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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Una nueva amiga

    Une nouvelle amie

    Identidades sexuales indefinidas

    crítica de Una nueva amiga (Une nouvelle amie, François Ozon, 2014)

    El cine de François Ozon, como el del maestro alemás Rainer Warner Fassbinder, siempre se ha caracterizado por la libertad de sus historias y la ambigüedad moral y sexual de sus personajes, así como las complicadas relaciones que entre ellos se establecen. Pese a que estas constantes se repiten película tras película, lo cierto es que el realizador francés parece continuamente esforzado en sorprender con cada nuevo proyecto. Sus últimos trabajos, la magistral En la casa (2012) —la enfermiza fascinación de un maduro profesor de literatura por (¿solo?) el talento para escribir de un retorcido alumno adolescente— y Joven y bonita —suerte de Belle de jour en clave adolescente sobre el descubrimiento sexual de una chica de 17 años— tuvieron una gran acogida, dejando el listón bastante alto para su siguiente cinta. Una nueva amiga (Une nouvelle amie, 2014) adapta libremente un relato de diez páginas de Ruth Rendell, dejando un poco de lado sus tintes de thriller hitchcockiano para adoptar la forma de una tragicomedia de tono mucho más desenfadado y accesible de lo que Ozon nos tiene acostumbrados pero que, bajo su frívola fachada, vuelve a explorar los temas recurrentes que siempre le han preocupado.

    Una nueva amiga procura no caer en los tópicos y lugares comunes de comedias anteriores que han tocado el tema del travestismo —podría haberse convertido con facilidad en una nueva variante de la divertidísima Vicios pequeños (Edouard Molinaro, 1978), pero la intención es otra bien distinta—, optando por darle más margen a la parte emocional y psicológica de las circunstancias y eludiendo la figura del hombre que se viste de mujer como manera de exteriorizar una homosexualidad latente. En su lugar, el viudo al que da vida el genial Romain Duris —nominado al César al mejor actor por la milimétrica precisión con la que rebosa feminidad en cada mirada, tic o movimiento en una actuación muy auténtica, nada impostada—, comienza utilizando la ropa de su esposa fallecida como una manera de mantener vivo su recuerdo y así suplir la figura maternal ante el bebé del que ha quedado a cargo en soledad. El descubrimiento de este secreto por parte de la mejor amiga de la difunta —maravillosa Anaïs Demoustier, auténtica protagonista de la historia—, la cual termina convirtiéndose en su cómplice y mayor apoyo ante este autodescubrimiento de su lado femenino, es la base sobre la que Ozon construye un guión en el que algunas de las cuestiones más trascendentales que plantea, a la hora de la verdad, subyacen, casi imperceptibles, bajo su previsible batiburrillo de confusiones sexuales y amorosas. En el filme, tanto en la trama real como en ciertos momentos de ensoñación o fantasía, hay cabida para todo tipo de maneras de amarse, desde heterosexuales a homosexuales, con generosas dosis de erotismo y desnudez de sus actores, sirviendo el personaje travestido como detonante para que su amiga comience a dar rienda suelta a fantasías ocultas y a una creciente curiosidad por romper con la rutina de su matrimonio y probar nuevas sensaciones.

    Une nouvelle amie

    «La excelente química lograda por los fenomenales Romain Duris y Anaïs Demoustier ya justifica, por sí sola, su visionado. El problema está cuando comparamos esta última cinta de Ozon con su filmografía anterior y debemos rendirnos a la evidencia de que, en esta ocasión, el maestro de la sutileza no lo ha sido tanto...»


    Habrá quien compare a la ligera este trabajo de Ozon con el cine de Pedro Almodóvar, pero las coincidencias comienzan y terminan en la dualidad que comparte el personaje de Duris (David de cara a la galería y Virginia en petit comité con Claire) con los de Toni Cantó en la oscarizada Todo sobre mi madre (1999) o Miguel Bosé en Tacones lejanos (1991), y en alguna escena que parece "homenajear" a Hable con ella (2002). A diferencia de los filmes del manchego, Una nueva amiga se centra, básicamente, en la relación que se establece entre la pareja protagonista, con el único apoyo (bastante desaprovechado, todo hay que decirlo, pese a la correcta actuación de Raphaël Personnaz) del personaje de Gilles, el marido de Claire. No existe una galería de personajes secundarios que enriquezca la trama y, por lo tanto, la cinta comienza a mostrar ciertos síntomas de agotamiento de su fórmula hacia mitad de metraje, del mismo que en ningún momento termina de arrancar como comedia ni a conmover desde su vertiente más dramática. Se agradece, eso sí, el mensaje de tolerancia hacia la diferencia, derribando etiquetas sobre lo que debe ser considerado femenino o masculino, así como la sinceridad con la que se intenta reivindicar nuevos modelos de familia que se salen de lo tradicional, dotándolos de una necesaria normalidad, aunque toda esa carga de buenas intenciones no va acompañada en esta ocasión de un guión suficientemente sólido.

    Una nueva amiga comienza con unos trasnochados flashbacks que muestran la evolución de la amistad entre Claire y Laura desde que son niñas hasta el fallecimiento de ésta última y la promesa que le su amiga le hace en el lecho de muerte. El tono melodramático —acentuado por la música de Philippe Rombi— de los primeros minutos se relajan, por fortuna, desde el momento en que Claire descubre la identidad oculta de David, pero Ozon no consigue conjugar demasiado bien los pasajes más frívolos y pretendidamente divertidos del relato —esas salidas entre "amigas" de compras o de marcha en una discoteca de ambiente gay— con los más conflictivos y tormentosos que conciernen a los primeros prejuicios que siente el personaje de Claire y su paulatina apertura de mentalidad. El triángulo amoroso tampoco está bien explotado —sobre todo por la antes citada poca entidad del tercero en discordia, más un simple observador de la partida que pieza activa de la misma—, así como algunos comportamientos de sus personajes que, aun dentro de su asimilada vacilación, parecen jugar al despiste continuamente con el espectador hasta llevarlo a un desenlace tan precipitado como poco probable. ¿Quiere decir que es Una nueva amiga una mala película? En absoluto. La excelente química lograda por los fenomenales Romain Duris y Anaïs Demoustier ya justifica, por sí sola, su visionado. El problema está cuando comparamos esta última cinta de Ozon con su filmografía anterior y debemos rendirnos a la evidencia de que, en esta ocasión, el maestro de la sutileza no lo ha sido tanto y que hasta los más grandes autores necesitan relajarse de vez en cuando para ofrecer trabajos menores como éste entre joya y joya. | |

    José Antonio Martín
    Redacción Las Palmas de Gran Canaria


    Ficha técnica

    Francia. 2014. Título original: Une nouvelle amie. Director: François Ozon. Guión: François Ozon (Relato: Ruth Rendell). Productores: Eric Altmayer, Nicolas Altmayer. Productoras: Mandarin Films / FOZ. Fotografía: Pascal Marti. Música: Philippe Rombi. Montaje: Laure Gardette. Dirección artística: Pascal Leguellec. Reparto: Romain Duris, Anaïs Demoustier, Raphaël Personnaz, Isild Le Besco, Aurore Clément, Jean-Claude Bolle-Reddat.




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