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    Crítica | Fireworks

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    Crítica ★★★ de Fireworks (打ち上げ花火、下から見るか? 横から見るか?, Uchiage hanabi, shita kara miru ka? Yoko kara miru ka?, Akiyuki Shimbô y Nobuyuki Takeuchi, 2017).

    Los viajes en el tiempo son ya casi un subgénero del fantástico o la ciencia ficción, popularizados por cintas familiares como Regreso al futuro (Back to the Future, Robert Zemeckis, 1985) y Atrapado en el tiempo (Groundhog Day, Harold Ramis, 1993), u otras más oscuras como Terminator (The Terminator, James Cameron, 1984) y 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, Stanley Kubrick, 1968). Valgan estos ejemplos archiconocidos para dar fe del gusto que la industria y el público sienten hacia este tipo de historias, las cuales han pasado también al ámbito de la animación, y en lo que nos interesa al del anime. Aunque aquí los supuestos son menos famosos, su insistencia en los últimos años va a exigir pronto su reconocimiento específico, con películas magistrales como La chica que saltaba a través del tiempo (Toki o kakeru shôjo, Mamoru Hosoda, 2006) o Your Name (Kimi no na wa., Makoto Shinkai, 2016). Esta última en particular da una vuelta de tuerca a los saltos temporales para propiciar u obstaculizar, según las circunstancias, el encuentro entre dos jóvenes japoneses, de residencia distante y a priori sin puntos de contacto, destinados pese a todo a enamorarse irremediablemente. Este componente ficticio (o no tanto si atendemos a las teorías de Hawking y otros estudiosos de la relatividad espaciotemporal) se introduce por tanto para acentuar la naturaleza igual de irreal, o hechizada, que puede sentirse en una relación de pareja. En otras palabras, el amor y la ciencia ficción se unen en su trascendencia más allá de la realidad, vinculados por un sentimiento que va más allá de las reglas del ordenamiento o las leyes de la física.

    En esta línea se mueve Fireworks, acreditada como producción de los mismos responsables de la cinta de Shinkai, presumiendo por tanto de una cierta calidad intrínseca a estos relatos animados. Sin embargo hay que adelantar que el difícil y multifacético equilibrio de Your Name se descompensa aquí a favor de la relación íntima, que a su vez se antoja desigualada por su fascinación masculina y objetivación femenina. Ella es una alumna cuyo padre la ha abandonado y su madre se dispone a casarse con otro hombre, lo cual implica trasladarse a otra ciudad y abandonar la apacible escuela de la costa a la que acude. En ella dos compañeros, amigos de toda la vida, rivalizan por su atención, y tras una carrera entre los tres en la piscina, la chica ganadora invita a salir al que queda detrás de ella, en perjuicio del perdedor que resulta ser nuestro protagonista. Sin embargo, lanzando al aire una misteriosa esfera descubierta en el arrecife el chico es capaz de repetir el instante y el día entero para poder acabar con ella… o no. La única explicación del suceso es su supuesta conexión mágica con la forma que tienen los arcoíris, incurriendo los personajes en un insistente debate sobre si son planos o circulares. La profundidad que derivaría de esta reiteración filosófica no es tal cuando no se acompaña de otros asideros narrativos claros, los cuales decaen en una historia más centrada en sus momentos de lirismo que en su conjunto interpretativo (de hecho ni siquiera los propios arcoíris tienen la presencia que cabría esperar). Esta opción puede ser legítima, pero aquí no lo es tanto cuando tales escenas a menudo pecan tanto de cursilería como de sexismo, obstaculizando con ambos problemas el significado mayor que se les pudiera atribuir.

    «La misoginia no siempre se visualiza con planos subjetivos, sino con otros objetivos, exigiéndonos contra natura compartir el enfoque sesgado del malogrado protagonista. Pese a estas objeciones que desbordan el nivel ético para entrar en el estético, Fireworks no está exenta de hallazgos visuales».


    Véanse en este sentido la escena imaginaria en que los dos jóvenes se trasladan a un mundo literalmente compuesto de castillos artificiales y unicornios colorados, o por ejemplo los planos contrapicados o en detalle del cuerpo de las chicas, realzando sus atributos de un modo que se pretende no tan morboso como ingenuo, pero que a estas alturas fatiga bastante. No hay aquí justificación para adoptar esta mirada, que impide que nos podamos sentir plenamente identificados con las vicisitudes de los personajes, ya que una queda degradada en su consideración dentro del metraje y el otro en su consideración por nuestra parte. Esto también se debe a que apenas se destaca del resto de los personajes y de una visión general donde la misoginia no siempre se visualiza con planos subjetivos, sino con otros objetivos, exigiéndonos contra natura compartir el enfoque sesgado del malogrado protagonista. Pese a estas objeciones que desbordan el nivel ético para entrar en el estético, Fireworks no está exenta de hallazgos visuales, por ejemplo desde un momento temprano del metraje donde se establece un paralelismo entre el cristal de un vaso y el iris de un ojo. Esto anticipa la distorsión de la mirada que culmina, siguiendo una estructura simétrica, hacia el final del metraje cuando a los dos personajes principales les rodean unas esferas geométricas al modo de vasos extendidos por los confines del encuadre. La puesta en escena tiene otros elementos atractivos, aunque de nuevo suele basarse en la reiteración y en intentar sortear con planos fragmentados y cambios de ángulo la escasez, por poco investigada, de las localizaciones en las que transcurre la historia. Con todo, los codirectores Shimbô y Takeuchi no dejan que estos elementos heterogéneos priven de toda armonía a su película, cualidad que va consiguiendo a base de acumulaciones esporádicas en lo narrativo y destellantes en lo sensorial. Las mismas al final dotan al conjunto de un cierto aire intrigante y de una satisfacción suficiente, apoyándose en una envolvente banda sonora que nos deja sentados en la butaca durante los incomprensibles títulos de crédito, lo cual demuestra que al fin y al cabo hemos disfrutado más de lo que pudiera parecer durante el visionado. | ★★★ |


    Ignacio Navarro Mejía
    © Revista EAM / Madrid


    Ficha técnica
    Japón, 2017. Título original: 打ち上げ花火、下から見るか? 横から見るか? Dirección: Akiyuki Shimbô y Nobuyuki Takeuchi. Guion: Shunji Iwai y Hitoshi Ône. Productora: SHAFT. Fotografía: Takayuki Aizu y Rei Egami. Montaje: Rie Matsuhara. Música: Satoru Kôsaki. Reparto (voces): Suzu Hirose, Masaki Suda, Mamoru Miyano, Shintarô Asanuma, Toshiyuki Toyonaga, Yûki Kaji, Shin’ichirô Miki, Kana Hanazawa, Takahiro Sakurai. Duración: 90 minutos.


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