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    Cannes 2014 | Segunda jornada. Críticas: 'Mr. Turner', 'Timbuktu', 'Party Girl' y 'That Lovely Girl (Harcheck mi headro)'

    Mr. Turner, de Mike Leigh

    Arte impresionista y sueños de juventud

    crónica de la segunda jornada de la 67ª edición del Festival de Cannes
    críticas: Mr. Turner (Mike Leigh), Timbuktu (Abderrahmane Sissoko),
    Party Girl (Marie Amachoukeli-Barsacq, Claire Burger, Samuel Theis) y Harcheck mi headro (Keren Yedaya)|

    Segundo día en Cannes. Mike Leigh nos daba el desayuno a primera hora de la mañana. Mr. Turner se estrenaba a las 8:30 en el Teatro Grand Lumiérè del Palais con la confianza que da un autor como él, pero también con el respeto que imponía el tema escogido: un retrato de 149 minutos en torno al pintor británico William Turner. El caos del día anterior se ha hecho notar enseguida. Tras un breve paseo por el Marché du Film que da resultados fructíferos, somos testigos de primera mano de la estrategia de marketing que Ocho apellidos vascos tiene planificada en Cannes. La anécdota ha dejado un pequeño reguero de comentarios en twitter y algún que otro artículo. Cabe señalar que el Marché está abierto a cualquier acreditado y las fotos son más que bienvenidas. La publicidad no es algo que desechen en el Marché y quedarse con los carteles más llamativos allí presentados es uno de los placeres culpables que algunos hemos descubierto recientemente. Pero más allá de anécdotas, toca centrarse. Hoy la Competición Oficial sólo tiene al director británico en programa; presentación a la que siguió Party Girl, el pistoletazo de salida para la sección paralela Una Cierta Mirada (Une Certain Regard). A media tarde, That Lovely Girl, un drama tremendista sobre el incesto y el maltrato que coquetea con el ridículo en alguna ocasión. Y para terminar, el pase que teníamos programado a las 19:00 de Bande of filles, lo nuevo de la directora de Tomboy (2011) debutando en la Croissette, al que finalmente no hemos podido acceder. El filme estaba encuadrado en la Quinzena de los Realizadores y tenía su presentación en el Hotel Marriot, a diez minutos del Palais, en una sala de de aforo limitadísimo que ya nos habían advertido que se llenaba con facilidad. En la crónica de hoy rescatamos también la película destacada del primer día: Timbuktu, que se presentaba oficialmente al mediodía. Eclipsada por los medios merced al divismo de Gracie, la cinta de Abderrahman Sissako dejó buen sabor boca en un comienzo que, personalmente, ha resultado algo menos intenso de lo que algunos esperabamos en un Festival como Cannes.

    Mr. Turner, de Mike Leigh

    MR. TURNER

    dirigida por Mike Leigh
    intérpretes: Timothy Spall, Jamie Thomas King, Roger Ashton-Griffiths, Robert Portal, Lasco Atkins, John Warman.
    Reino Unido, 2014 | Competición

