|| Críticas | Seminci 2025 | ★★★☆☆ ½
La chica zurda
Shih-Ching Tsou
Mirando el mundo
Rubén Téllez Brotons
ficha técnica:
Taiwán, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, 2025. Título original: «Left-Handed Girl». Dirección y guion: Shih-Ching Tsou y Sean Baker. Compañías: Good Chaos, Cre Film, Le Pacte. Festival de presentación: Semaine de la Critique – Festival de Cannes. Distribución en España: [Información no disponible]. Fotografía: Ko-Chin Chen, Tzu-Hao Kao. Montaje: Sean Baker. Reparto: Janel Tsai, Shih-Yuan Ma, Nina Ye, Brando Huang, Akio Chen, Xin-Yan Chao. Duración: 109 minutos.
Taiwán, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, 2025. Título original: «Left-Handed Girl». Dirección y guion: Shih-Ching Tsou y Sean Baker. Compañías: Good Chaos, Cre Film, Le Pacte. Festival de presentación: Semaine de la Critique – Festival de Cannes. Distribución en España: [Información no disponible]. Fotografía: Ko-Chin Chen, Tzu-Hao Kao. Montaje: Sean Baker. Reparto: Janel Tsai, Shih-Yuan Ma, Nina Ye, Brando Huang, Akio Chen, Xin-Yan Chao. Duración: 109 minutos.
La directora, pues, concibe el encuadre como la materialización visual de la mirada de su protagonista. Una materialización que no está abstraída del mundo, sino que, por el contrario, está definida por él. Los primeros planos de la niña tienen como eje central su mirada, pero, al estar filmados desde cierta distancia con un gran angular que amplifica la profundidad de campo, los diferentes elementos de la realidad por la que se mueve se van colando en el encuadre y, en consecuencia, comienza a moldear su forma de mirar. Los neones de los puestos del mercado nocturno convertidos en una lámpara bajo la que jugar en los momentos de soledad, los viajes de ida y vuelta con su hermana, la voz baja en la que hablan los adultos cuando ella está presente, las respuestas secas que le dan cuando pregunta por un pasado espinoso, la ausencia de su madre que no puede ayudarle con los deberes porque tiene que trabajar para darle de comer, los prejuicios de su abuela, la religión como semilla de una culpa plantada artificiosamente por su abuelo… Todo ello se filtra en el plano, entra en él desde sus laterales y se convierte en un elemento en apariencia epigonal que, sin embargo, termina definiendo todo cuanto acontece dentro de él.
Shih-Ching Tsou no se conforma con enunciar dicha faceta de la realidad, sino que, desde su enunciación, escruta el cúmulo de emociones que esta provoca en la niña y el modo en que afecta a su carácter y sus comportamientos. Así, La chica zurda se convierte en una obra sobre la experiencia de la infancia en una familia marcada por la pobreza, el silencio y la vergüenza, lo que permite que, pese al tono superficialmente intimista de las imágenes, se pueda trazar una cartografía compleja y matizada de la sociedad taiwanesa a partir de las vicisitudes emocionales de sus personajes. Y ello porque, a diferencia de otras cintas contemporáneas en las que los protagonistas viven ensimismados en la contemplación acrítica de sus propias emociones, la mirada de la niña no se fija en su rostro o en el de los espectadores, sino que indaga con una energía inusitada en cada intersticio de los diferentes lugares a los que acompaña a su hermana o su madre. Además, Shih-Ching Tsou logra algo tan difícil como extrapolar el humor ingenuo de su protagonista a las propias imágenes de la cinta sin que, por ello, la gravedad de las cuestiones que aborda se vea reducida. No se puede obviar, sin embargo, que en el último tercio de la película la directora adopta de forma brusca los códigos del melodrama, creando profundas disonancias tonales con el resto del relato y enfatizando de forma innecesaria algunas ideas que ya habían sido perfectamente desarrolladas previamente. Pese a todo, La chica zurda no deja de ser un sólido trabajo que no tiene miedo de mirar el mundo a través de los ojos de su protagonista. ♦
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