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    Crítica | The Batman

    || CRÍTICAS | ★★★★★
    The Batman
    Matt Reeves
    Yo soy la venganza


    José Martín León
    Madrid |

    Estados Unidos, 2022. Título original: The Batman. Dirección Matt Reeves. Guion: Matt Reeves, Peter Craig. Personajes: Bob Kane, Bill Finger. Productores: Dylan Clark, Matt Reeves. Productoras: Warner Bros., DC Entertainment, 6th & Idaho Productions. Distribuidora: Warner Bros. Fotografía: Greig Fraser. Música: Michael Giacchino. Montaje: William Hoy, Tyler Nelson. Reparto: Robert Pattinson, Zöe Kravitz, Paul Dano, Andy Serkis, Jeffrey Wright, Colin Farrell, Peter Sarsgaard, John Turturro, Barry Keoghan. Duración: 175 minutos.

    Parece que cada nueva película que se estrene sobre Batman, el personaje creado por Bob Kane y Bill Finger para DC Comics, lo hace con el hándicap de tener que ser comparada con la versión ofrecida por Christopher Nolan en su magnífica trilogía protagonizada por Christian Bale. Concretamente, El caballero oscuro (2008), la segunda entrega de la misma, ostenta la fama de ser la mejor aventura que ha tenido como protagonista al hombre murciélago, pero, como en todo, la subjetividad puede hacer que cada tipo de público se decante hacia su Batman favorito. Los nostálgicos y fanáticos del universo gótico de Tim Burton se quedarán con Michael Keaton, mientras que los seguidores de la pirotecnia de Zack Snyder aplaudirán a Ben Affleck. Hay gustos de todos los colores, por lo que, incluso, habrá quien se divierta con las dos entregas dirigidas por Joel Schumacher, con Val Kilmer y George Clooney encarnando al héroe de un Gotham más kitsch y colorista que nunca, casi deudor de la mítica serie televisiva de los 60, a mayor gloria de Adam West. Así las cosas, una vez que Zack Snyder y Ben Affleck han dicho adiós a las películas sobre el personaje después de los numerosos problemas surgidos durante el rodaje de Liga de la justicia (2017), proyecto que acabaría firmando Joss Whedon con resultados (siendo generosos) bastante flojos –suerte que La liga de la justicia de Zack Snyder (2021) vería la luz con su versión de cuatro horas, en HBO, para enmendar el desaguisado, dejando un buen sabor de boca en el aficionado–, Warner vuelve a darle una nueva oportunidad al personaje y ha confiado la dirección del proyecto a Matt Reeves, un director que ha dado sobradas muestras de estar a la altura en empresas de lo más arriesgadas. Él es el hombre que, con 25 millones de dólares, rodó Monstruoso (2008), una espectacular variante de Godzilla, en formato de falso documental que sorprendió por el hiperrealismo de sus efectos especiales. Él consiguió que Déjame entrar (Let Me In) (2010) fuese un excelente remake estadounidense de una de las mejores películas de vampiros de la Historia del Cine, la sueca Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008), a pesar de que perdiera el factor sorpresa. Pero, sobre todo, Reeves tomó el relevo de Rupert Wyatt tras El origen del planeta de los simios (2011), para completar una extraordinaria trilogía con esas formidables El amanecer del planeta de los simios (2014) y La guerra del planeta de los simios (2017), que convirtieron al mono César en uno de los más carismáticos héroes del reciente cine fantástico, dotándole de una mayor complejidad dramática de la que tenía en los filmes clásicos.

    Solo quedaba la difícil tarea de encontrar a un actor a la altura del traje de Batman y ahí entró Robert Pattinson, actor que, a base de excelentes interpretaciones, ha sabido desencasillarse de aquel papel de vampiro juvenil de la saga Crepúsculo que, al mismo tiempo que le dio la popularidad, le hizo diana de severas críticas de crítica y público. El suyo es, posiblemente, el Batman más torturado e introvertido, totalmente alejado de la chulería que le brindó Christian Bale. Aquí Bruce Wayne no presume de millonario ni cambia de compañías femeninas como de camisa, sino que aún arrastra su condición de pobre niño rico tras haber quedado huérfano (por fin nos ahorran el asesinato de sus padres, por todos conocido por todas las versiones anteriores) y lo más cercano que tiene a un pariente es su fiel mayordomo Alfred, a quien Andy Serkis dota de gran calidez. Pattinson entrega una espléndida actuación en su doble rol, aunque esta sea la película en la que menos tiempo vemos a Bruce Wayne, ya que la mayor parte de sus tres horas de metraje está protagonizada por su alter ego Batman. Reeves y su coguionista Peter Craig han construido una película que se esfuerza por desmarcarse de las anteriores versiones, consiguiendo que tenga una identidad propia, que no se parece a nada de lo que habíamos visto hasta ahora. Lo primero que llama la atención de esta The Batman es su apuesta por escapar de las coordenadas del cine de superhéroes para adoptar las formas de una intriga neo noir que bebe tanto de clásicos como Scorsese –a Joker (Todd Phillips, 2019), uno de los claros espejos en los que se pretende mirar, ya le fue muy bien rindiendo homenaje a Taxi Driver (1976) y a El rey de la comedia (1982)– como de un contemporáneo como David Fincher. Efectivamente, hay mucho de Seven (1995) en esta ardua investigación detectivesca que emprenden Batman y el teniente James Gordon (notable Jeffrey Wright), posiblemente el último tipo honrado dentro del Departamento de policía de Gotham City, para dar con un asesino en serie, conocido como Enigma, que está limpiando la ciudad de políticos corruptos. Y es que la emblemática ciudad nunca había sido representada en la gran pantalla de un modo tan sucio y descarnado, con bandas de matones asaltando sus calles cada vez que cae la noche, mientras que fiscales y policías se venden a mafiosos que, en realidad, son quienes mueven los hilos del poder.