    Mike Leigh estrenaba a primera hora de la mañana un biopic de 149 minutos en torno a la vida del pintor británico William Turner. Centrado, concretamente, en una parte determinada de su vida: desde poco antes de la muerte de su padre —que conviviría con él más de 30 años— hasta sus últimos días, cuando el artista ya tenía una reputación reconocida y su fama de excéntrico iba creciendo cada vez más. Este acercamiento permite a Leigh focalizar el discurso en torno a un personaje —y un actor— de subrayado particularismo que hacen gala de unos tics que permiten un dibujo repleto de complicidad. Es lo que a Leigh siempre se le ha dado mejor. Insuflar a sus obras de un sentimiento de calidez que permite que el público se sienta muy cercano a sus criaturas. Pero de la misma forma que sabe como escenificar un conjunto de relaciones familiares que siempre son lo mejor de su discurso, puede resultar despiadado y hasta desesperanzador. Mr. Turner no llega a las cotas de, es necesario citarla, Secretos y mentiras. La intensidad y desolación que alcanzaba esa cinta ya queda lejos y Leigh ha suavizado su discurso. Incluso aunque el retrato vital de William Turner está insuflado de un lirismo muy sutil, que se expresa sobretodo en la fotografía —la composición de los planos generales imitando algunas de las pinturas del artista o la iluminación y la puesta en escena de todo el filme— la emoción no llega a contagiarse del todo. No como el Mike Leigh más tenebrista. Mr. Turner se encuadraría más en la suavidad de formas de Another Year. Esta dirigida con una elegancia que hace que “ver” la película sea ya algo disfrutáble. Lo único que se le echa en falta es una apuesta mayor por la faceta cotidiana de Turner. Leigh aborda éste último estadio vital bordeando el folletín familiar más de lo que hubiéramos querido. Y es una lástima por que todo esta trufado de personajes adorables.

    Es lógico que Timothy Spall se haya llevado todos los elogios. El actor tiene un rostro de una expresividad algo bruta y sabe encajársela a Turner sin que resulte caricaturesco, por lo menos no en el mal sentido. Le introduce un gruñido gutural que utiliza con la misma asiduidad con la que el Mozart de Tom Hulce se reía a cada escena. A su lado, encarnando a la criada con la que William solía desahogarse sexualmente, está Dorothy Atkinson. Pocos la citarán, pero ella, con un personaje tan trágico y breve, llena la pantalla de cariño. Esta enamorada de William pero, por supuesto, ese es un secreto que ella se guarda sólo para sí misma, dispuesta a dejarse utilizar por una correspondencia “amorosa” que en realidad es sólo una necesidad que el cubre, como el comer o respirar, sin más implicaciones. Es maravilloso el cameo de Lesley Manville, que en sus dos escenas se come la escena con la facilidad con la que se lame un plato, sin dejar nada para el resto. En la dirección de actores Leigh nunca ha decepcionado. Como tampoco en lo técnico. Mr. Turner es un ejemplo de diseño artístico cercano al barroquismo, y eso encaja con la decisión de abarcar las escenas con planos abiertos que capten la escenografía. En ese sentido recuerda al ejercicio que Peter Greenaway realizó con Ronda de noche, aunque no tan arriesgado en su afán pictórico. Mr. Turner es bastante más accesible y clásica pero se encuentra cerca de esa propuesta. Podrían hacer un buen programa doble de pintura épica. | ★★ | 70/100 |

    Timbuktu

    TIMBUKTU

    dirigida por Abderrahmane Sissako
    intérpretes: Abel Jafri, Hichem Yacoubi, Kettly Noël, Pino Desperado, Toulou Kiki
    Francia, 2014 | Competición

    El director nacido en Mauritania Abderrahmane Sissako se estrenó en Cannes en el año 2002 con su segundo largo de ficción: Heremakono (2002). Un estreno soñado, ya que, además del meritorio estreno en un certamen de esta categoría, se llevó el prestigioso Premio FIPRESCI de la Crítica Internacional. Al año siguiente, el mismo Festival le otorgaría el Premio France Culture al Mejor Cineasta Extranjero, y ahora, once años más tarde, han vuelto a reclamar su presencia con la que ya es su cuarta obra: Timbuktu (2014). El cineasta ha tenido un recorrido en el que ha demostrado su compromiso para con temas de peso dignos de denuncia, extendiendo su influencia a un terreno documentalista que al final ha acabado conquistando parte de su estilo. La cinta que ahora acaba de exhibirse en Cannes ha tenido la mala (o buena suerte, depende cómo se mire) de iniciar la Competición oficial justo el día de apertura, con Grace y Olivie Dahan recogiendo los restos del desastre. Lo que podría haber sido un inconveniente ha acabado siendo positivo. Timbuktu ha sorprendido en su pase de las 19:00 horas, cuando las energías habían menguado fruto del caos que Nicole Kidman provocó a mediodía en rueda de prensa.

