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    JACK REACHER | CRÍTICA

    Crítica de Jack Reacher
    “ME BEBERÉ TU SANGRE EN UNA BOTA”
    Jack Reacher (Christopher McQuarrie, 2012).

    Jack Reacher viaja escondiéndose de su antigua vida como policía militar. Transita por diversas latitudes con el peso de un fantasma que no quiere hacer de su condición un factor atrayente, sino más bien disuasorio. Nadie sabe de su paradero. Sólo existe en la memoria de otro militar y francotirador que se ha visto envuelto en un caso de asesinato múltiple: cinco personas acribilladas eficazmente desde la distancia, a sangre fría en un paseo que enmarca el vaivén de trabajadores comunes, peces gordos, madres y niños que caminan pendientes del reloj. Jack Reacher es un anacronismo con botas camperas, destila ese tipo de chulería que caracterizaba a los antiguos vaqueros del western. No es sofisticado, no rompe corazones —al menos no como nos intenta vender la industria actual—, es un hombre con malas pulgas y un marcado sentido de la justicia. Su justicia. Algo que juega en detrimento del arquetipo de (anti)héroe, pues hablamos de un hombre sin tormentas ni recovecos seudofilosóficos. ¿Quién sueña con joyas en el infierno? Ahí surge el quid de la novela escrita por Lee Child, quien ha dado su beneplácito —a cambio de una buena suma— para que Christopher McQuarrie y Josh Olson adapten su Jack Reacher. A este primero le conocemos por su trabajo como guionista de Sospechosos habituales y de esa nadería titulada The Tourist. Y tras su debut como director hace doce años, no había regresado a dichas funciones. Por fortuna llega cargado de ritmo y buenas dosis de acción, agitando en su coctelera los elementos de una intriga pretendidamente burlona y flameante.

    Recurre al talento —en ocasiones demasiado rígido— de un implacable Tom Cruise, quien seguirá el rastro de pistas hasta adivinar los oscuros intereses de los que intentan inculpar no ya a su compañero, sino a un pobre caído en desgracia. Para ello, el tal Reacher se apoyará en la presencia de una abogada que seguirá desde el despacho todos sus movimientos. Este personaje recae sobre la atractiva Rosamund Pike, que interpreta convincentemente a esa necesaria escudera que contrasta aún más los claroscuros del rocoso Reacher. Aun así, justo antes de que se apaguen las luces de la sala continúo preguntándome si no será una pérdida de tiempo, dos horas tiradas para contemplar un filme de estereotipos y capullos hipertrofiados. Y adivinen: resulta que tengo que tragarme mis prejuicios, pues lo que veo es un espectáculo de gran factura, cuya dirección evoca por momentos cierta cinematografía en desuso, perteneciente a una década pasada y cimentada sobre una inteligente planificación técnica. Y el factor primordial: personajes creíbles, personajes carismáticos que oscilan en torno al desasosiego y la libertad del gancho humorístico. Hay líneas de guión que aún no siendo brillantes, provocan alguna risa. Aterrizan también como artilugios irónicos para confundir al interlocutor de turno, que se ve abrumado por la lijosa flema americana, cuya perfecta encarnación es Robert Duvall. La guinda a un filme muy disfrutable, con una secuencia de muchas revoluciones: una persecución automovilística por la principal arteria de la ciudad, acelerando primero en línea recta y luego en zigzag, esquivando coches y columnas y bordillos y peatones y pasándose por el forro la luz roja de los semáforos, embragando y bajando de marchas, Cruise al volante de un Chevrolet Chevelle SS mientras las sirenas de los policías rugen por debajo del sonido del motor, cuya melodía seduce a cualquier ignorante de la materia y reafirma el cariño de los más eruditos; y el Chevrolet avanza por estrechos callejones llenos de charcos grasientos y se choca un par de veces en la noche iluminada con luces cálidas y neones, y a continuación Jack Reacher se pierde entre la multitud y el director, McQuarrie, sabe que nunca será un virtuoso, pero elabora un divertimento infalible, mueve la cámara en un primer plano que cae, acentuando la grandiosidad de un tío bajito que habla desde la cabina de un bar donde suena algo de blues, una canción de Gregg Allman, titulada Little By Little. Y ese bajito es un ídolo involuntario. Un cowboy en la jungla de asfalto.

    Juan José Ontiveros.
    crítico de cine.

    Estados Unidos, 2012. Título original: Jack Reacher (One Shot). Director: Christopher McQuarrie. Guionistas: Christopher McQuarrie & Josh Olson (Novela: Lee Child). Fotografía: Caleb Deschanel. Música: Joe Kraemer. Reparto: Tom Cruise, Rosamund Pike, Richard Jenkins, Werner Herzog, Robert Duvall, Nicole Forester.

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