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    Crítica | Thor: Ragnarok

    El slapstick llega a Asgard

    Crítica ★★★★ de Thor: Ragnarok (Taika Waititi, Estados Unidos, 2017).

    Señoras y señores, el circo ha llegado al planeta Asgard. Dice el refrán que a la tercera va la vencida, y, después de dos olvidables entregas construidas para presentar en sociedad al dios nórdico, allanando el terreno hasta su desembarco en aquel megaproyecto que sería Los vengadores (Joss Whedon, 2013), ha llegado el señor Taika Waititi para imponer sus propias normas e insuflar nuevos aires a una saga necesitada con urgencia de ellos. Si Kenneth Branagh imprimió su inconfundible toque shakesperiano a Thor (2011), poniendo todo el énfasis en las complicadas relaciones paternofiliales que mantenía Odín con sus hijos Thor y Loki, mucha peor suerte corrió Alan Taylor con la segunda entrega, Thor: El mundo oscuro (2013), tan aburrida y rutinaria que podría considerarse uno de los mayores tropiezos creativos de Marvel hasta la fecha. Así las cosas, en un intento desesperado por levantar esta saga, se ha puesto detrás de las cámaras a Taika Waititi, cineasta neozelandés que sorprendió muy gratamente con aquella hilarante comedia vampírica titulada Lo que hacemos en las sombras (2014), rodada a modo de falso documental. En esta misma línea se movió Waititi en su primer acercamiento a la figura del dios del trueno, el cortometraje Bando Thor (2016), tres disparatados minutos que nos mostraban la vida cotidiana del héroe cuando no se dedica a salvar el mundo, y en los que ya hacía una aparición especial Bruce Banner, el álter ego de Hulk, personaje destinado a tener gran protagonismo en Thor: Ragnarok (2017), esta tercera aventura que nos ocupa, tan diferente en tono a las películas precedentes, ya que, definitivamente, aparca la solemnidad de aquellas para adentrarse en unos terrenos de comedia más cercanos a lo que hemos visto en las dos entregas de Guardianes de la galaxia.

    Y es que este Thor no es el que habíamos conocido hasta ahora. En Los vengadores se había caracterizado por su rostro pétreo y por ser un tipo primario y de pocas palabras, siendo la pieza cómica más débil de un engranaje en el que funcionaban mucho mejor la ironía de Iron Man, la divertida ingenuidad de Capitán América o la fuerza bruta de Hulk. Chris Hemsworth estaba demasiado encorsetado dentro de esa imponente imagen hipermusculada y de rubia melena que, a la hora de la verdad, poco aportaba al equipo más allá de los momentos de estricta acción, por lo que ya pedía a gritos una inyección de energía y carisma que le colocasen, de una vez por todas, en primera línea. Eso es precisamente lo que le han dado Waititi y el guionista Eric Pearson. Desde la primera escena, donde tenemos a Thor prisionero de Surtur, el gigante de fuego, nos percatamos de que nuestro héroe ha adquirido una verborrea incontrolada y una rapidez mental para hilar frases graciosas más propias de Deadpool. Este cómico inicio de viaje pilla totalmente desprevenido al espectador, pero, una vez inmersos en la historia, si se aceptan las nuevas reglas del juego, no queda otro remedio que aplaudir la osadía de sus responsables para entregar un producto anárquico, divertidísimo y alocado de principio a fin. Una suerte de autoparodia que demuestra que los estudios, por una vez, han dejado todo el margen de libertad al director para imponer su excéntrica autoría. Así, Thor: Ragnarok va un paso más allá en ese tema por el que tanto se critica a las adaptaciones de cómic marvelianas: su “abusivo” sentido del humor. Aquí no solo se cuelan chascarrillos ocasionales, sino que todo el relato está pasado por el filtro de la comedia más física, con caídas, golpes o personajes electrocutados por doquier. El slapstick clásico se ha instalado en Marvel para regocijo de sus detractores, que verán en ello una oportunidad de oro para atacar al filme de manera indiscriminada. Pero no queda ahí la cosa. Como espectáculo fantástico, esta obra cumple como la que más. Esa estética ochentera y todo el colorismo que ya adelantaban los tráileres inundan la pantalla en una soap opera intergaláctica que, por momentos, parece querer abrazar la estética kitsch de Flash Gordon (Mike Hodges, 1980) o John Carter (Andrew Stanton, 2012), con la dirección artística y la fotografía de Aguirresarobe brillando a gran altura y una excelente banda sonora donde el Immigrant Song de Led Zeppelin y el uso de los sintetizadores funcionan como perfecto acompañamiento a la acción.