    Abderrahman ha estrenado con cálidos aplausos, aunque ni mucho menos los más efusivos que podría dar Cannes. Lo ha hecho con un relato, como decíamos, comprometido; inspirado en una grabación real en la que una pareja era asesinada en una lapidación por no estar casados legalmente, dejando a sus dos hijos huérfanos. El director toma esa historia para dibujar un retrato coral de la ciudad donde este hecho tuvo lugar, girando alrededor de algunos de sus habitantes. Una zona desértica situada al noreste de Mali, donde hay un pequeña villa de nómadas llamada Aguelhok, que es víctima del régimen fundamentalista religioso imperante. Allí, Kidane vive felizmente con su mujer Satima, su hija Toya, y el pequeño Issan, su pastor de 12 años de edad al que aprecian como un hijo. La aparente tranquilidad en la que viven se romperá cuando los jihadistas reclamen la zona imponiendo unas restricciones que el pueblo hasta ahora no había conocido, provocando las primeras detenciones y asesinatos. Abderrahman no toma el trágico crimen como excusa central, pero si lo incluye en el montaje final como un breve instante que llama la atención por impactante y por salirse de la línea que hasta ese momento había mantenido. Todo adquiere un ritmo muy cadencioso, con la música justa, diálogos pausados en los que la respiración de los actores es parte de las palabras. Una realización práctica, que mira a los rostros, como si el director se encontrara más ante un documental que ante un filme de ficción. Tal vez, el resultado pueda pecar de cierta dispersión. Aunque el centro del relato lo ocupe Kidane y su enfrentamiento a una justicia religiosa que, entre otras cosas, le prohibe cantar o tocar la guitarra, al director le interesa más la imagen conjunta. Que el espectador sea consciente de lo que allí ocurre y cómo es el día a día de estas familias. En eso Timbuktu sale victoriosa y lo hace gracias a un estilo controlado, que no chilla al público para que se conciencie. Sino que mira directamente a una problemática a la que nadie parece hacer demasiado caso con la esperanza de que, por lo menos, algo se remueve brevemente por dentro. Primera favorita a la Palma de Oro. | ★★ | 70/100 |

    Party Girl

    PARTY GIRL

    dirigida por Marie Amachoukeli-Barsacq, Claire Burger, Samuel Theis
    intérpretes: Sonia Theis.
    Francia, 2014 | Un Certain Regard

    A las 11:30 Party Girl inauguraba la sección Un Certain Regard. Dirigida conjuntamente por tres directores, la cinta ha sido recibida cálidamente, e incluso con algo de condescendencia. La razón es sencilla. La propuesta de Party Girl es simple, es conocida y funciona. Es una película que podría aspirar un Premio del Público en cualquier evento. E incluso algún crítico la ha etiquetado como la película perfecta para un certamen como Gijon. Drama sobre una mujer septuagenaria estancada en sus veinte, que sigue viviendo a ritmo de copas y bares, ocultando una soledad permanente que se acentúa con los años. Momento en el que uno de sus clientes más fieles le propondrá en matrimonio, con la mayor sinceridad de sentimientos posible. Ella aceptará refugiándose en la idea de que, aunque no esté enamorada, tal vez algo cambie. Tal vez la situación mejore, la soledad desaparezca y el ideal amoroso se materielice. No es necesario ser muy avispado para intuir lo que se avecina. A esta chica de fiesta le cuesta anclarse a la realidad. Su incapacidad para reconocer sus propia ceguera la lleva a tomar malas decisiones y ha evadirse en el alcohol cada vez que se enfrenta a un problema directo: el capital, retomar el contacto con su hija pequeña, ya con 16 años, a la que no ve desde hace mucho. No hay apenas lugar para la comedia y las formas son las clásicas de una obra de corte indie, primeros planos, cámara en mano y steadycam. Gran selección musical —a algunos nos pudo la inclusión de Still Loving You, de Scorpions— y a pesar de todo, identidad. Porque aunque se acerque alarmantemente a referentes como la chilena Gloria, su personaje protagonista gana enteros. Angelique es una mujer que parece salida de un hotel hortera de los 60, sacada de una fiesta de turistas alemanes con cardados. Su peinado y su ropa la definen, pero es que su rostro es único. Los ojos de Sonia Theis, la actriz que encarna a Angelique, atraen sin posibilidad de escape. Ella es parte de que todo se sostenga como lo hace. La fuerza de carácter que imprime al personaje ayudan a darle más solidez.

