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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Los 4 fantásticos: Primeros pasos

    || Críticas | ★★★☆☆
    Los 4 fantásticos: Primeros pasos
    Matt Shakman
    Fantasmas semióticos


    Raúl Álvarez
    Madrid |

    ficha técnica:
    EE.UU. 2025. Título original: The Fantastic Four: First Steps. Director: Matt Shakman. Guion: Josh Friedman, Eric Pearson, Jeff Kaplan, Ian Springer. Productores: Jordi Abarca, Mitchell Bell, Grant Curtis, Louis D’Esposito, Lulu Dillon, Kevin Feige, Robert Kulzer, Tim Lewis, Ryan Meinerding, Nick Pepin. Productoras: Marvel Studios, Pinewood Studios, New Zealand Film Comission, Québec Film & TV Production Tax Credit, 20th Century Studios. Fotografía: Jess Hall. Música: Michael Giacchino. Montaje: Nona Khodai, Tim Roche. Reparto: Pedro Pascal, Vanessa Kirby, Joseph Quinn, Ebon Moss-Bachrach, Ralph Ineson, Julia Garner, Natasha Lyonne, Paul Walter Hauser. Duración: 1 h 55 min.

    Varada en tierra de nadie desde Endgame (Avengers: Endgame, Anthony y Joe Russo, 2019), que supuso un punto final narrativo, estético y, sobre todo, sentimental, Marvel por fin parece haber encontrado en Los 4 Fantásticos: Primeros pasos (The Fantastic Four: First Steps, Matt Shakman) una esperanza, un futuro, una utopía. No en vano, la nueva película de la Casa de las Ideas sitúa a su primera familia de superhéroes en una Tierra alternativa –Tierra-828, una suerte de América retrofuturista, rebosante de optimismo y luminosidad– que invita a sus aficionados a creer en un mañana mejor. Porque el pasado (ilusorio) también lo fue. Reed, Sue, Johnny y Ben viven en una variante de los años sesenta cuyo diseño de producción recuerda a las ilustraciones de portada de las revistas que editaba Hugo Gernsback: un futuro de cromo, vidrio y luces de neón, rascacielos afilados y coches voladores, robots domésticos y viajes interplanetarios. Mundos soñados.

    El desarrollo industrial y tecnológico de Estados Unidos después de la Primera Guerra Mundial forjó este imaginario entusiasta que años más tarde, en la década de los cuarenta, inspiró la arquitectura futurista Googie, originaria del sur de California y aún hoy visible en muchos moteles, restaurantes, gasolineras, cafeterías y boleras, que desafían el paso del tiempo con sus tejados en forma de flecha, su mobiliario flotante y sus paredes curvilíneas. Es el espíritu de Los Ángeles en Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994), la fantasía de Los Supersónicos (The Jetsons, 1962-1963), el éter de las comedias románticas de Rock Hudson y Doris Day, las noches vibrantes de Steven Spielberg y la Arcadia perdida de George Lucas. De todos estos referentes se alimentan unos 4F que viniendo, como vienen, de la mano de Matt Shakman, el director de Bruja Escarlata y Visión (WandaVision, 2021), amplían y completan la mirada nostálgica de este cineasta hacia un pasado que nunca fue, pero que él quiere hacer posible a través de la ficción superheroica. Estamos viendo –Superman (James Gunn, 2025)– y veremos más películas así, porque el trumpismo invita a mirar atrás en busca de luz.

    Este empeño por reinventar (y reescribir) la Historia, apoyándose en la ya un tanto fastidiosa moda de los multiversos, es probablemente el principal atractivo de una película que se sabe repetitiva en lo argumental, porque en esencia cuenta lo mismo que sus precedentes, de Tim Story a Josh Trank, y por lo tanto dirige todos los esfuerzos hacia el apartado técnico y artístico. Es lo que llevan haciendo los cómics desde hace décadas, así que es lógico que ahora les toque el turno a las películas. Mismas historias, distintos escenarios. Si en este caso la idea ha salido bien, o al menos algo mejor que en el Superman cincuentero de James Gunn, es porque Shakman ha depositado la inocencia de los tebeos originales de los 4F en el seno ilusionante de una utopía, no en una versión caricaturizada –para mal– de nuestro mundo. Esta decisión ha permitido unificar el tono y el estilo de Primeros pasos, construir un mundo coherente y ofrecer al público un espectáculo capaz de sostenerse solamente –para bien¬– en el goce visual y estético. Si ya está todo contado, hagámoslo más grande y sorprendente. Jack Kirby lo habría firmado con gusto. Por cierto, lo de Tierra-828 es un guiño al día de su nacimiento (28 de agosto de 1917).

    Atrapada y seducida así la mirada, al espectador le pueden pesar menos los dejes televisivos de Shakman en la realización y en la dirección de diálogos. El recurso al plano-contraplano llega a ser irritante, así como la nula profundidad de campo en algunas escenas (el lanzamiento del cohete) y los silencios calculados entre chiste y chiste, esperando quizá unas risas que unas veces llegan y otras no. Dado que las escenas de acción son todo lo contrario, habrá que pensar que Charlie Endean, el director de la segunda unidad, ha llegado una vez más al rescate, como ya hizo en Dominion (Jurassic World: Dominion, Colin Trevorrow, 2022) y en La ciudad perdida (The Lost City, Aaron y Adam Nee, 2022). Algún día habrá que reivindicar la labor autoral de las segundas unidades en el cine contemporáneo de superhéroes, puesto que el contraste entre la acción y las escenas de transición se ha hecho tan evidente, que a veces uno tiene la sensación de estar viendo dos películas distintas pegadas con cola. Un indicio de este desnivel suele estar en los créditos de edición, donde cada vez es más frecuente encontrar equipos de dos y hasta tres montadores que intentan encajar las piezas. Los cuatro guionistas y los dos montadores de Primeros pasos son clarificadores al respecto.

    En cuanto a lo dramático, como decía, estamos ante lo de siempre cuando se trata de ver en pantalla a los 4 Fantásticos: el origen de los poderes de cada miembro, los encuentros y desencuentros familiares, la llegada de Estela Plateada, la amenaza de Galactus… Y otra vez el fin del mundo, como es habitual desde que a Kevin Feige le diera por revisar sus cómics del Marvel Cósmico. Lo de siempre, sí, pero mejor contado –no era difícil– y envuelto en papel de caramelo. En su magistral El continuo de Gernsback, William Gibson sigue los pasos de un fotógrafo que recibe el encargo de tomar imágenes de ejemplos de arquitectura Googie. Su imaginación le empuja a creer ver una ciudad retrofuturista en medio del desierto. Un viejo amigo suyo le dice que lo que ha visto en realidad es un fantasma semiótico, un espejismo nacido del imaginario colectivo de la América de los años cuarenta. «Un mundo de sueños rotos». Durante casi dos horas, Primeros pasos obra el mismo milagro para un público al que cada día le cuesta más trabajo mantener la fe en los superhéroes. Y a creer que cualquier tiempo pasado fue mejor. ♦


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