|| Críticas | ★★★★☆
La vida de Chuck
Mike Flanagan
El hombre que contenía multitudes
José Martín León
ficha técnica:
Estados Unidos, 2024. Título original: The Life of Chuck. Dirección: Mike Flanagan. Guion: Mike Flanagan (Historia: Stephen King). Producción: Mike Flanagan, Trevor Macy. Productoras: Intrepid Pictures, Red Room Pictures, QWGmire. Fotografía: Eben Bolter. Música: The Newton Brothers. Montaje: Mike Flanagan. Reparto: Tom Hiddleston, Jacob Tremblay, Benjamin Pajak, Cody Flanagan, Chiwetel Ejiofor, Karen Gillan, Mark Hamill, Mia Sara, Carl Lumbly, David Dastmalchian, Annalise Basso, The Pocket Queen, Heather Langerkamp, Harvey Guillén, Trinity Jo-Li Bliss, Matthew Lillard, Kate Siegel.
Estados Unidos, 2024. Título original: The Life of Chuck. Dirección: Mike Flanagan. Guion: Mike Flanagan (Historia: Stephen King). Producción: Mike Flanagan, Trevor Macy. Productoras: Intrepid Pictures, Red Room Pictures, QWGmire. Fotografía: Eben Bolter. Música: The Newton Brothers. Montaje: Mike Flanagan. Reparto: Tom Hiddleston, Jacob Tremblay, Benjamin Pajak, Cody Flanagan, Chiwetel Ejiofor, Karen Gillan, Mark Hamill, Mia Sara, Carl Lumbly, David Dastmalchian, Annalise Basso, The Pocket Queen, Heather Langerkamp, Harvey Guillén, Trinity Jo-Li Bliss, Matthew Lillard, Kate Siegel.
Flanagan arriesga (y mucho) poniendo en imágenes una fábula contada en tres actos, que tiene como protagonista a un tipo de lo más común, que responde al nombre de Charles Krantz. Lo hace, además, en orden inverso, empezando por los últimos instantes de vida del personaje –interpretado con maestría por Tom Hiddleston–, víctima de un tumor cerebral a la temprana edad de 39 años, y culminando con su infancia en casa de sus abuelos. El primer capítulo es, de los tres, el más enigmático, aquel en el que están más presentes los elementos fantásticos que solemos relacionar con Stephen King. Un magnífico Chiwetel Ejiofor interpreta en él a Marty, un profesor de preparatoria que asiste, desconcertado, a la inminencia del fin del mundo. Múltiples desastres naturales, suicidios en masa entre la población y la caída de internet, primero, y el resto de sistemas de comunicaciones, después –atención a la breve aparición de David Dastmalchian, quien se marca uno de los momentos más divertidos (tal vez la única concesión al humor) del filme–, parecen vaticinar que las horas de nuestro planeta están contadas y, en todas partes, aparecen misteriosos mensajes que agradecen a Chuck sus 39 años de vida. Este segmento, sostenido sobre las conversaciones que mantiene Marty con diferentes personajes que se cruzan en su camino hacia la casa de Felicia (Karen Gillan), hace gala de una melancolía que casa a la perfección con el paisaje apocalíptico presentado, culminando con una preciosa escena en la que la expareja presencia cómo las estrellas se van apagando en mitad de la noche. El segundo capítulo es el que tiene a Hiddleston como mayor reclamo, demostrando sus ya conocidas dotes como bailarín en otra escena que La vida de Chuck deja para la posteridad, con una adorable Annalise Basso como compañera de baile, al son de la música que sale de la batería de una artista callejera interpretada por Taylor Gordon, conocida artísticamente como The Pocket Queen. La alegría de vivir, de exprimir cada pequeño momento... esta vitalista versión de Krantz ilumina este segmento, que bebe de las coreografías de los grandes musicales clásicos de Hollywood, contrastando con un primer acto especialmente demoledor.
El tercer capítulo, el de la infancia de Chuck, pese a ser el verdadero inicio de la historia, es el que traerá respuestas a los múltiples enigmas presentados a lo largo de la cinta. Presenta al protagonista después de haber perdido a sus padres en un accidente, por lo que pasa a vivir a casa de sus abuelos en una casa que esconde un gran misterio en una de sus habitaciones, cerrada con un candado. Este tramo de la historia resulta de lo más entrañable, gracias, sobre todo, a las cálidas actuaciones de un magnífico Mark Hamill y Mia Sara –la inolvidable princesa de Legend (Ridley Scott, 1985)– como los abuelos. Mientras el anciano trata de inculcar en su nieto la importancia de las matemáticas en la vida, su abuela, una jovial apasionada de las películas musicales, enseña al muchacho los placeres de la danza, algo que se convertirá en la auténtica vocación del muchacho. Una hermosa experiencia iniciática, tan amable como aquellas historias moralistas de Frank Capra, pero bañada de leves tintes sobrenaturales, marca de la casa, donde nuestro protagonista (interpretado por tres estupendos jóvenes) se enfrenta a la pérdida de seres queridos y a un incipiente primer amor, mientras va forjando su personalidad. Estamos ante una obra extraña e hipnótica a la vez, con la que su director abraza una madurez que le aleja, momentáneamente, de las historias de pesadilla a las que nos tenía acostumbrados, para convencernos de que cada individuo, por muy insignificante que parezca dentro del mundo, es especial, y que todas las experiencias adquiridas, instantes vividos o personas que ha conocido o inventado, conforman dentro de sí su propio universo. La frase "Yo contengo multitudes", salida del poema Canto a mí mismo, de Walt Whitman, es el mantra que se inculca Charles Krantz desde pequeño y termina dando sentido a una historia que habla de la vida y de la muerte con gran sensibilidad, pero sin caer en el sentimentalismo fácil. No es La vida de Chuck un dramón que busque a toda costa la lágrima del espectador, sino que la emoción fluye, de manera natural, de los temas que tan sabiamente se deslizan en sus profundas líneas de guion y a través de la belleza de muchas de sus imágenes. Tampoco es una obra perfecta, ya que abusa un poco del recurso de la voz en off del narrador (Nick Offerman) y el excéntrico cóctel de drama, musical y ciencia ficción apocalíptica, con trasfondo filosófico y existencialista, se le puede indigestar a más de un espectador que busque otro cuento de fantasmas de Stephen King. Pero quien se acerque a ella con la mente abierta y sea capaz de conectar con el corazón de su historia, vivirá una de las experiencias más reconfortantes y enriquecedoras del cine de 2025. ♦
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