    Es aquí donde reside la mayor complejidad de The Batman, en la figura de ese Enigma a quien la brutal actuación de Paul Dano eleva casi a la altura del no menos psicótico Joker de Joaquin Phoenix. ¿Se trata realmente de un villano o es, a su manera, un héroe de métodos poco ortodoxos, hijo de los tiempos oscuros que le han tocado vivir? Al igual que Bruce Wayne, él fue otro niño huérfano, solo que no tuvo una mansión para hacer su dolor más soportable, sino que se crio en orfanatos de mala muerte donde tenía que luchar por la supervivencia desde bien pequeño. Es fascinante la forma en que ese sentimiento de orfandad es capaz de unir a Batman con varios de los personajes principales, a veces funcionando como espejo donde se refleja lo peor de uno mismo (Enigma), otras generando en él un instinto de protección (el hijo del alcalde asesinado). Pero si hay algo que funciona maravillosamente bien en este aspecto, es el vínculo que el héroe crea con otra antigua huérfana, Selina Kyle. Zöe Kravitz, con su físico menudo y una triste mirada capaz de desarmar a cualquiera, ofrece una versión de Catwoman mucho más vulnerable y terrenal que las ofrecidas por Michelle Pfeiffer, Halle Berry o Anne Hathaway. Ella es una chica humilde, que se mueve como una sombra por los bajos fondos de la ciudad, empujada por una necesidad de venganza que, en definitiva, es la que mueve a casi todas las criaturas que pululan por esta Gotham expresionista y espectacularmente fotografiada por Greig Fraser, haciendo de los negros y los rojos los colores predominantes en sus poderosas imágenes. The Batman es el filme más romántico de todos los protagonizados por el Hombre Murciélago y su historia de amor, la de Batman y Catwoman, posee ese halo de fatalismo de las viejas historias de cine negro, aquellas en las que los duros héroes trataban de rescatar a la bella femme fatale de una vida de delincuencia. La química entre Pattinson y Kravitz funciona a las mil maravillas y es en las escenas intimistas que ambos comparten donde de alguna manera, la película encuentra sus momentos más emocionales.

    The Batman, Matt Reeves.
    Gran apertura de franquicia.


    «The Batman es el filme más romántico de todos los protagonizados por el Hombre Murciélago y su historia de amor, la de Batman y Catwoman, posee ese halo de fatalismo de las viejas historias de cine negro, aquellas en las que los duros héroes trataban de rescatar a la bella femme fatale de una vida de delincuencia».


    La película de Reeves se ambienta en el segundo año de Bruce Wayne combatiendo el mal en Gotham bajo su identidad de Batman, por lo que aún se presenta a un joven lleno de dudas, inseguridades y miedos, enfrentado a una serie de personajes desarmados y de lo más turbios. Y es que Enigma, a pesar de ser el plato fuerte de la función, no es el único villano que deja su impronta en la historia. John Turturro y un irreconocible Colin Farrell (extraordinaria caracterización) están geniales, respectivamente, en sus roles del capo Carmine Falcone y de Oswald «Oz» Cobblepot (álter ego de Pingüino), que remiten a aquellos gangsters del cine de Scorsese que tan bien se le daban a Robert De Niro o Joe Pesci. Lejos de ser el típico blockbuster que busca saciar al espectador a través de espectaculares secuencias de efectos especiales, The Batman opta por generar una atmósfera que va envolviendo poco a poco. Su ritmo es sinuoso y las set pieces de acción, que las tiene (la persecución con el Batmóvil, apoteósica; el clímax final en esa Gotham inundada), están inteligentemente dosificadas para lograr que la atención nunca se distraiga de lo que en realidad importa, una compleja historia de corrupción, venganzas y redenciones, protagonizada por personajes muy bien perfilados. La música de Michael Giacchino es un personaje más de la película, consiguiendo un efecto embriagador que potencia esa sensación de estar asistiendo a algo verdaderamente grande. Esta era, sin duda, la aventura de Batman que el cine necesitaba en este momento, oscura, deprimente y muy violenta, sin un ápice de heroísmo forzado. Aquí no hay buenos ni malos, ni blancos ni negros, ya que todos los personajes, héroes y villanos, se mueven en una misma y fina franja gris. Como aliciente extra, destacar que desde sus primeras vistas de una lluviosa Gotham plagada de luces de neón que casi remite a Blade Runner (Ridley Scott, 1982), a esas lentillas que Batman y Catwoman utilizan para poder interactuar durante una operación en terreno enemigo (consiguiendo unos momentos de gran intimidad, por cierto), que parecen invocar el espíritu de Días extraños (Kathryn Bigelow, 1995), hay muchas influencias bien asimiladas en The Batman del mejor cine de ciencia ficción, siempre puestas al servicio de un elegante y enérgico ejercicio de cine negro que sirve para marcar la diferencia dentro del adocenado panorama de las películas de superhéroes, en generar, y para regalar a DC su mejor obra desde la trilogía de Nolan. Una vez más, ha tenido que ser el vigilante de Gotham, que aquí se hace llamar a sí mismo La venganza, quien obre el milagro. ⁜


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