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    Crítica | Regresión

    Regresión

    Más oficio que inspiración

    crítica de Regresión (Regression, Alejandro Amenábar, 2015).

    Parece que fue ayer y ya han pasado casi 20 años desde el estreno de Tesis (1996), una de las óperas primas más sorprendentes y aclamadas de la historia del cine español. Con economía de medios pero con el aplomo de un veterano, el debutante Alejandro Amenábar facturó un ejercicio de suspense de pulso narrativo envidiable que arrasó en los Goyas, llevándose 7 estatuillas, y sirvió para que el realizador fuese saludado, a sus 24 años, como el nuevo chico de oro destinado a renovar los aires de nuestra cinematografía. Tras el éxito comercial de su segundo trabajo, la fascinante fábula de ciencia ficción Abre los ojos (1997), Amenábar dio un paso de gigante en su escalada internacional fichando a Nicole Kidman para la cinta de terror Los otros (2001), su mayor triunfo en taquilla con más de 200 millones de dólares recaudados en todo el mundo. Trasladar a la gran pantalla el drama de Ramón Sampedro en la delicada Mar adentro (2004) le hizo merecedor del Óscar a la mejor película de habla no inglesa, logrando, al fin, el reconocimiento unánime hacia una trayectoria que, hasta ese momento, se había mostrado claramente ascendente. Por desgracia, el exceso de confianza y, sobre todo, de ambición, hizo que Amenábar se embarcara en el rodaje de Ágora (2009), una gran superproducción histórica de 70 millones de presupuesto que dividió a la crítica y se estrelló estrepitosamente en taquilla. Desde entonces, seis años ha permanecido el otrora incuestionable genio sin estrenar un nuevo trabajo. Regresión (2015) rompe esa larga espera, llegando avalada por la enorme campaña promocional de la todopoderosa Mediaset y el protagonismo de dos estrellas hollywoodienses como Ethan Hawke y Emma Watson.

    Amenábar vuelve a ese cine de intriga que tan bien había demostrado que se le daba, saldando una curiosa cuenta pendiente que siempre había tenido: la de realizar su particular película de corte satánico en la línea de sus admiradas La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968) o El exorcista (William Friedkin, 1973), pero buscando, para ello, un enfoque novedoso que acerque la temática al género del thriller policíaco. La historia de Regresión, basada en hechos reales, nos traslada a un pueblo de Minnesota en la década de los 90, en plena proliferación de sectas adoradoras del diablo que, supuestamente, organizaban siniestros rituales en los que, incluso, se llegarían a ejecutar sacrificios humanos. El testimonio de Ángela (nombre que parece homenajear a la protagonista de Tesis, quién sabe si como amuleto de buena suerte), una joven que acusa a su padre de realizar con ella actos deshonestos, lleva al detective Bruce Kenner a sumergirse en una turbia investigación que le lleva a descubrir una enmarañada trama de abusos sexuales y misas negras en donde la razón —representada en la persona del Dr. Raines, psiquiatra con quien colabora y que emplea la hipnosis para descifrar las lagunas de memoria que presenta el acusado en su testimonio— va cediendo terreno ante lo sobrenatural en vista de unos acontecimientos tras los que parece ocultarse la misma mano de Satán . La siempre interesante dualidad entre la ciencia y la mística, enfrentadas en la resolución de un misterio que, a la hora de la verdad, y una vez puestas todas sus cartas sobre la mesa, no logra satisfacer todas las expectativas. Es algo patente que Amenábar, al igual que le sucede a otro grande del suspense como M. Night Shyamalan, es mucho más brillante en su faceta de director que en la de guionista, ya que sabe perfectamente dónde tiene que colocar la cámara en cada momento pero, a veces, da la sensación de que su escritura no dota de entidad suficiente a sus personajes y diálogos. En Regresión, a pesar de su sugestivo punto de partida, la historia se pierde en una rutinaria investigación policial que parece beber de títulos mayores como Seven (David Fincher, 1995) —esos ambientes oscuros, potenciados por la lluvia incesante— o la reciente primera temporada de True Detective (Cary Fukunaga, 2014, HBO), dos ejercicios de estilo que han creado escuela a la hora de otorgar la misma importancia a las formas como al fondo.

    Regresión

    «Amenábar, lejos de recurrir al impacto del factor sorpresa de última hora, deja en evidencia demasiado pronto las claves de su misterio».


