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    Crítica | Espías

    Espías (Spy, Paul Feig, 2015).

    Espía como puedas

    crítica a Espías (Spy, Paul Feig, 2015).

    Parece que al cine de espías le ha salido un bufón imitador. Y lo cierto es que ya no miramos a los súper agentes especiales con el mismo respeto y admiración con los que lo hacíamos A.A.P. (antes de Austin Powers). Paul Feig nos mete de lleno, con su nueva película, Espías, en el entramado procedimental de un comando secreto que, por lo paupérrimo de sus instalaciones y lo excéntrico de sus miembros, no parece emanar el aura misteriosa y “súper cool” con la que identificábamos a la CIA a través de las ficciones cinematográficas clásicas, sino que más bien refleja las pobres condiciones de trabajo en las que se encuentran bastantes empleados cuyo entorno es mucho más parecido al de la delirante “TIA” de Ibañez. El director no sólo aprovecha esta comicidad contextual para denunciar la precariedad laboral, también el machismo vigente en las estructuras jerárquicas empresariales. Feig parece que continúa con su empeño de romper los moldes establecidos en su defensa del feminismo y la representación de la mujer en el cine y en la sociedad moderna. Resulta innegable que el realizador se ha convertido en uno de los estandartes del cine cómico-feminista por medio de productos que antes parecían dedicados exclusivamente a un público masculino. Esto ya quedó claro en su fantástica comedia La boda de mi mejor amiga (Bridesmaids, 2011), en la que se mostraban las aventuras pre-matrimoniales de un grupo de amigas, y posteriormente en Cuerpos especiales (The Heat, 2013), donde se adentraba en la comedia de acción —no romántica—, cuyos personajes no quedaban relegados desde el comienzo al rol de damiselas en apuros deseando ser rescatadas por el gran héroe. Parece pues evidente que la próxima y esperadísima entrega de la mítica saga Los cazafantasmas —siguiente proyecto de Feig—, presentará originalidad a raudales en cuanto a la acción anti-ectoplasma y, sobre todo, un punto de vista muy femenino.

    Con las mismas premisas que sustentan a la comedia slapstick, Espías comienza presentando a su protagonista: Susan Cooper, cuya principal función dentro de la CIA es la de asistir remotamente desde una oficina, atestada de ratas y alimañas varias, a su compañero, la estrella del equipo y superespía: Bradley Fine, por quien siente una fuerte atracción. La mujer parece hipnotizada por los aires de galán moderno de Fine, pero éste sólo responderá a sus insinuaciones con arrogantes flirteos, que siempre terminan chocando con la fría y decepcionante realidad. Por medio de satélites y radares, la agente es capaz de alertar a su compañero de cualquier amenaza que pueda aparecer, ofreciendo una enorme ventaja —o viles artimañas que atentan contra la pureza del legendario oficio de espionaje (dependiendo de lo quisquillosos que seamos)— frente a sus enemigos. Y mientras ella hace el trabajo sucio, su protegido en el campo de batalla disfruta de todas las comodidades que la empresa puede ofrecerle —a cambio, claro está, de arriesgar su vida—, como placenteros hoteles de lujo, ropa a medida o los gadgets más asombrosos e innovadores. Un desgraciado giro de los acontecimientos obligará a Susan a trocar su segura posición como agente de oficina para involucrarse de lleno en la acción a pie de campo, y enfrentarse a la malvada Rayna Boyanov, única conocedora de la localización de una potente arma nuclear.

    Espías (Spy, Paul Feig, 2015).

    «Pese a algún que otro vacío argumental que terminará sin respuesta, la rapidez dialéctica y explícita de las escenas consigue ser lo suficientemente ingeniosa y original como para que no quedemos en fuera de juego ni un minuto de las dos horas de metraje».


    Con este diabólico personaje, el director pone de manifiesto un enfoque absolutamente feminista al otorgar al personaje maligno femenino el más alto puesto del escalafón en la estructura jerárquica del mal. Al contrario de lo que habíamos visto en otras mujeres de similares perversidades, en las que su posición de femme fatale se mostraba como una asociación con un hombre más poderoso que ella, en esta ocasión “la mala de la película” tiene todo el control sobre el sindicato del crimen, al igual que la líder del bando de los buenos resultará ser la propia protagonista, originando un duelo de titánides en el que la representación masculina es meramente anecdótica pero cumple el objetivo de denunciar su incompetencia. De este modo aparece Rick Ford, un espía bocazas y fanfarrón que, incapaz de aceptar que una mujer pueda realizar su trabajo, se dedica a seguir a Cooper por donde quiera que vaya. El actor Jason Statham, uno de los mayores clichés del género de acción, representa una parodia de sí mismo para trenzar una de las actuaciones más convincentes y simpáticas de su carrera. Su torpeza y su bravuconería pondrán a la protagonista en los más absurdos aprietos, apareciendo en el peor momento y con el chascarrillo más inapropiado. Gracias a ello, la película logra no sostenerse únicamente (como la mayoría de sus competidoras dramáticas) en las escenas de acción que, por otro lado, han sido rodadas de manera muy acertada y con un ritmo e intensidad asombrosos, sino que el desarrollo de cada personaje influye en la completa concepción y asimilación del hilarante mensaje sarcástico. Esas escenas de acción, en ocasiones, son llevadas hasta un extremo de violencia fuera de lo normal en este género, como también ocurría con la reciente Kingsman: Servicio secreto (Kingsman. The Secret Service, 2014), lo que consigue que el público se vea obligado a tomar la cinta más en serio que si se tratara de una simple parodia. Para ello, pese a algún que otro vacío argumental que terminará sin respuesta, la rapidez dialéctica y explícita de las escenas consigue ser lo suficientemente ingeniosa y original como para que no quedemos en fuera de juego ni un minuto de las dos horas de metraje. Y esa es la baza principal de Espías, su frescura narrativa y la sugerencia e intencionalidad de un mensaje que viene transmitido por unos personajes tan entrañables como Melissa McCarthy, convertida ya en todo un icono post-feminista y en la musa del presente director. | |

    Alberto Sáez Villarino
    © Revista EAM / Dublín (Irlanda)


    Ficha técnica
    Estados Unidos. 2015. Título original: Spy. Director: Paul Feig. Guion: Paul Feig. Fotografía: Robert D. Yeoman. Música: Theodore Shapiro. Duración: 120 minutos. Productora: Feigco Entertainment / Twentieth Century Fox. Montaje: Mellissa Bretherton, Brent White. Decorado: Kelly Berry. Diseño de vestuario: Christine Bieselin Clark. Intérpretes: Melissa McCarthy, Jason Statham, Rose Byrne, Jude Law, Morena Baccarin, Bobby Cannavale, Allison Janney, Nia Long, 50 Cent, Peter Serafinowicz, Will Yun Lee, Zach Woods, Alicia Vela-Bailey, Jessica Chaffin, Miranda Hart, Carlos Ponce. Presentación oficial: South by Southwest Film Festival 2015

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