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    Crítica | Buddha Mountain

    Buddha Mountain

    GRITÁNDOLE A LA VIDA

    crítica de Buddha Mountain | Guan yin shan, Li Yu, 2010

    Son tres. Uno es un chulazo que recorre con su moto las amplias y caóticas calles de la ciudad; otro es un muchacho obeso amante de Michael Jackson y fanático del baile; y, la última, canta en locales de moda, es joven y de espíritu libre. Juntos han forjado una amistad bastante fuerte, de aquellas que uno podría haber deseado cuando se encontraba en la precoz adolescencia y soñaba con su “grupo” o club particular para hacer y deshacer de acuerdo a sus ideales y descubrir los secretos de la vida a su antojo. Y es que como dice Francesco Alberoni (periodista y sociólogo italiano) “Un amigo es la persona que nos muestra el rumbo y recorre con nosotros una parte del camino”, y el cine lo sabe y lo ha tenido muy claro, por eso a lo largo de su historia ha tratado de enaltecer el valor de la amistad y la lealtad en base a propuestas que se han quedado grabadas en nuestra retina por mucho tiempo, pues a los seres humanos cuando nos tocan temas tan íntimos y tan bien contados, como la importancia de tener seres en quienes apoyar nuestra existencia, difícilmente podamos rechazarlos. Desde aquellos amigos que se volvieron incondicionales en una cárcel de máxima seguridad llamada Shawshank o aquellos niños que vivieron una aventura en Castle Rock, hemos podido vivir y disfrutar del desenfado de agradables películas que presentan la vida tal cual es. Y de eso va Buddha Mountain, o mejor dicho, ese es uno de sus más contundentes mensajes llevado a cabo a través de esos tres personajes mencionados al inicio.

    Buddha Mountain, de Li Yu, es un relato exquisito sobre la vida, el amor y la amistad. Con un ritmo bastante virtuoso, sencillo y a la vez visceralmente emocionante somos sumergidos a disfrutar un relato que nos hace reflexionar sobre vidas adoloridas por la sociedad, abandonadas a su merced cuya única alternativa es la de deambular juntos haciendo senderos al andar. Los tres jóvenes han dejado sus estudios y mantienen distancias con sus familiares. Son parte de la generación actual que busca encontrarle sentido a sus vidas y lograr que éstas no sean manipuladas por agentes externos, llámeles padres, hermanos, maestros o la misma “sociedad”. El filme plantea desde una interesante óptica una prolija crítica al modelo creado en nuestra era hacia la figura del joven, lastrado por ideas que producen un rechazo rotundo y hasta violento por mentes que ansían la libertad y dejar lo esquematizado atrás. Expresan rotundamente una denuncia (a través de una excelente narrativa que va in crescendo) sobre seres que no se han amoldado a lo que se ha establecido para ellos; jóvenes que viven y sueñan pero por su propia cuenta dejando a un lado los esquemas. Y llegados a este punto florece la pregunta ¿A dónde se están llevando a los jóvenes-adolescentes hoy en día? ¿Es el camino adecuado? El gran acierto de la cinta está justamente en eso, inundarnos de interrogantes y conducirnos a la reflexión y al análisis. Buddha Mountain es capaz de otorgar una credibilidad asombrosa a sus personajes, llenarlos de humanidad y hacernos recorrer sus historias con sensibilidad, y provocar una evolución pausada pero veraz y ajustada a los patrones emocionales y sentimentales de cada uno de ellos. Pero la película se mueve no solo bajo una óptica, a los pocos minutos, una viuda, antigua estrella de la ópera entra en escena. Ella viene a padecer y presentar su odisea particular. Tras el accidente de tráfico que condenó la vida de su hijo, ella, la señora Zhang, ha vivido bajo la penumbra y el aislamiento, refugiada únicamente en los recuerdos. Para pagar las deudas acaecidas se ve obligada a alquilar a los tres jóvenes habitaciones para que vivan, y es allí cuando estos cuatro seres entran en una relación que será crucial.

    Buddha Mountain

    Una relación que al comienzo se torna insoportable, pero a medida que la convivencia se hace más fuerte empiezan a crearse lazos de amistad notorios (Nang Fen ve en la viuda la madre que ha dejado). Buddha Mountain va de personajes perdidos en el mundo, seres que se encuentran, que chocan, que se complementan. La viuda necesita salir de su soledad, y los chicos le brindan compañía; ella envuelta en su amarga penuria tratará de escapar de la vida, huir de su realidad por varias vías, ya sea ahogándose en sus recuerdos o tratando de privar su existencia. La actuación de Sylvia Chang es increíble, condensa su personaje atormentado con una naturalidad y creencia sublime tanto que conmueve hasta las lágrimas. Por su parte la otra fémina del reparto, Fan Bingbing, sorprende con la soltura que desborda su personaje y la frescura con la que retrata su drama. Buddha Mountain es un canto a la libertad, una invitación a soltar las cadenas de esclavitud que el entorno ha creado. La película lo simboliza a través de vagones de tren corriendo a toda velocidad mientras el viento acaricia los cuerpos de aquellos jóvenes dispuestos a hacer su propia historia; gritando a viva voz como si fuera el último quejido que realizasen. ¿Nunca hemos querido eso? ¿Gritar sin temor a las miradas? ¿Gritar y sacar ese dolor interno que hiere nuestra alma? Sí, seguramente hemos ansiado más de una vez aquello y por eso creo que con este largometraje muchos se sentirán identificados y verán su vivo reflejo en cualquiera de estos protagonistas. Y es que eso el cine necesita hoy en día: historias cercanas, íntimas, vívidas; historias reales no solo dispuestas a mostrar lo miserable, sino lo bueno y malo de la vida en idénticos términos de proporción ya que no hay solo blanco o negro, existen los grises. El filme de Lu Yi queda en la memoria no solo por su mensaje o la propuesta sencilla cargada de mucha fuerza en su interior, sino que además muchas de sus escenas, realizadas con sumo acierto, (en donde convergen la poesía en el ritmo y el compás de una brillante banda sonora) quedan atesoradas en la retina por largo tiempo. Y que ese sea el lapso necesario para echarnos a meditar un poco, y que las frases, las actuaciones y las propias escenas hagan el resto. ★★★★

    Daniel Bermeo.
    cine Asia.

    China, 2010, Guan yin shan. Dirección: Li Yu. Guión: Li Yu, Fang Li. Productora: Huaxing Real Estate / Laurel Films. Presentación internacional: TIFF 2010. Fotografía: Jian Zeng. Música: Peyman Yazdanian. Intérpretes: Zhenjiang Bao, Sylvia Chang, Bo-lin Chen, Yu Chen, Lisi Danni, Juan Ding, Bowen Duan, Bingbing Fan, Li Fang, Yue Guan, Wenxuan Hong, Panke Hu, Gongwang Huang, Ting Huang, Jing Jin, Di Li, Huijuan Li, Jie Liu, Wenguang Liu, Wen Shen, Minfang Shi, Guoyu Wang, Ting Wang, Xiaorong Wu, Xue Xiang, Tian Xie, Yiwei Yin, Ze Yuan, Jian Zeng, Jing Zhou.

    Buddha Mountain poster
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