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    Crítica | XL

    Xl, de Marteinn Thorsson

    CUANDO AL VICIO LE FALTA ADICCIÓN

    crítica de XL | Marteinn Thorsson, 2013

    48º Festival de Karlovy Vary

    Cabe pensar que casi todas las crisis a gran escala, aquellas que afectan a toda una estructura de producción o de conocimiento, parten del comportamiento irresponsable de un puñado de hombres, un grupo reducido inexplicablemente colocado en la cúspide del proceso de toma de decisiones. Lo inexplicable no es que sean tales individuos los que puedan chascar los dedos o apuntar con el pulgar hacia abajo y revertir de una forma tan gráfica y rápida el rumbo de toda una sociedad, pues resulta ingenuo y desafortunado dudar de sus competencias y poner en cuestión su formación. Además, aunque esto suene aún más ingenuo, son humanos y pueden equivocarse. Lo más extraño a primera vista es que sean unos pocos los que determinen la existencia de la más amplia mayoría, aunque el hecho de que sean pocos precisamente aumenta el riesgo de que se equivoquen y se critique su forma de hacer las cosas. Dejando de lado las cuestiones tanto teóricas como prácticas sobre las que se ha filosofeado durante siglos en temas de representación y crecimiento, en realidad su responsabilidad a menudo se puede generalizar. Unos cuantos gobernantes y directivos no son plenamente responsables de nuestras necesidades, sino que por definición, en una democracia liberal, nosotros también podemos elegir y hacerlo mejor o peor. Este discurso escandalosamente simplificado no pretende sino contextualizar la relevancia social y política que puede tener una película como XL, título que en principio no trata sobre ninguno de estos temas pero que al mismo tiempo proporciona un ejemplo patente de lo recién comentado.

    En efecto, la cinta de Martein Thorsson proviene del primer país democrático que entró en la actual recesión, Islandia, una tierra desconocida y aislada para muchos pero que en definitiva forma parte de la reputada Escandinavia, y que por tanto puede presumir de ciertos valores. Y, en concreto, la película trata sobre las peripecias fiesteras de un diputado parlamentario separado de su mujer y su hija, un alcohólico con sobrepeso que rechaza ser internado para desintoxicarse, pues es incapaz de abandonar sus desenfrenos sexuales y sustancialmente adictivos. Thorsson compone pues un alocado y frenético retrato de tales excesos, empleando un montaje alternado, intercalando planos brevísimos de tiempos y espacios distintos; y una fotografía a menudo en subjetivo, con planos desenfocados y cromáticamente filtrados: recursos ambos gracias a los cuales debemos compartir el mismo desequilibrio que sufre el protagonista. Con ello se quiere igualmente transmitir cierta idea de decadencia y de enardecimiento a la que le falta con todo un hilo más sugerente al que agarrarse. En efecto, pocos elementos del filme son atractivos y la sensación final es más de indiferencia o confusión que de morbo o perturbación, algo que va totalmente en contra de sus polémicos objetivos.

    Xl, de Marteinn Thorsson

    Sin embargo, dejando de lado este efecto fallido, lo cierto es que, como adelantábamos, la narrativa de XL tiene su interés pues en ella asistimos a la exagerada irresponsabilidad de un hombre grotesco, pero también a la actitud casi igual de censurable de personas tanto por debajo de su nivel como por encima, llegando incluso hasta el primer ministro. La corrupción (aquí más moral que financiera) está generalizada, por lo que la conclusión es que sustituyendo a los que mandan no se va a solucionar todo. Esta sería una posible interpretación de una película que no muestra ya las consecuencias de la crisis, ni siquiera sus causas, sino una crisis paralela que actualmente aparece inevitablemente unida a la que padecemos. El presunto vanguardismo de la película vendría por tanto más por ahí, o al menos sería más ilustrativo en ese aspecto que en el meramente visual. Pero, por otro lado, este también va unido a aquel, e igual que nuestra introducción, la mencionada interpretación resulta insuficiente y tiene sus puntos flacos. En otras palabras, XL es antes que nada un relato grosero y demasiado subjetivizado de unas cuantas vivencias de un solo hombre con el que además no resulta fácil identificarse, pese al meritorio y premiado esfuerzo de Ólafur Darri Ólafsson en su interpretación. Es por tanto al propio Marteinn Thorsson al que quizás se le pueda acusar también de falta de responsabilidad social: al menos para ampliar el alcance de este mareante ejercicio. ★★★★★

    Ignacio Navarro.
    enviado especial a la República Checa | director & crítico cinematográfico.

    Islandia, 2013. Director: Marteinn Thorsson. Guion: Marteinn Thorsson & Gudmundur Óskarsson. Productora: Stórogsmáehf / Tenderlee Motion Pictures Company. Presentación: Festival de Karlovy Vary 2013. Fotografía: Bergsteinn Björgúlfsson. Música: Anna Thorvaldsdóttir. Montaje: Sigurour Eyþórsson, Steffi Thors, Marteinn Thorsson & Valdís Óskarsdóttir. Intérpretes: Ólafur Darri Ólafsson, María Birta, Nanna Kristín Magnúsdóttir, Elma Lísa Gunnarsdóttir.

    Resumen de su acogida en el Kviff 2013|

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