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    Crítica en Serie | The Strain (Temporada 1)

    The Strain (Temporada 1)

    Una buena película de vampiros

    crítica a The Strain (2014-) | Temporada 1 | ★★★ |

    FX | 1ª temporada: 13 capítulos | EE.UU, 2014. Creadores: Guillermo del Toro & Chuck Hogan, basados en sus propias novelas. Directores: Guillermo del Toro, David Semel, Keith Gordon, Peter Weller, Charlotte Sieling, Guy Ferland, John Dahl, Deran Sarafian, Phil Abraham. Guionistas: Guillermo del Toro, Chuck Hogan, Carlton Cuse, David Weddle, Bradley Thompson, Regina Corrado, Gennifer Hutchison, Carlton Cuse, Justin Britt-Gibson. Reparto: Corey Stoll, David Bradley, Mia Maestro, Richard Sammel, Kevin Durand, Ben Hyland, Natalie Brown, Jonathan Hyde, Miguel Gomez, Sean Astin, Jack Kesy, Roger R. Cross, Robert Maillet, Robin Atkin Downes, Ruta Gedmintas, Anne Betancourt. Fotografía: Checco Varese, Gabrier Beristain, Miroslaw Baszak, Colin Hoult. Música: Ramin Djawadi.

    En una época en la que la figura del vampiro se ha dulcificado, humanizado y sobre todo revestido de un aura romántica, la pertinencia de una serie como The Strain es absoluta. No solo porque se está sumando a la estela de ficción vampírica sino porque regresa a las raíces del vampiro como ser abominable, amoral y movido solo por su sed de sangre. Adaptación de una trilogía de novelas (2009, 2010, 2011) escritas por Guillermo del Toro y Chuck Hogan, The Strain traslada a la televisión en esta temporada la novela Nocturna (2009), que cuenta las primeras semanas de una infección vírica/sobrenatural. Del Toro y Hogan unen sus fuerzas el gran Carlton Cuse, aquí showrunner, y han encontrado en FX un lugar ideal para el estreno de su serie, una de las sorpresas más gratificantes de la programación veraniega, y casi un cruel juego de comparación al emitirse en varias semanas junto a la terrible última temporada de True blood (2008-2014). Con una segunda temporada confirmada y un sólido plan de repatir los libros en un máximo de cinco entregas, la creación del trío de guionistas ha cumplido la manida máxima de que el mejor cine se hace en televisión. En este caso, su subvariante vampírica. El valor de producción y el acabado formal de la propuesta (que del Toro revisa personalmente en posproducción) transmiten la sensación de estar viendo una película en varias partes.

    La temporada se presenta con un potente piloto de 70 minutos que dirige el cineasta mexicano y es capaz de conjurar desde un comienzo la seriedad de la amenaza. Durante buena parte de la temporada existe un alto nivel de calidad, saltando con limpieza de subtrama a subtrama y explicando con inteligencia la expansión del virus. Con un control absoluto de lo contado, resultado de una planificación rigurosa (la temporada entera estaba escrita antes de empezar a rodar la serie), los guionistas pueden dar vida a los arquetipos que son los personajes y dejar que los destacables intérpretes humanicen sus dramas. El centro de la acción es un grupo de personajes encabezado por el epidemiólogo Ephraim Goodweather, en plena crisis matrimonial pero con un hijo fiel. Un claro ejemplo del hombre de ciencia que tendrá que aprender a tener fe. En igual proporción de importancia está el icónico en potencia Abraham Setrakian, cazador de strigoi que tiene la clave del misterio y una razón muy personal para querer detener al Maestro. Como el gran secuaz de ese Maestro está el carismático Thomas Eichorst, uno de esos villanos irresistibles por su aplastante seguridad en sí mismo. Similar en carisma es Vasily Fet, exterminador de ratas de origen ucraniano que pone el humor y la brutalidad a la combinación. La cuota femenina de la serie la componen Nora, hija sufridora y amante confusa que se hará más fuerte conforme avancen los capítulos; Kelly Goodweather, ex-mujer de Eph y una muy interesante pieza en el juego de la serie y Dutch Velders, pirata antisistema que acabará ayudando a nuestros protagonistas por una mezcla de culpa e instinto de supervivencia.

    The Strain (Temporada 1)

    Hay más personajes en ese núcleo protagonista, pero están usados de forma tan dispersa (quizá por razones presupuestarias, quizá para dilatar el avance de sus tramas) que uno acaba preguntándose porqué Jack Kesy (que da vida al cantante gótico Bolivar) está en los créditos como regular. Este problema se une al otro inconveniente de los episodios, y es que llegamos a un punto clave —Creatures of the night (1.8)—, el resto de la temporada parece estancarse, perder parte de su atractivo e incluso hacer que el espectador deseara un recorte en la orden de capítulos. Los responsables quieren que la temporada culmine en X punto, y fuerzan las cosas para que esto pase, cuando la primera parte de la temporada fluía de tal forma que uno nunca veía las costuras del guión. Hogan, Cuse y del Toro dosificaron muy bien los primeros contagios y expansión del virus, sin ahorrarse efectivos gustos y toneladas de sangre y viscosidad. El foco iba desde los infectados en distintos grados hasta nuestros héroes, pasando por los malos y sus ayudantes humanos. Hay mucho de la extraordinaria Cronos (1993) y la entretenida Blade II (2002) en The Strain, tanto en la fisicidad de los monstruos como en los eternos temas del cineasta mexicano: el folklore, los males más antiguos que la vida humana, la inmortalidad como bendición y castigo, e incluso la fortaleza de los niños.

    El alcoholismo de Eph (rasgo que enturbia su aura de héroe) no entra en el juego hasta el último momento, así que nada de moralidad confusa. Los buenos son muy buenos y los malos solo quieren extender su reino de la destrucción. Como punto a favor de los responsables, eso sí, hay que destacar la falta de piedad en su mirada a la hora de infecta o matar personajes. Sin desvelar algunas de las sorprendentes bajas o conversiones, solo cabe decir que sirven para mostrar la inclemencia del virus y endurecer a nuestros salvadores. La temporada avanza con una dinámica clásica de “héroes con una misión más grande que ellos”, y no se desvía mucho de un programa algo previsible. Hay flashbacks que revelan enemistades antiguas y se atreven a apuntar que Auschwitz fue incluso peor de lo que sabemos. Hay sucesos traumáticos que cambian el carácter. Hay una fuerza opositora externa al núcleo de Setrakian que unde sus raíces en los orígenes del Maestro. Y ante todo hay una propuesta abiertamente entrenida, capaz de inquietar, sorprender y divertir sin que nada parezca un requisito para hacer una serie accesible. Con un desenlace algo anticlimático, la serie cierra la temporada con una imagen perdurable y la promesa de una batalla pospuesta para salvar a la humanidad. Adiós Manhattan. | ★★ |

    Adrián González Viña
    redacción Sevilla


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