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    Entrevista: Meritxell Colell, directora de Con el viento


    En la pasada edición del Zinemaldia, con motivo de la exhibición de Con el viento en la sección de Made in Spain, tuvimos la ocasión de poder conversar con Meritxell Colell, la realizadora del filme, antes de la última de sus presentaciones. A la joven directora y editora le encanta acudir a las sesiones e interactuar con el público para conocer sus impresiones y generar vínculos más allá de la película. Esta llega ahora a nuestros cines, tras un amplio recorrido por festivales de todo el mundo.


    Texto: Rubén Seca Carol.
    Lugar: Plaza de San Telmo, San Sebastián.

    Rubén Seca – Me gustaría empezar preguntándote realmente dónde nació la semilla de este proyecto, y sobre todo, cómo conseguiste llevarlo adelante.

    Meritxell Colell – Con el viento ha sido un proceso súper largo… En el 2005 murió mi abuelo, me fui a vivir a Buenos Aires casi tres años y volví para hacer Cinema en curs. Al regresar, surgió un doble deseo: por un lado retratar el pueblo de mis abuelos y un modo de vida que sentía que desaparecía con ellos, con toda esta generación que tiene una relación con la tierra y con la casa y una cosmovisión muy diferente a la nuestra. Y, por otro, estaba esa extrañeza de cuando regresas tras haber estado fuera, lo que pasa contigo, con la relación con los otros... Y, entonces, con estos dos impulsos empecé a filmar, a documentar, a conversar. Y escribí un guion. Yo trabajo mucho desde las imágenes, tanto escritas como filmadas o fotografiadas y fue como ordenar todo aquello que estaba allí. A principios del 2014 conocí a Mónica García y fue como, vale, ahora sí que entiendo que tengo que hacer una película. Y a partir de entonces tuvo lugar un cambio que hicimos juntas, se unió Carles que es el productor y costó mucho porque al principio fueron todo negativas hasta que el año 2015 nos cogió L’Atelier de Cannes y esto impulsó a encontrar una coproductora francesa. Carles entonces dijo venga, adelante. Y empezamos. Un equipo de seis, siete personas, en la casa de mis abuelos, todos muy implicados.

    R- ¿La localización fílmica es en casa de tus abuelos?

    M- La que se ve, la exterior, es la casa de mis abuelos, con la huerta y todo esto. Y el interior está dividido en dos casas: una que es la cocina, que es la única cocina grande que hay, que tiene mucha importancia en la película, y la otra es en la casa más antigua del pueblo. Es la única que no se ha tocado.

    R – En esta línea, si bien la película es una ficción, ¿en qué medida has incluido recuerdos personales? Porque imagino que habrás realizado una mezcla…

    M - Sí, se mezcla todo, pero se mezclan las experiencias de todo el equipo de hecho, porque hay mucho personal en recuerdos, como, por ejemplo, cómo le lava la cabeza en la película: es un recuerdo que yo tengo porque de pequeña nos lavaban siempre así la cabeza, o yo se lo lavaba a mi abuela… entonces sí, hay estos momentos que están muy conectados a la memoria y otros momentos que surgen de las emociones vividas de las actrices. Yo siempre digo que es una película que parte de emociones reales. Y esto ha estado un proceso muy bonito, decir, vale, hay algo escrito, está la esencia allí y partimos de lo que ellas también han transitado y que le pueden dar mucha más profundidad para encontrar un punto en común, un lugar donde confluimos las tres; en este caso, Concha, Mónica y yo. Me gusta trabajar que los actores y los personajes tengan mucho en común, que no tengan que actuar excesivamente. Me gusta que lo sientan, y que de alguna manera los traspase.

    R- Entonces, ¿del guion inicial al producto final ha habido una transformación enorme?

    M - Sí, y al mismo tiempo, en esencia, es lo bonito de estos procesos, porque al final está la suerte de encontrar personas que le dan mucha más profundidad a lo que tienes escrito… estas resonancias, estas conexiones, de repente encontrar a alguien que habías imaginado, de alguna manera, y que lo hace todavía más potente, y más complejo, y más bonito, bueno…es lo que tiene el cine, encontrarse con el otro… estos lugares de encuentro.

    R – El resultado se siente como que estamos frente a algo muy íntimo, muy personal.

    M - Sí, y como experiencia es también muy bonito, también jugábamos justamente con esto, con colaborar con actrices que trabajaban por primera vez en el cine, y sí, aunque no sea lo corriente, lo filmamos todo en orden cronológico; fueron doce semanas con lo cual tuvimos el tiempo para generar esta cosa… Mónica siempre lo dice, compartimos tiempo, vida, sentimos el pueblo, no solo íbamos y rodábamos y marchábamos, sino que estábamos, vivíamos allí y esto se respira, igual que se respira la aproximación progresiva porque ellas también se fueron acercando progresivamente.