    La idea general que ha quedado es la de que, aunque Party Girl se ve con agrado, no es lo suficientemente compleja u original para un festival como este. Idea absurda en cuanto a que la obra funciona perfectamente. Consigue enganchar a su público con un ritmo bastante dinámico y hasta conmueve en su tratamiento de la soledad y la inmadurez amorosa. Angelique es el retrato exacto de una serie de mujeres que, como Bette Davis en ¿Qué fue de Baby Jane? o Gloria Swanson en Sunset Boulevard, viven de la nostalgia de lo que fueron, y están convencidas de que, aún a pesar de la evidente decadencia de su físico y la perdida de inocencia siguen siendo la joven veinteañera de esa fotografía deslucida que guardan enmarcada en el escritorio. En eso el filme acierta de lleno, aportando otro trabajo más que destacado a esta tradición de personajes, que no son pocos. Por eso, aunque no resulte revolucionaria ni especialmente brillante, merece celebrarse, aunque sea por Angelique. | ★★ | 72/100 |

    Harcheck mi headro

    THAT LOVELY GIRL

    Harcheck mi headro
    dirigida por Keren Yedaya
    intérpretes: Maayan Turgeman, Tzahi Grad, Yael Abecassis.
    Israel, Francia, 2014 | Un Certain Regard

    Y llegamos a la película tremendista del Festival. Una Cierta Mirada mostraba su segunda perla tras el buen sabor de boca de Party Girl con un trabajo de marcado carácter sensacionalista. La hebrea Harcheck mi headro representa la historia de una joven de veinte años que mantiene una relación malsana con su propio padre, sustentada en una dependencia emocional creada a partir del abuso sexual y el maltrato físico y psicológico. Ella apenas sale de su casa, refugiándose en la comida. Es bulímica, su padre la pone delante del espejo llamándola gorda, y ella se retroalimenta comiéndose un bol de arroz en un incomodo primer plano de tres minutos en el que llora y moquea mientras se mete la cuchara en la boca una y otra vez. Le siguen escenas tan explícitas en su dramatismo que resultan incluso exageradas y la búsqueda de concienciación saca su ejemplo de las mejores publicidades anti maltrato que podemos ver en televisión. Cuando ya uno cree que a esta joven no le puede pasar nada peor, la directora sorprende con otro giro y el espectador se revuelve en su asiento, exasperado y al límite. Es esta idea de poner a un personaje femenino en una situación durísima, de la que no se cuestiona su veracidad pero que en su cúmulo de pequeñas tragedias llega a resultar algo gratuita. Y en consecuencia el público se cierra a las intenciones de la cineasta. Keren Yedaya estrenó en Cannes hace diez años exactamente, y con tremendo éxito. Or (Mi tesoro) se llevó la Cámara de Oro y el Gran Premio de la Semana de la Crítica así como el del Jurado Joven. Su retorno a Cannes en la sección paralela más importante del certamen tiene su lógica pero no ha sorprendido. En el pase fue recibida con algunos aplausos bastante perezosos —puramente educacionales, digamoslo ya— y el abucheo de un espontáneo. | | 50/100 |

    Gonzalo Hernández
    enviado especial al Festival de Cannes 2014

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