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    Crítica | Regreso a casa

    Gui lai

    Olvidar lo inolvidable

    crítica de Regreso a casa (Gui lai / 歸來, Zhang Yimou, China, 2014).

    Una de las características que diferencian a Oriente de Occidente es su relación con la Historia. Es cierto que en ambas partes del mundo ha habido reformas y revoluciones que han provocado una ruptura con el pasado, y en la actual globalización las disparidades se difuminan. Pero si observamos la vida cotidiana en Japón o China advertimos una cierta cronología ancestral, reflejada en el arte o las costumbres, más llamativa que la nuestra o la de nuestros vecinos occidentales. Es mayor el valor que impone la tradición, y por extensión lo es su respeto y su ilustración. En este sentido, en el cine asiático abundan las minuciosas recreaciones históricas, que se remontan a siglos o décadas atrás: tendencia en la que se enmarca entre otros el reconocido Zhang Yimou. Su trilogía extraoficial Hero (Ying xiong, 2002), La casa de las dagas voladoras (Shi mian mai fu, 2004) y La maldición de la flor dorada (Man cheng jin dai huang jin jia, 2006) estaba ambientada en la China feudal y durante la dinastía Tang, mientras que su ópera prima Sorgo rojo (Hong gao liang, 1987) y su penúltima película Las flores de la guerra (Jin ling shi san chai, 2011) volvían la vista hacia los años 30. Ésta además hacía gala de una espectacularidad de medios, tanto artísticos como técnicos, que a todas luces se supera en su próxima cinta, The Great Wall. Ambas compartirían asimismo un protagonismo de estrellato: en aquella Christian Bale, en esta Matt Damon. Entremedias Yimou se ha permitido sin embargo contarnos una historia más íntima y personal, a menor escala, aunque como discutiremos enseguida su alcance sea más amplio de lo que parece.

    Hablamos de Regreso a casa, oportuno título con varias acepciones, empezando con una metalingüística, ya que con ella su director recoge una de las experiencias que marcaron su juventud y la de muchos de sus compatriotas: la Revolución Cultural de Mao Zedong. Yimou llevaba un tiempo planteándose una o varias historias que transcurrieran en esa época, como ya hiciera Amor bajo el espino blanco (Shan zha shu zhi lian, 2010). Y en concreto la que nos ocupa es también un guiño a sus orígenes al reunirse con su musa Gong Li en el papel principal, el de Yu. Empero el verdadero regreso a casa es el de su marido en la ficción, Lu, a cargo del actor Chen Daoming. El mismo es arrestado y encarcelado por su presunta ideología, que no se explicita, lo cual trivializa el motivo de su condena, como fue el caso de incontables víctimas de la citada represión popular. Aunque tras una elipsis la narración se sitúa al fin de la revuelta, con la liberación de los disidentes y su vuelta al hogar, es entonces cuando surge el drama más profundo, y es que tras varios años sin verse y como consecuencia de una peculiar amnesia, su mujer ya no se acuerda de él y no lo identifica como su marido. Éste deberá recurrir pues a una serie de artimañas para convencerla de quién es, con la ayuda de su hija antes afín al partido, con la que él ahora se ha reconciliado, a diferencia de su madre que no le ha perdonado el rechazo anterior que profesó hacia su padre.

    Gui lai

    «Huye de la teatralidad poniendo el acento en los silencios y las miradas, para lo cual el estilo de Yimou y su equipo resulta de hecho bastante occidental, en lo que respecta al montaje rápido, la planificación dinámica o los encuadres cerrados. En este marco la veterana Gong Li puede transmitir toda la desazón de una mujer que lo ha perdido casi todo, en una interpretación que revela la entrega con que esta actriz encara sus roles».


    En esta familia nuclear se reproducen de esta manera los principales enfrentamientos y dilemas que marcaron estos sucesos, ya que a menudo los jóvenes se unían a los Guardias rojos mientras sus padres solían dividirse en lo político y laboral, aunque el partido interviniese para asegurar la cohesión. En especial es significativa la metáfora del olvido, de quien ha sido coartado para seguir adelante sin su pareja, y cuando precisamente pueden vivir juntos de nuevo la situación se invierte, imposibilitando este reencuentro, porque en el fondo la herida es incurable. En otras palabras, al igual que la guerra trastoca la memoria colectiva, también los individuos ven afectados sus recuerdos. Como adelantábamos, este discurso general recorre la trama aunque la misma casi siempre se ciña a los tres personajes antedichos. Así pues, el diálogo entre lo colectivo y lo individual es otro tema por el que se ha interesado expresamente Yimou, constatando que en su sociedad predomina el primer nivel, cuando en el mundo moderno es el segundo el que prevalece. En la evolución histórica debe entonces pasarse de aquel a éste, y esto es lo que en parte refleja Regreso a casa, componiendo de esta manera una mezcla de géneros en la que encontramos una esencia melodramática con toques de crónica, intriga y algo de ciencia ficción.

    Para armonizar este conjunto se traslada a veces la acción a decorados que extienden el sufrimiento de sus artífices a todo el pueblo, como el que sirve de clímax al apuntado prólogo, en el que Lu ha escapado de prisión y se cita con Yu en la estación de tren, un lugar al que acudirá ella varias veces esperando inútilmente su posterior regreso. La imagen de la muchedumbre congregada en torno a las vías del ferrocarril o a la salida del andén da mayor poso al relato, al tiempo que están omnipresentes sus dos o tres principales sujetos. Es más, salvo estas y otras excepciones la mayor parte del metraje transcurre en su modesto piso, donde se conforma toda una pieza de cámara, en la medida en que las secuencias se prolongan a menudo en tiempo real para mostrar con toda su emoción los afligidos intercambios (por sus respectivos traumas y por su falta de comunicación) entre este hombre y esta mujer. Pero se huye de la teatralidad poniendo el acento en los silencios y las miradas, para lo cual el estilo de Yimou y su equipo resulta de hecho bastante occidental, en lo que respecta al montaje rápido, la planificación dinámica o los encuadres cerrados. En este marco la veterana Gong Li puede transmitir toda la desazón de una mujer que lo ha perdido casi todo, en una interpretación que revela la entrega con que esta actriz encara sus roles, aunque en parte por culpa de ello su filmografía se haya vuelto algo escueta en los últimos años. En cualquier caso, el retrato que ofrece de una mujer incomprendida, teniendo en cuenta asimismo los elementos anteriores, guarda bastantes semejanzas con una producción coetánea a la analizada aquí: Phoenix (Christian Petzold, 2014). Ambas en verdad reúnen varias señas y cualidades, hasta el punto de que su visionado conjunto sería muy instructivo y provechoso. Con ello se pone de manifiesto que, pese a las distancias que puedan separar a Europa de China o a otros países y continentes, la tragedia humana que trae consigo un conflicto armado es universal. | ★★★★ |


    Ignacio Navarro Mejía
    © Revista EAM / Madrid


    Ficha técnica
    China, 2014. Título original: Gui lai / 歸來. Dirección: Zhang Yimou. Guion: Zou Jingzhi (basado en la novela de Yan Geling). Productoras: Le Vision Pictures. Fotografía: Zhao Xiaoding. Música: Chen Qigang. Vestuario: Wang Qiuping. Reparto: Gong Li, Chen Daoming, Zhang Huiwen. Duración: 109 minutos. Presentación: Festival de Cannes 2014.

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