    Hay cosas positivas en Regresión, desde luego. Pese a que no queda rastro alguno de la antigua inspiración del cineasta santiaguino, sí acierta a entregar un producto de envoltorio más que solvente y rodado gran oficio, algo que lleva a pensar que el maestro se ha limitado, en esta ocasión, a ser un competente artesano. La tenebrosa fotografía de Daniel Aranyó y la inquietante música de Roque Baños contribuyen de manera eficiente a crear cierta atmósfera enrarecida que casa muy bien con las intenciones de retratar la oscuridad de aquella América profunda en donde el fanatismo religioso, unido al bajo extracto social de sus criaturas —que conlleva una pobreza rayana en la indigencia, alcoholismo, familias desestructuradas y falta de estudios—, era capaz de crear auténticos monstruos. Estos ambientes y algunos de los personajes secundarios —en especial esa abuela encarnada por la peculiar Dale Dickey— también colaboran a que, durante buena parte del metraje, el espectador permanezca pegado a la butaca. Sin embargo, Amenábar, que demostró su capacidad para mantenernos engañados hasta los últimos minutos de Abre los ojos o Los otros, lejos de recurrir al impacto del factor sorpresa de última hora, deja en evidencia demasiado pronto las claves de su misterio, siendo el desenlace relativamente fácil de prever si se ha visto suficientes intrigas de este tipo, aun cuando se acumulan personajes y descubrimientos que tratan de emborronar el horizonte. Una obviedad que, lejos ser tomada como una torpeza del Amenábar guionista, deja constancia de que, en realidad, sus auténticas intenciones eran las de dar forma a un tipo de horror que prioriza lo psicológico sobre lo físico y en el que el poder de sugestión sobre la mente humana lleva las riendas del relato por encima de sus ingredientes más macabros.

    Regresión

    «Como ejercicio de intriga es bastante simple, jugando con elementos típicos del género y con el socorrido recurso de los flashbacks y los juegos entre realidad e imaginación para ofrecer algunos momentos espeluznantes en los que Amenábar se olvida de su elegante gusto por la sugerencia para mostrarse más crudo y explícito que nunca».


    Es una lástima que, en contra de esos intentos por no caer en lo banal, la cinta fracase en la estereotipada construcción de sus personajes protagonistas (a pesar de los dignos trabajos de Ethan Hawke y David Thewlis), tan de manual, mil veces vistos y sin suficientes aristas como para resultar interesantes, mientras que sobre la estupenda Emma Watson recae la tarea de defender un rol desdibujado y mal explotado que, aunque es crucial en el devenir de la historia, aparece menos tiempo en pantalla del esperado. Regresión no es una mala película, ni mucho menos, pero tampoco es tan compleja o rica en recovecos como quisiera parecer. En el fondo, como ejercicio de intriga es bastante simple, jugando con elementos típicos (y también atractivos del género) —las teorías conspiratorias, con gente desconocida vigilando silenciosa en cada esquina de las calles, siempre han sido infalibles a la hora de incomodar, desde los tiempos de La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956)— y con el socorrido recurso de los flashbacks y los juegos entre realidad e imaginación para ofrecer algunos momentos espeluznantes (la mayoría de ellos acontecen en el granero del padre de Ángela) en los que Amenábar se olvida de su elegante gusto por la sugerencia para mostrarse más crudo y explícito que nunca. Tal vez se ve al cineasta más cómodo en esta ocasión que entre los decorados de cartón piedra de Ágora pero lo cierto es que con este desangelado retorno a sus orígenes como discípulo de Hitchcock se ha quedado en tierra de nadie y, más que rendir tributo a La semilla del diablo, le ha faltado poco para caer en el adocenamiento de aquellas hijas bastardas que sobre ella surgieron a finales de los 90, si bien es cierto que Regresión juega en otra liga de drama psicológico más generoso en dobles lecturas en el que los apuntes satánicos son poco menos que ornamentales. Que tiene todas las papeletas para hacer una respetable taquilla es algo de lo que no cabe duda, pero seguimos sin recuperar, de momento, a aquel travieso Amenábar de Tesis que era capaz de crispar los nervios utilizando como único recurso unas simples cerillas. | ★★ |


    José Antonio Martín León
    © Revista EAM / Madrid


    Ficha técnica
    España. 2015. Título original: Regression. Director: Alejandro Amenábar. Guión: Alejandro Amenábar. Productores: Alejandro Amenábar, Fernando Bovaira, Christina Piovesan. Productoras: Coproducción España-Canadá; MOD / Himenóptero/ First Generation Films/ Telecinco Cinema. Fotografía: Daniel Aranyó. Música: Roque Baños. Montaje: Carolina Martínez Urbina. Dirección artística: Elinor Rose Galbraith. Reparto: Ethan Hawke, Emma Watson, Aaron Ashmore, Devon Bostick, David Thewlis, Dale Dickey, Aaron Abrams. Adam Butcher.

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