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    Crítica | Fruitvale Station

    Fruitvale Station, de Ryan Coogler

    Crónica de una noche fatídica

    crítica de Fruitvale Station | de Ryan Coogler, 2013

    El dramático final de Oscar Grant, un joven afroamericano de 22 años que murió asesinado por la policía en una estación de tren durante la Nochevieja de 2008, tras haberse visto involucrado en una pelea, levantó un gran revuelo en su momento al hacerse públicas las múltiples grabaciones que otros viajeros del tren hicieron desde sus teléfonos móviles. En estas imágenes quedaba patente el vergonzoso abuso de poder al que la víctima fue sometida por los agentes y cómo uno de éstos dispara a quemarropa al muchacho mientras éste yace en el suelo sin dar muestra alguna de resistencia. Un nuevo ejemplo de vergonzoso error policial de los múltiples que en Estados Unidos se han querido silenciar en los últimos años, pero que en esta ocasión vio la luz gracias a la colaboración ciudadana. Fruitvale Station, el debut como director de Ryan Coogler, presenta una detallada crónica de las últimas 24 horas que pasó con vida Oscar Grant.

    Cierto es que se le puede achacar a esta propuesta una acentuada tendencia a dibujar a la víctima de manera excesivamente benevolente, mostrándola casi como a un santo, plenamente rehabilitado de sus problemas (judiciales y familiares) y con afán por seguir el camino correcto en su vida junto a su novia y la pequeña hija de ambos. En solo 24 horas vemos cómo Grant no escatima en esfuerzos por lograr ser readmitido en su antiguo trabajo, organiza los detalles de la fiesta de cumpleaños de su amada madre, lleva a su hija a la guardería como cualquier papá ejemplar y, para colmo, es capaz de tirar un paquete de droga al mar aun cuando el dinero que le generaría su venta podría sacarle momentáneamente de los serios apuros económicos por los que atraviesa. Luego está el momento que concierne a un perro callejero, seguramente la escena más manipuladora, gratuita y perfectamente prescindible del filme. Ante semejante panorama, Ryan Coogler obra el milagro y logra que Fruitvale Station trascienda del típico telefilme lacrimógeno que podría haber sido en las manos equivocadas para convertirse en algo mucho más importante: un título necesario.

    Fruitvale Station, de Ryan Coogler

    La película funciona a la perfección en la descripción de sus personajes y los ambientes en que éstos se mueven. A ello contribuyen unas interpretaciones muy veraces y entregadas de todos los actores, sin excepción. Michael B. Jordan, al que vimos como uno de los adolescentes provistos de poderes en Chronicle (2012), se confirma como un excelente actor de carácter, que logra que el espectador se solidarice con las penurias de su personaje a base de carisma y corazón. Y luego está ella. Octavia Spencer, tras su Oscar como secundaria por Criadas y señoras (2012), parece decidida a demostrar que es mucho más que una cómica infalible. Su presencia maternal y sufrida, pero a la vez fuerte como un roble, es la auténtica alma de este filme emotivo y humano que presenta a la familia como principal medio de redención para los descarriados. La utilización de la cámara al hombro y el estilo documental que impregna cada una de sus imágenes –se incluyen, incluso, grabaciones reales del tiroteo– le otorga un plus de autenticidad a una obra que también alcanza gran enjundia como denuncia social, ya que estamos ante una de esas historias que necesitan ser contadas para que no se vuelvan a repetir las mismas injusticias en el futuro.

    El director describe este retazo de vida de una manera aparentemente sencilla pero muy bien estudiada desde el guión, que no teme a pecar de demagógico en algún momento o a forzar la maquinaria de la emotividad a la hora de dibujar la relación de Oscar con sus seres queridos. Todo el viaje está hábilmente construido para conducir al espectador con el corazón en un puño hasta su, no por menos esperado, trágico desenlace, aquella fatídica redada policial en la estación, donde unos agentes de policía se dejaron llevar por absurdos prejuicios y traspasaron los límites de la legalidad cobrándose una vida inocente. A este tramo final, Coogler logra imprimirle unas cotas de intensidad y dramatismo genuinas, que escapan de cualquier artificio que se haya mostrado con anterioridad. Es lo que redime a Fruitvale Station de ser el típico dramón bienintencionado en el que todo vale para sacar la lágrima del público –como sí lo fue Precious (2009), por poner otro ejemplo de cine social destinado a remover conciencias y a mostrar las clases más desfavorecidas de la sociedad norteamericana–, convirtiéndolo en una de las mejores obras que han salido de la cosecha de cine independiente de 2013, algo claramente corroborado por la multitud de premios que ha coleccionado hasta el momento, incluidos los de mejor película y el premio del público en Sundance. Aunque solo sea por la autenticidad de sus actuaciones y la claridad y contundencia de su mensaje, bien los merece.  | ★★★

    José Antonio Martín
    redacción Canarias

    Estados Unidos. 2013. Título original: Fruitvale Station. Director: Ryan Coogler. Guión: Ryan Coogler. Productora: Forest Whitaker's Significant Productions / OG Project / The Weinstein Company. Recaudación en USA: 16.101.339 dólares. Fotografía: Rachel Morrison. Música: Ludwig Göransson. Montaje: Claudia Castello, Michael P. Shawver. Intérpretes: Michael B. Jordan, Melonie Diaz, Octavia Spencer, Kevin Durand, Chad Michael Murray, Ariana Neal, Ahna O'Reilly, Marjorie Crump-Shears.

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