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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Devuélvemela

    || Críticas | ★★★★★
    Devuélvemela
    Danny Philippou, Michael Philippou
    La negación


    José Martín León
    Telde (Las Palmas) |

    ficha técnica:
    Australia, 2025. Título original: Bring Her Back. Dirección: Danny Philippou, Michael Philippou. Guion: Danny Philippou, Michael Philippou, Bill Hinzman. Producción: Kristina Ceyton, Samantha Jennings. Productoras: Coproducción Australia-EstadosUnidos; Causeway Films, RackaRacka Studios, SAFC Studios, Salmira Productions. Distribuidora: A24, Sony Pictures. Fotografía: Aaron McLisky. Música: Cornel Wilczek. Montaje: Geoff Lamb. Reparto: Sally Hawkins, Billy Barratt, Sora Wong, Jonah Wren Phillips, Stephen Phillips, Sally-Anne Upton, Mischa Heywood.

    Parece que 2025 va a ser otro año memorable para el terror, un género que, poco a poco, está dejando atrás esa etiqueta de "menor", especialmente a la hora de recibir distinciones o premios. Tras de un peliculón como Los pecadores (Ryan Coogler, 2025) o agradables regresos a franquicias pasadas –Destino Final: Lazos de sangre (Zach Lipovsky, Adam B. Stein, 2025), 28 años después (Danny Boyle 2025) o Sé lo que hicisteis el último verano (Jennifer Kaytin Robinson, 2025)–, llega a las carteleras el segundo y esperadísimo segundo trabajo de los gemelos Danny y Michael Philippou, dos años después de triunfar con una ópera prima de ensueño, Háblame (2022), que encandiló a crítica y público, convirtiéndose en la cinta de terror más taquillera de la productora A24. La historia de aquella mano amputada, de procedencia no del todo clara, que servía de puente entre el mundo de los vivos y el de los muertos, sorprendió por la madurez demostrada por sus jóvenes realizadores, unos youtubers de cierta popularidad, tanto en la escritura de un guion de lo más sólido, capaz de abordar con seriedad temas tan profundos como la salud mental, el duelo o la dificultad para aceptar la muerte, con personajes adolescentes que, por una vez, escapaban de los habituales clichés con los que estos suelen ser tratados, como en su capacidad para generar unas atmósferas muy opresivas y regalarnos algunas de las escenas de posesiones más impactantes que se recuerdan. Con Devuélvemela, su nueva película, los Philippou elevan la apuesta para entregar una obra aún más compleja y menos comercial, que supone la consolidación de su talento, por si a alguien le quedaban dudas sobre si en Háblame había sonado la flauta por casualidad. Hay muchas similitudes con su debut, ya que la trama vuelve a repetir las mismas obsesiones, combinando, de igual manera, una historia sobrenatural alrededor de lo que pueda haber después de la muerte, con el drama más triste y descorazonador, logrando que el espectador se sienta fácilmente identificado con las penas de sus personajes, que son muchas y muy duras.

    Se nos presenta a una pareja de hermanos, Andy y Piper, los cuales acaban de perder trágicamente a su padre y, ante la ausencia de más familia, son acogidos por Laura, una mujer que también perdió a su hija en un accidente en la piscina de su casa, en principio, hasta que Andy cumpla la mayoría de edad (en pocos meses) y pueda hacerse con la tutela de su hermana. La llegada de los chicos a su nuevo hogar destapa una serie de circunstancias perturbadoras, como la presencia de otro niño más pequeño en acogida, Oliver, de apariencia y comportamiento extraños (no habla y tiene impulsos violentos), o la inestable personalidad de una Laura que, poco a poco, va dejando entrever un lado oscuro oculto tras ese rostro aparentemente amable. Devuélvemela, al igual que aquella La visita (M. Night Shyamalan, 2015) –salvando mucho las distancias, ya que se trata de productos radicalmente diferentes–, emerge como una suerte de Hansel y Gretel en clave terrorífica (el cuento de los hermanos Grimm siempre lo fue, al fin y al cabo), con dos desvalidos hermanos enfrentados a una amenaza diabólica (allí los supuestos abuelos, aquí la trastornada Laura) que les mantiene encerrados en su cabaña del bosque. Los Philippou no se andan con paños calientes a la hora de poner a personajes tan jóvenes e indefensos (Andy arrastra un trauma del pasado por la violenta relación con su padre y la inocente Piper padece de ceguera, lo que la convierte en una presa fácil) en situaciones de lo más escabrosas, creando una sensación de malestar e incomodidad muy potentes. Pero si hay alguien que se lleva de calle las escenas más extremas y desagradables (atención al momento cuchillo), ese es el pequeño Oli, brillantemente interpretado por un Jonah Wren Phillips cuya desasosegante presencia le erige, desde ya, en un nuevo icono del cine de terror, así como en el personaje que más sorpresas esconde y el que más se quedará marcado en la memoria del público, una vez acabada la proyección.

    Devuélvemela es un filme magistral, tanto en sus formas (los planos, cada encuadre, todo está cuidadísimo) como en su fondo, gracias a un guion fabuloso que no necesita explicar más de la cuenta, dejando que sea el espectador quien saque sus propias conclusiones y lecturas, y a la contundencia con la que trata las distintas maneras con las que sus criaturas se enfrentan a la pérdida. Hay que recalcar que no es una obra de fácil visionado y, mucho menos, de sencilla digestión. Sus creadores, casi imbuidos por el malrollismo característico del extremismo francés –el de Martyrs (Pascal Laugier, 2008) o Al interior (Alexandre Bustillo, Julien Maury, 2007)–, cargan las tintas en algunas de las escenas más sangrientas y explícitas que el género nos ha entregado en los últimos años, por lo que no es un trabajo apto para estómagos sensibles. Sin embargo, más que el abundante gore (ni niños ni animales domésticos escapan de la mente retorcida de sus guionistas), lo que más termina impactando es la frialdad de las terribles acciones de Laura. Sally Hawkins ofrece la que posiblemente sea la mejor actuación de su carrera en un rol complejísimo. Por una parte, podemos a llegar empatizar con el dolor de una madre que se sienta culpable por no haber podido salvar la vida de su hija y que haría cualquier cosa por devolverla a la vida, pero, por otra, no podemos más que sentir rechazo y pavor por malas artes que emplea. El trabajo de Hawkins es comparable, en su delicado equilibrio entre locura y realidad a los de las inmensas Kathy Bates de Misery (Rob Reiner, 1990) y Toni Collette de Hereditary (Ari Aster, 2018), esta última injustamente ninguneada en la carrera de premios. Dentro de un conjunto en el que todos los actores están maravillosos, ella es el alma (negra y enferma) de una película que genera auténtico horror, sí, pero que, a última instancia acaba dejando en el espectador un poso de tristeza y desolación que tarda en desvanecerse. Este calculado equilibrio queda reflejado en el modo en que Devuélvemela comienza haciendo que apartemos la mirada ante la crudeza de unos videos de VHS que muestran unos misteriosos rituales que terminan en sacrificios humanos, pero culmina su viaje de pesadilla con uno de los planos más hermosos del año, donde lo poético se da de la mano con lo macabro, redondeando la primera obra maestra de unos directores que ya apuntaban muy buenas maneras y que prometen traernos muchas alegrías más en el futuro. ♦


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