AMERICANA FILM FEST 2022 | ★★★☆☆
    Down with the King
    Diego Ongaro
    Mercurio retrógrado


    Júlia Gaitano i Mendizábal
    Barcelona | Americana Film Fest |

    Estados Unidos, 2021. Dirección: Diego Ongaro. Guion: Diego Ongaro, Xabi Molia. Producción: Breaker, Inside Voices. Fotografía: Daniel Vecchione. Montaje: Benoit Sauvage. Música: Nathan Halpern. Reparto: Freddie Gibbs, Bob Tarasuk, Jamie Neumann, David Krumholtz, Sharon Washington. Duración: 100 minutos.

    Tras su paso por numerosos festivales internacionales, incluyendo ACID Cannes, la sección paralela más alternativa del reconocido festival francés, Down with the King llega a las salas catalanas de la mano del Festival Americana. No es baladí que el director y guionista Diego Ongaro parafrasee, ya en el propio título, una canción del grupo Run DMC. El conjunto, leyenda del hip hop, es un referente de lo que más adelante se conocería como gangsta rap, género en el que se desenvuelve el curioso intérprete protagonista, Freddie Gibbs. En este callado drama, Gibbs interpreta a un rapero en plena crisis vital, a la búsqueda de nueva inspiración para un álbum que pueda devolver el sentido a su vida. Para hacerlo, decide aislarse de su estilo de vida ajetreado en la gran ciudad, e ir a buscar dicha iluminación en un pequeño pueblo rural de Massachusetts. Allí, habitando una enorme cabaña de inspiración rural pero muy lujosa, intentará cocinar temas a la vez que se hace, poco a poco, a la vida pueblerina. En su nuevo proyecto, el estadounidense mezcla ficción con persona real, como ya hizo en su anterior filme, Bob and the Trees (2015). En esta primera cinta, ganadora en el Festival Karlovy Vary, el cineasta descubrió a Bob Tarasuk, un carismático granjero con una curiosa debilidad por el gangsta rap. En Down with the King, muy acorde con el enfoque del filme, recupera a Bob, que se convertirá en el improbable confidente de Gibbs en su viaje emocional. Ongaro, en ambos casos, se alimenta del encanto natural de sus intérpretes y ese es, sin duda, el punto fuerte de la película que nos ocupa.

    En el otro extremo de la balanza, sin embargo, está el hecho de que parezca que el director no termina de apostar por la singularidad de aquello que tiene entre manos. El rapero brilla con luz propia y, en cambio, es una lástima que, a pesar de darle la mayoría de tiempo y espacio en pantalla, su periplo tiene un punto impersonal. En otras palabras, se narra el viaje interno de un músico para reencontrar una motivación en la vida y en su arte, pero Down with the King podría estar hablando de cualquiera. Apenas vemos la lucha real de Mercury Maxwell aka «Money Merc» (nombre del personaje, esta especie de álter ego del rapero) enfrente del micrófono. En vez de eso, hay un sinfín de secuencias de «hombre ante la naturaleza», à la nuevo romántico que, llegado un punto del filme, dejan de sumar para languidecer por acumulación. Para entendernos, la película ganaría si fuera más Tiny Desk Concert (formato de conciertos intimistas muy popular en YouTube) que simplemente otro drama indie norteamericano. Cuenta con toda la maquinaria formal reglamentaria de este género, desde la cámara en mano pseudo-estática, hasta la propia historia de superación frustrada, pasando por esas miradas silenciosas a la nada… A causa de ello, la propuesta de Ongaro se acaba diluyendo en tantas otras como ella. O, al menos, así sería de no contar con uno de los mejores raperos en activo que, para sorpresa de algunos, también es una fuerza a tener en cuenta como actor. De algunos, como menciono, puesto que en numerosos videoclips se ha insertado dentro de pequeñas ficciones en las que ya podía intuir su potencial interpretativo.

    Más que el argumento en sí, o su progresión dramática, en Down with the King resalta el juego de contrastes que se genera. La figura del rapero, desafiante y bravucona, entra de lleno en un mundo al que no parece pertenecer. Tareas de granjero, como preparar la carne o cortar troncos, pasan a formar parte de su rutina. Juntamente a Bob y otras compañías, incluido un interés romántico ligeramente forzado, genera una pequeña comunidad en la que parece sentirse más cómodo que en el lugar que le corresponde, tras un micro o frente a unos focos. En cambio, compañeros de su otra vida y su desconcertado mánager, intentan hacerle volver a sus viejas formas. Y, entre esas dos aguas, Merc no acaba de encajar en ningún sitio. La película es una espiral constante alrededor de las mismas ideas, esa desubicación, la comodidad truncada, el deseo de crear, la falta de inspiración… Pero no lleva a ningún sitio. Igual como pasaba con sus formas, también argumentalmente cae en trampas de sitios comunes del indie. A pesar de ello, Down with the King cuenta con la particularidad de ser el debut de Gibbs en el cine y, teniendo en cuenta el resultado, eso es un logro que, esperamos, se repita. El aura que acompaña su personaje, especialmente en los instantes que comparte con Bob, la otra estrella evidente del espectáculo, es remarcable. Sea como sea, aunque solamente por su valor como archivo, se trata de una propuesta a tener en cuenta. Quedaría desear que el embalaje que acompaña a dicha joya estuviera a la altura, en vez de amoldarse a un estándar que no aporta demasiado. ⁜


    Down with the King, Diego Ongaro
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