    «Taika Waititi se gradúa con matrícula de honor en su salto a las superproducciones, desbancando a Guardianes de la galaxia Vol. 2 como el blockbuster más divertido, gamberro e imprevisible del año».


    En esta ocasión, se agradece que la mayor parte de la historia se desarrolle fuera de la Tierra, trasladándonos a lugares más exóticos y visualmente atractivos como ese Asgard amenazado por desaparecer por el Ragnarok del título (algo así como su apocalipsis particular), o Saakar, planeta cubierto de desperdicios y gobernado por el Gran Maestro (genial Jeff Goldblum, pasándoselo en grande), un dictador aficionado a ejercer de disc jockey y a montar orgías en sus naves. Es en este escenario donde el filme vive algunos de sus mejores momentos, como el reencuentro entre Thor y Hulk en un circo de gladiadores. Ambos personajes conforman una maravillosa pareja cómica, ya que el gigante verde interpretado por el estupendo Mark Ruffalo también parece contagiado por esa imprevista dosis de locura de su compañero de aventuras. Incluso el otrora amenazante Loki se convierte aquí en blanco de algunos de los más desternillantes gags, brindando a Tom Hiddleston la posibilidad de mostrar su vis cómica, pese a que su personaje continuará moviéndose indistintamente entre el Bien y el Mal. Por su parte, la Valkiria de Tessa Thompson supone toda una celebrada revelación, compaginando su eficacia como guerrera con una desmedida afición por la botella. Thor: Ragnarok cuenta con una galería de secundarios envidiable y todos y cada uno de ellos encuentran su momento de lucimiento, desde el Doctor Extraño de Ben Cumberbatch al fiel Heimdall de Idris Elba, pasando por Skurge de Karl Urban, sin contar una serie de agradecidos cameos que conviene no destripar. Mención aparte para Cate Blanchett como la villana principal de la función, la letal diosa arsgardiana Hela, que, con sus aires de diva, se toma bastante en serio su encarnación del Mal y sale triunfante del reto. El dilatado clímax final en Asgard es apoteósico, combinando con maestría la espectacularidad de la acción y emoción, sin abandonar nunca el humor. En definitiva, Taika Waititi se gradúa con matrícula de honor en su salto a las superproducciones, desbancando a Guardianes de la galaxia Vol. 2 (James Gunn, 2017) como el blockbuster más divertido, gamberro e imprevisible del año. | ★★★★ |


    José Martín León
    © Revista EAM / Madrid


    Ficha técnica
    Estados Unidos. 2017. Título original: Thor: Ragnarok. Director: Taika Waititi. Guion: Eric Pearson (Historia: Craig Kyle, Christopher Yost). Productor: Kevin Feige. Productoras: Marvel Entertainment / Marvel Studios / Walt Disney Pictures. Fotografía: Javier Aguirresarobe. Música: Mark Mothersbaugh. Montaje: Zene Baker, Joel Negron. Diseño de producción: Dan Hennah, Ra Vincent. Reparto: Chris Hemsworth, Tom Hiddleston, Cate Blanchett, Idris Elba, Jeff Goldblum, Tessa Thompson, Karl Urban, Mark Ruffalo, Anthony Hopkins, Benedict Cumberbatch, Ray Stevenson, Sam Neill.


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