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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Romanzo di una strage

    Romanzo di una strage

    MEMORIA DE LOS AÑOS DEL PLOMO

    crítica de Romanzo di una strage | Marco Tullio Giordana, 2012

    Hace ahora, en 2013, diez años del estreno de La meglio gioventú (2003). Considerada por muchos, y en palabras del crítico Javier Ocaña: "el 'Novecento' de la segunda mitad del siglo XX". En esta película, el director Marco Tullio Giordana narraba la historia, de forma lineal, de una familia italiana desde los años sesenta hasta la actualidad -algo parecido a Cuéntame cómo pasó (2001), pero sin perder el norte, ni abandonarse hasta lo parodiable, más escueta, hecha del tirón, con vocación artística-. Sin duda una cinta magistral, y que pese a su formato televisivo fue nombrada en Cannes como mejor película en la sección Un Certain Regard y obtuvo varios premios David di Donatello. Un éxito de crítica y público fruto de un retrato generacional contemporáneo emotivo y mesurado, que transita de lo particular de los protagonistas hasta su inmersión en las realidades colectivas. Un relato histórico al que, según su director, le faltaba un capítulo. Se refiere a momentos concretos de los "anni di piombo", esa etapa convulsa de la historia reciente italiana. El director transalpino subsana esa carencia llevando a la gran pantalla Romanzo di una strage (2012). Más concretamente, el filme aborda las investigaciones llevadas a cabo tras la masacre que dio inicio a esta etapa de violencia: el atentado de Piazza Fontana.

    Un thriller político muy elegante que se adentra en las cloacas del sistema. Basado en el libro "Il Segreti di Piazza Fontana", el director reconstruye los sucesos que rodearon al atentado terrorista del 12 de diciembre de 1969 en la sede de la Banca Nazionale dell'Agricoltura. Lo hace con maestría, con dinamismo narrativo y con pormenorización. Empieza con una breve contextualización en la que se presentan todas las piezas del rompecabezas de la Primera República Italiana. Mostrando las distintas fisonomías ideológicas y el espectro de confrontación. Nos facilita el esquema de los agentes involucrados en el devenir de los hechos, con el fin de que el espectador no se pierda en la riqueza de matices y detalles latentes. No obstante, y a pesar de la firme voluntad de esclarecer apartados oscuros de la historia de Italia, que a día de hoy siguen siendo desconocidos, y la ausencia de reparos en señalar con el dedo y a insinuar responsables no debemos olvidar que el director cuenta su verdad; debe ser el espectador quien establezca el rigor de la misma. Uno debe mantener siempre ciertas dosis de escepticismo antes sucesos que se prestan a la "conspiranoia". Máxime un atentado sin culpables, al que a unos les convenía que la autoría corriese a cargo de los anarquistas, a otros la derecha más radical y al fondo, algo borroso, se encuentran Estados Unidos y la OTAN.

    Romanzo di una strage

    Si bien Romanzo di una strage transmite cierto protagonismo colectivo, no es menos cierto que hay tres personajes que sobresalen sobre el resto y que le dan ese toque necesario para la complicidad emocional. Uno es Pinelli, un padre de familia, trabajador ferroviario anarquista y activista político que mantiene una animadversión amable con el comisario Calabresi, que junto Aldo Moro, por aquel entonces Ministro de Relaciones Exteriores de Italia, forman el trío en cuestión. Un representante de cada ente implicado: el de los presuntos culpables, el de las altas esferas de gobierno y el de los investigadores. El hecho de establecer unos personajes como hilo conductor de los hechos sociales es un acierto equiparable a la maravillosa dirección de actores realizada. Este tipo de filmes se dan con facilidad al exceso interpretativo y a la pantomima apasionada, sin embargo todo el elenco actoral mantiene un equilibrio clásico en sus gestos –en especial el comisario Calabresi (Valerio Mastandrea) y el anarquista Pinelli (Pierfrancesco Favino)–. Ellos dan humanismo a una historia de intrigas palaciegas, de facciones en lucha por el poder, ellos hacen el papel de culpables inocentes. Dan parte de un complejo sudoku de intereses políticos: desde la cabeza de turco anarquista, hasta la lucha de los poderes efectivos de la extrema derecha en connivencia con los servicios de inteligencia italianos, buscando satisfacer los intereses de los anti-comunistas estadounidenses.

    Romanzo di una strage

    Al margen de las interpretaciones actorales encontramos otros elementos que resultan notables. A saber: una maravillosa fotografía en la que predomina la oscuridad. Lúgubre, en perfecta sintonía con lo que se nos cuenta, poderosa, capaz de crear una atmósfera y de transmitir un mensaje a través de la sombras y la luz. Alternando el blanco y negro en momentos muy puntuales con el objetivo de diferenciar tiempos y realidades. Cabe mencionar, también, la elegancia de los movimientos de cámara y la originalidad de según qué planos –muy sugerente ese plano holandés, en la escena en la que un juez reflexiona en su despacho, tras el arresto de dos anarquistas–. Una película muy cuidada en sus aspectos formales, cuyo talón de Aquiles reside en la falta de interés que provocan estas lides cuando carecen de pedigrí mediático o tienen lugar fuera de las fronteras de cada quién. Lastre inevitable, que junto al complejo guion –a pesar de los intentos de simplificación, como la estructura en capítulos– puede provocar que se antoje pesada, excesivamente maciza, en especial a quienes carezcan de inquietudes históricas o políticas. En resumidas cuentas, Romanzo di una strage es un trabajo que pone en tela de juicio las versiones oficiales, los pactos turbios, los chantajes, la ausencia de sentido de culpa de los dirigentes, la corrupción, la violencia. Es un alegato contra la falta de escrúpulos. Una obra que busca culpables en la matanza, honrada en sus pretensiones, didáctica. Contada sin vehemencia, sin ser partidista ni maniquea, rica en matices, abierta a múltiples lecturas. Un pequeño trabajo de investigación sin ambiciones dogmáticas, con voluntad de alternativa. Buscando levantar la voz en medio del silencio impuesto por las altas esferas, la burocracia y la ausencia de memoria histórica para según qué duelos. Revisionista, no en el sentido peyorativo del término. Una ofrenda a las víctimas de la masacre. Por supuesto, una cinta trepidante hasta el desenlace. ★★★★

    Andrés Tallón Castro.
    crítico de cine.

    Italia, 2012, Romanzo di una strage. Director: Marco Tullio Giordana. Guion: Marco Tullio Giordana, Sandro Petraglia, Stefano Rulli (Libro: Paolo Cucchiarelli). Productora: Coproducción Italia-Francia; Cattleya. Fotografía: Roberto Forza. Música: Franco Piersanti. Reparto: Valerio Mastandrea, Pierfrancesco Favino, Michela Cescon, Fabrizio Gifuni, Luigi Lo Cascio, Laura Chiatti, Giorgio Colangeli, Omero Antonutti, Thomas Trabacchi,Giorgio Tirabassi. Presentación: Locarno 2012.

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