    R - ¿En qué momento escogisteis rodar de forma cronológica toda la película?

    M - Desde el principio, era una de las bases. Es una película que trata de la atención, y de la incomunicación; es un movimiento de apertura, y, claro, cuando uno rueda por primera vez , -tanto yo como directora como ellas como actrices-, al principio estás muy tensa, y tienes mucho miedo, y estás insegura, hay esta especie de cierre; y entonces era jugar con esto, en cómo las tres partíamos de aquí, y cómo poco a poco se va destensando… que el dispositivo fuera a favor de la narración, para no tenerlo que generar de forma ficticia sino que se fuera produciendo también de forma natural.

    R – ¿Todo el dispositivo de la danza, surgió en el rodaje o estaba ya premeditado?

    M- Lo estaba. La protagonista es una coreógrafa. Todo empezó que yo tenía la idea inicial de hacer un documental, pero entonces, de repente, me di cuenta de que la primera persona… es decir, poner a una familia verdadera… no era algo que me interesara, y cuando el proyecto se convirtió en una ficción fue, cuando pensé que el canal de expresión ideal era la danza, dado que la danza es cuerpo y movimiento, y el cine también. Soy muy fan de la danza, y aquí salió en seguida ese perfil deseado para la película, por lo que empecé a buscar una coreógrafa, y cuando encontré a Mónica, tuvo lugar todo: fue encontrar a alguien con una presencia súper potente, que tiene algo muy de Pina Bausch -tanto físicamente como en la forma de creación-, y la película está de hecho muy pensada desde ese prisma.

    R - ¿Cómo completaste el resto del casting?

    M – Mi forma de hacer “casting” fue en realidad básicamente hablar con la gente. A Concha, por ejemplo, la conocí el verano anterior al rodaje, que empecé a buscar abuelas por la zona e iba hablando con las mujeres, y ella estaba en un “hogar del jubilado” de Aguilar, que es un pueblo más grande, y me contó su vida; después le dije simplemente si podía hacer un cambio de expresión, mirando la cámara, lo hizo y fue como, vale, tiene que ser ella. Y el resto de la gente que aparece es gente del pueblo, algunos familiares, y Elena Martín fue a través de Les amigues de l'Àgata: cuando vi la película y vi a Elena, tuve muy claro al instante que tenía que ser Berta. Y Ana Fernández la tenía pensada desde hace tiempo; si pensaba en alguna actriz con cierta carrera me venía ella. Pero como puedes ver, nunca llegamos a hacer un casting al uso. Lo que se buscó fue afinidad.



    R - ¿Y cómo fue el trabajo con las actrices?

    Lo de Concha, por ejemplo, fue muy bonito, porque al principio era como que no entendía lo que estábamos haciendo. Ella había hecho teatro amateur en “el hogar del jubilado”, representando roles de comedia. Un día, hablando, me dijo: “ah lo que quieres es que sea como la vida misma, ¿no?", y entonces, a partir de ese momento, ella se fue sintiendo mucho más segura y era genial; acababa diciendo: “¿no rodamos una más?”. En general, había algo parecido a pautas, o sea la película siempre se mueve entre la libertad de ellas y mis directrices. Por ejemplo, la escena del juego es libre, era libre, de hecho una cosa que es muy bonita es que a Concha le gusta mucho jugar a las cartas y es muy competitiva y entonces aquí le salía su persona tal cual, e intenté aprovechar esto y hacerlas jugar mucho rato. La pauta que tuvimos en esa escena era que se fueran acercando progresivamente, físicamente, que las sillas cada vez estuvieran más cerca, pero que fuera cuando hubiera algo que las impulsara a acercarse a la otra de forma orgánica, evitando que fuera forzado. Cuando intentas buscar una cierta verdad, tienes que crearla. Recientemente estuve de hecho en el festival de Naomi Kawase, y explicaba que ella también funciona así, es decir, trabaja con escenas muy muy largas, los actores no saben cuándo se empieza a filmar, y en un momento dado el proceso comienza, de este modo no se pierde la conciencia de la cámara, pero sí se logra crear una acción que trasciende a lo que se está filmando.

    R – En lo que respecta a los objetos personales que salen en la película, ¿son recuerdos tuyos?

    M – Sí, esto es también muy bonito porque casi todos son míos; las herramientas del padre son las herramientas de mi abuelo; y el retel y las albarcas, todo esto, era de mis abuelos, la bata que lleva Concha es la de mi abuela… pero, por ejemplo, los jerséis que se ponía Mónica eran los de su padre o Concha también llevaba cosas suyas…. todas llevaban vestuario que era suyo, o sea, combinábamos el suyo y el mío, entre comillas, y entonces, de esta combinación salían cosas con personalidad propia.

    R – Me ha gustado mucho el tratamiento del sonido, ¿cómo fue la posproducción?

