|| Críticas | ★★★★★
Vers la lumière
Vadim Kostrov
Diarios filmados
Miguel Martín Maestro
Valladolid |
ficha técnica:
Francia, 2025. Título original: «Vers la lumière». Dirección y guion: Vadim Kostrov. Producción: Vadim Kostrov. Fotografía: Vadim Kostrov. Festival de presentación: DOCLisboa / 17 de octubre de 2025. Reparto: Vadim Kostrov, Natasha Goncharova. Duración: 94 minutos.
Francia, 2025. Título original: «Vers la lumière». Dirección y guion: Vadim Kostrov. Producción: Vadim Kostrov. Fotografía: Vadim Kostrov. Festival de presentación: DOCLisboa / 17 de octubre de 2025. Reparto: Vadim Kostrov, Natasha Goncharova. Duración: 94 minutos.
La filmografía de Kostrov tiene mucho de biográfica, y desde que recaló en Francia tiene más de autobiográfica y experimental. Esa incertidumbre con su futuro se manifiesta en el uso de un desenfoque inusual en su etapa rusa, como si una neblina empañara el objetivo que no es sino la mirada del cineasta. Paisaje urbano y campestre se desdibujan en ocasiones, se desenfocan o la cámara recorta el plano en escorzos o miradas parciales siguiendo un temblor de quien dirige, hay la herencia de otro exiliado, Mékas, en esos tejados de París, esas ramas movidas por el viento, esas nubes. El espacio que Mékas filmaba por su belleza y buscando la alegría, en las imágenes de Kostrov está invadido por la nostalgia, la melancolía, por ese peso dostoievskiano de la vida en la que la esperanza de un futuro mejor no puede desprenderse de un fatum agónico en el presente. Buscando una alegría deseada Kostrov no evita, ni puede, las lágrimas. Filmando la belleza de un parque, de un bosque, del rostro de una mujer, las imágenes, sin embargo, respiran una amenaza, una pesadumbre existencial que vuelve gris la primera parte del relato.
Los cementerios y lo religioso se dan la mano con lo cotidiano, y con el paisaje natural de la ciudad o el de los viajes que emprende la pareja durante ese año de metamorfosis. Las visitas a un cementerio de la Primera Guerra Mundial, o al cementerio ruso de St. Geneviéve sirven a la pareja de espejo, pueden ser los momentos más intensos y más íntimos de la película. La tumba de Tarkovski es un guiño hacia otro cineasta que abandonó su país, las tumbas de matrimonios o de artistas visuales colocan a Natacha (la aparición de Vadim en las imágenes es episódica) en un reflejo de lo que piensa les va a suceder a ellos. Abandonaran generaciones anteriores el país por culpa del zar, de la revolución o de Stalin; la realidad es que quien se marchó y está en ese cementerio no volvió, quedó varado en un país extranjero en el que se vio obligado a permanecer. Las palabras de Natacha son proféticas y tristes como sus lágrimas, respirando una verdad incontestable, la de la tristeza del extrañamiento y el miedo a no regresar a los orígenes. La película podía haber descendido al melodrama miserabilista o sensiblero, al regodeo en la autocomplacencia. No es así y ahí está la prueba de esa calidad innata de un cineasta, todavía muy joven, pero que ya atesora una decena de películas filmadas con una cámara digital y nada más que su ingenio y su ojo. Lo traumático de ese presente filmado no evita la búsqueda de la felicidad, la esperanza de lograr un título o una beca, de conseguir que la supervivencia diaria se transforme en permanencia holgada.
La película es un revulsivo para su filmografía. Normandie tenía grandes ideas y momentos, pero se asomaba al vacío de quien de repente se encuentra sin nada a lo que agarrarse. El resto de cortos filmados en Francia, absolutamente catalogables de experimentales, apenas si eran balbuceos de un cambio de estilo y de la búsqueda por parte del cineasta de un nuevo lugar en el que encontrarse cómodo. Ahora con Vers la lumière (Hacia la luz sería el título traducido) Kostrov ha recuperado el pulso de sus inicios casi adolescentes en Rusia (27 años en la actualidad y viene filmando largometrajes desde 2018), la imagen nos acompaña con la misma calidez y sensibilidad que al principio. Será que la luz ha vuelto a su mirada aunque por primera vez abandona la cita bíblica con la que todas sus anteriores obras empezaban. Sea por la laicidad del estado de acogida o por voluntad propia, la película respira mucho más sin el peso condicionador de un versículo de los apóstoles martilleando la memoria del espectador hacia un objetivo no siempre alegre. Cuando acaba la proyección de Vers la lumière este espectador se siente liberado como su pareja protagonista; ha llovido, ha habido desesperación pero siempre existe un lugar para la esperanza y para disfrutar de una primavera soleada en París, la primera de muchas, y quién sabe, si definitivas. ♦















