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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Bienvenidos al fin del mundo

    Bienvenidos al fin del mundo

    Gary King de los humanos

    crítica de Bienvenidos al fin del mundo | The World’s End, de Edgar Wright, 2013

    1999 fue el año en que el director Edgar Wright y los actores Simon Pegg (también co-guionista) y Nick Frost unieron por primera vez sus talentos en Spaced, una modesta sitcom que constó únicamente de 14 episodios de menos de media hora de duración. Un recorrido en antena breve pero suficiente para convertirse en objeto de culto para los seguidores del humor más friki e irónico. Los miles de fans de las peripecias del dibujante de cómics Tim y su compañera de piso Daisy se quedaron con la miel en los labios, esperando que la serie tuviese más continuidad, algo que jamás sucedería (incluso se truncó la posibilidad de un remake americano para Fox). Sin embargo, en 2004, los responsables de aquel éxito volvieron a reunirse para su primera colaboración para el cine, la divertidísima Zombies Party, parodia de las películas de muertos vivientes cuyo estupendo funcionamiento propició la repetición de la fórmula en Arma fatal (2007), en donde los dardos cómicos fueron dirigidos hacia las buddy movies policiacas tipo Arma letal. Tras unos años de separación en los que Wright dirigió la notable Scott Pilgrim contra el mundo (2010) mientras que Pegg y Frost volvieron a ser pareja protagonista en la menos inspirada Paul (2011) –donde quedaron eclipsados por un irreverente alienígena digital–, la pandilla nos ofrece con Bienvenidos al fin del mundo (2013) el prometido (y esperadísimo) capítulo final de su trilogía.

    De nuevo, Wright y Pegg en la escritura del guión vuelven a incidir en los mismos temas y lugares comunes de sus dos anteriores trabajos. Treintañeros para los que el reloj biológico parece haberse detenido en la adolescencia, “exaltando su amistad entre cervezas” en distintos pubs que son como una segunda casa para ellos, vuelven a ser los protagonistas de esta nueva historia. La principal diferencia estriba en que el número de camaradas se extiende aquí a tres integrantes más –a los habituales Simon Pegg y Nick Frost se unen Paddy Considine, Martin Freeman y Eddie Marsan–. Ellos dan vida a un grupo de amigos desde la infancia que se vuelve a reunir 20 años después de su última juerga para completar el reto inacabado de un maratón alcohólico por todos los bares de su pueblo natal, nada más y nada menos que doce establecimientos que conforman lo que ellos denominan la “Milla Dorada” y que tendría como última parada el “Fin del Mundo”. Una noche en la que Andy, Oliver, Steven y Peter aparcarán sus estables vidas, con familias perfectas y prósperos trabajos, para dejarse llevar por el calamitoso Gary King (Pegg, cómo no), el único personaje del grupo que no ha logrado sentar la cabeza, desperdiciando sus días en el alcohol. Las cosas no saldrán precisamente como los amigos esperan, ya que nada más llegar al primer local, comienzan a notar un extraño comportamiento en sus antiguos vecinos, que parecen despojados de cualquier atisbo de emoción humana. Poco podrían imaginar que se esa noche se enfrentarían a una auténtica invasión alienígena, donde seres de otra galaxia han sustituidos a los humanos del pueblo por robots y ese es únicamente el primer paso de un plan para dominar todo el planeta.

    Bienvenidos al fin del mundo

    Pese a que Zombies Party y Arma fatal habían dejado el listón bien alto, gracias a su habilidad para combinar sabiamente numerosos géneros sin perder un ápice de efectividad cómica, Bienvenidos al fin del mundo supone un auténtico broche de oro a la trilogía, que no desmerece en absoluto a sus ilustres predecesoras. Es más, Wright y Pegg han comprendido que ya es hora de madurar y toda su película (con el personaje de Gary King como ejemplo principal) es una reflexión sobre lo difícil que es hacerse adulto, dejar atrás la vida ociosa y adquirir responsabilidades o retos, aun cuando la nostalgia te hace idealizar los años de juventud. Y es que bajo su fachada de comedia gamberra y alocada, Bienvenidos al fin del mundo esconde una doble lectura mucho más amarga de lo que puede parecer a primera vista y una mayor profundidad dramática (aunque parezca broma) mayor que la de sus antecesoras. La parodia del cine de ciencia ficción clásico, con referentes como La invasión de los ladrones de cuerpos (1956), El pueblo de los malditos (1960) y, sobre todo, la menos conocida Las esposas de Stepford (1975), es únicamente la anécdota que sirve como excusa para mostrarnos la evolución de sus cinco personajes protagonistas (a los que cabría añadir a Rosamund Pike como interés amoroso de dos de ellos).

    Y es que, a fin de cuentas, bajo sus hordas de zombis, asesinos psicópatas o robots suplantadores de cuerpos, Wright y Pegg siempre nos han hablado de lo mismo: el incalculable valor de la amistad y la camaradería, aun cuando esos amigos sean los seres más imperfectos del mundo. Bienvenidos al fin del mundo es una máquina infalible de hacer reír, con un ritmo absolutamente trepidante y cuyo contexto fantástico posibilita una mayor cantidad de acción. En este aspecto, las escenas de pelea contra los letales robots están rodadas con gran brillantez técnica, al igual que resulta sumamente atractivo el aire apocalíptico de su original tramo final, donde sus notables efectos especiales delatan un presupuesto más generoso que en otras ocasiones. No en vano, estamos ante la obra más ambiciosa hasta la fecha de sus creadores que, lejos de mostrar síntomas de agotamiento de su fórmula, han sabido evolucionar hacia terrenos más adultos e imprevisibles. El resultado: una de las comedias más apoteósicas, divertidas y redondas de 2013, año en el que otro divertimento apocalíptico como Juerga hasta el fin también consiguió arrancar su buena ración de carcajadas. ★★★

    José Antonio Martín
    redacción Canarias.

    Reino Unido. 2013. Título original: The World's End. Director: Edgar Wright. Guión: Edgar Wright, Simon Pegg. Productora: Working Title / Universal Pictures. Presupuesto: 20.000.000 dólares. Recaudación: 46.074.336 dólares. Fotografía: Bill Pope. Música: Steven Price. Montaje: Paul Machliss. Intérpretes: Simon Pegg, Nick Frost, Paddy Considine, Martin Freeman, Eddie Marsan, Rosamund Pike, Pierce Brosnan, Michael Smiley, David Bradley.

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