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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Futbolín

    Futbolín, de Juan José Campanella

    ARRANCANDO A TOPE Y LUEGO ESPECULANDO CON EL RESULTADO

    crítica de Futbolín | Metegol, Juan José Campanella, 2013

    Es la primera vez que el festival de San Sebastián se inaugura oficialmente con una película de animación, circunstancia que habría sorprendido mucho más hace unos años, pero que últimamente, con la diversificación del cine y de sus géneros y, por qué no añadirlo, con la importancia creciente del merchandising, no es tan extraño. Recordemos por ejemplo que Up (Pete Docter, 2009) ocupó la misma plaza en aquel festival de Cannes, mientras que este mismo año otra cinta animada, The Wind Rises (Hayao Miyazaki, 2013), ha competido en la Mostra de Venecia. A estos dos títulos ejemplificativos se puede unir pues el de Futbolín (Metegol, 2013), la cual no tiene nada que envidiarle a nivel de producción a aquellos, por mucho que éstos provengan respectivamente de los dos estudios con mayor reconocimiento en el medio. El acercamiento se produce sobre todo con el cine de Pixar, y como acabamos de decir el intento técnicamente se ha saldado con éxito, pero lo ha hecho a costa de renunciar a cualidades más propias. En otras palabras, estamos ante una aventurada incursión de un cineasta tan querido y consagrado como Campanella en la animación en 3D, y el resultado es meritorio pero bastante impersonal, algo decepcionante teniendo en cuenta la premisa de la que parte.

    En efecto, el propio título adelanta que la historia se centra en el mundo del futbolín, esa adictiva simulación a la que casi todos hemos sucumbido alguna vez de pequeños, esa caja de metal y madera en la que se han podido gastar muchos duros y varias horas jugando a ser Dios. Un Dios al mando de once muñecos inexpresivos con un único objetivo entre ceja y ceja: el de enchufar el balón a la escuadra. El fútbol mueve pasiones y algunos incluso le encuentran elementos divinos, pero es en su caricaturesca miniatura donde éstos quedan más patentes. Sin embargo, como ha dicho por lo demás el propio Campanella en la conferencia de prensa posterior al pase, este juego y este deporte le han servido simplemente de excusa para tratar temas más amplios como los de superación y amistad. Él además ha negado ser muy futbolero, pese a existir otro antecedente en su filmografía que nos podría indicar lo contrario, como es ese memorable plano secuencia del estadio en El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2013). Aprovechando esta mención podemos en cualquier caso desarrollar la crítica apuntada inicialmente, y es que en la película objeto de la misma cuesta identificar señas de identidad de su director, al margen precisamente de algunos planos secuencia y momentos de ingenio. Pero también cuesta relacionarla con el origen de una coproducción hispano-argentina (hay dos versiones originales, cada una doblada por actores de un país), uniendo un número de seguidores incomparable del deporte rey, apostando en cambio por una universalidad intencionada pero desilusionante.

    Futbolín, de Juan José Campanella

    El filme pretende abarcar un público amplio, principalmente infantil, pero no lo hace con la suficiente valentía y coherencia. El metraje se inicia con una brillante parodia a 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968), para continuar enseguida por derroteros fantásticos y visualmente espectaculares incluso en el interior de una taberna tan macabra como encantadora, aprovechando una narración enmarcada por un cuento que le rememora un padre a su hijo. Gracias a esto se puede construir un mundo propio que desafíe leyes y convenciones, en el que los personajes principales acaban siendo los jugadores del futbolín y el joven que los maneja, pues aquellos cobran vida cuando éste los necesita para recuperar a la chica que quiere. Ella ha sido “secuestrada” por una superestrella del fútbol, un ídolo mediático que solo persigue la victoria y que no siente ninguna empatía hacia los demás, pero que de niño era un habitante más del pueblo en el que transcurre el cuento. Entonces perdió una partida de futbolín con el protagonista y se fue alentado por un maquiavélico manager, volviendo ahora para vengarse de todos. Un nuevo desafío determinará quién se queda con la chica y la gloria. Sin adelantar más acerca de la trama, enseguida se adivina que sus raíles narrativos, desprendidos de la carrocería visual, son bastante estereotipados, y que sus personajes, pese a tener cada uno rasgos propios y puntos de desarrollo, son igualmente simplones. Incluso posteriores referencias cinéfilas como la de Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979) y su Cabalgata de las Valkirias carecen de frescura a estas alturas.

    Futbolín, de Juan José Campanella

    El problema por tanto es que éstas últimas no siempre están insertadas con criterio, al igual que tampoco lo están elementos supuestamente adultos con los que Campanella quiere integrar al resto del público. Expresamente ha comentado que el manager del antagonista, por ejemplo, tiene tal propósito, pero este es un personaje secundario que va y viene, no un elemento narrativo constante, en otro nivel solo interpretable para los ojos más experimentados: algo que sí está presente en el guion de las películas animadas que satisfacen desde un principio a niños y adultos. No es que Futbolín no pueda disfrutarse por espectadores mayores ni mucho menos, pero su metraje si da la sensación creciente de que se ha perdido una valiosa oportunidad de mostrar un mundo animado maduro y distinto, como era inicialmente el objetivo de Pixar y Ghibli. En cambio su equipo técnico y artístico intenta adaptarse a los parámetros ya existentes (3D incluido) aunque los mismos no resulten provechosos para contar una historia tan idiosincrásica y propensa a la parodia sana e igual de universal. ★★★★★

    Ignacio Navarro.
    enviado especial a San Sebastián | 61ª edición del Festival de San Sebastián | crítico cinematográfico.

    Argentina & España, 2013. Director: Juan José Campanella. Guion: Juan José Campanella, Gastón Gorali & Eduardo Sacheri. Productora: 100 Bares / 369 Productions / Antena 3 Films / Catmandu Branded Entertainment. Fotografía: Félix Monti. Montaje: Juan José Campanella & Abel Goldfarb. Música : Emilio Kauderer. Intérpretes (voces): Arturo Valls, Michelle Jenner.

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