    M – Fue un gran contraste, porque el rodaje fue corto y después de postpo tuvimos mucho tiempo. Fueron diez semanas de montaje de sonido y dos semanas de mezclas. Fueron maravillosos todos los que participaron. El trabajo de sonido se centró en recuperar todos los directos que teníamos, también de tomas que no estaban montadas, porque habíamos trabajado bastante el sonido con Ana Pfaff en montaje y fue ir creando desde aquí. Tomamos mucho de los directos pero puliéndolos, limpiándolos, sumando capas. El trabajo de Vero con el sonido directo fue titánico, hizo muy buenas tomas, que ayudaron en el trabajo de crear una narración también sonora. En este proceso me di cuenta de que puedes hacer lo que quieras con el sonido.

    R - Y para el montaje de la imagen, ¿cuánto tiempo tuvisteis?

    M - Fueron diecisiete semanas en total, pero repartidas. Yo ya había visionado todo el material, pero lo volvimos a  revisar con Ana y empezamos a trabajar juntas.

    R - ¿Cómo estás viviendo este circuito de festivales?

    M - Ahora bien, al principio no tanto… Te acostumbras, pero bueno, por un lado es extraño, como algo que tú haces y vives muy pequeño y artesanal y coge unas dimensiones como estas; y por otro es súper bonito compartir con el público, te das cuenta de para qué está hecho el cine, está hecho por y para la gente, no porque tú quieras explicar historias… si no tienes la respuesta del público no tiene sentido.

    R - Es lo que da importancia a la obra de arte, ¿no?

    M - Sí, lo que la hace viva, si no es como si estuviéramos en un museo donde la gente no entra.

    R – He visto que andas ya con un par de nuevos proyectos entre manos, un documental y una segunda ficción…

    M - Sí, bueno, el documental es un documental de por vida, yo creo que no lo acabaremos nunca porque son unas correspondencias…. Son con Lucía Vassallo y se titula Cartas transoceánicas. Nos vamos enviando cosas, pero las dos ahora mismo estamos en muchos proyectos que no nos dejan tener una continuidad, pero bueno, las cartas están allí. Y Dúo, el largometraje de ficción sí que se materializa más rápidamente. De nuevo, es con Mónica, el mismo personaje y la misma actriz, y de hecho, es una continuación después del pueblo. Llega a Argentina, a la gira de dos coreógrafos, ella y su pareja, que llevan 24 años juntos, compartiendo vida y danza. Es un homenaje a Viaggio in Italia, a esta pareja en crisis que recorre un espacio que les devuelve algo que es más grande. Es también una gira real de danza que haremos por los Andes, por la parte argentina y chilena.

    R - ¿Ya tenéis fechas?

    M - Estamos esperando. Tenemos la ayuda de Argentina confirmada, entonces en diciembre sabremos el resto, y aquí decidiremos si vamos el 2019 o el 2020.

    R – Me gustaría cerrar la entrevista con una última pregunta, referente al cine catalán. ¿Cómo ves su situación actual y su futuro?

    M - Yo veo un presente muy interesante, mucho, y lo digo tanto en general, como generacionalmente. Gente de 20 años está haciendo cosas espectaculares, creo que parte de un principio de resistencia que es básico para hacer cosas interesantes, porque cuando estás en una situación de confort no cambias nada, estás dentro del sistema y conformas. No rompes, ni buscas fisuras como las hemos tenido que buscar obligatoriamente, sí o sí, y es contagioso. Yo creo que hay también una sensación de contagio, ver que se pueden hacer películas más ligeras de lo que nos habían dicho- La figura del director no es lo que te dicen ni en las escuelas, ni en ningún lugar. No es un genio creador, es alguien que trabaja en equipo y que construye colectivamente, y es lo que me parece interesante de esta generación, que crea desde la duda, y, en este sentido, crear desde la duda me parece muy positivo para el futuro, que te cuestiones constantemente lo que estás haciendo creo que es algo positivo. Pero más allá de esto, veremos qué pasa, es difícil, pero sí que es muy importante la educación, yo creo mucho en el proyecto de Cinema en curs por esto: entender el cine y el arte en general como creación y pasar por el proceso para experimentarlo y poder valorar porque si no es muy difícil. Es importante que los niños sobre todo vean que hay otras formas de hacer cine. Te das cuenta de que los niños están educados en la imagen, tienen una capacidad de generar y leer imágenes brutal. Son rapidísimos pero al final lo que falta son referentes que les abran nuevos horizontes. Me acuerdo que trabajé con unas chicas de bachillerato artístico y una decía: “bueno, es que a mí no me gustaba el cine porque pensaba que era una cosa muy superficial y de entretenimiento y ahora me he dado cuenta de que el cine es un lugar para pensar y para pensarse”. Y sí, definitivamente es esto.

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