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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Tiger Stripes

    || Críticas | ★★★★☆
    Tiger Stripes
    Amanda Nell Eu
    La buena sangre


    Agus Izquierdo
    Barcelona |

    ficha técnica:
    Malasia, 2023. Duración: 95 min. Dirección: Amanda Nell Eu. Guion: Amanda Nell Eu. Reparto: Shaheizy Sam, Khairunazwan Rodzy, June Lojong, Fatimah Abu Bakar. Música: Gabber Modus Operandi. Fotografía: Jimmy Gimferrer. Producción: Akanga Film Productions, Flash Forward Entertainment, Ghost Grrrl Pictures, Kawankawan Films.

    Dijo una vez Gandalf, el gris, que un mago nunca llega tarde ni pronto, sino cuando se lo propone. Fue en la edición de 2023 del Festival de Sitges cuando vimos en premiere española Tiger Stripes, la extraordinaria y fantástica fábula coming of age de Amanda Nell Eu, que antes había pasado por Cannes para recoger el Gran Premio en la Semana de la Crítica. Ahora, casi un año más tarde, llega a nuestras salas este formidable debut con el que la directora malasia lograba atraer miradas de fascinación. Un viaje tierno y desmedido que nos invita a una agitada y divertida aventura en la jungla, aunando acción, sensibilidad juvenil, empatía con la pubertad femenina, que adereza con exquisitos toques de misterio, drama y fantasía. Y por qué no, en la que también reside un terror muy humano, visceral y perfectamente calibrado. La sangre pide sangre, la carne pide carne.

    En esa misma entrega quincuasexta de Sitges, Tiger Stripes colindó con El reino animal, de la cual también hablamos aquí. Ambas cintas nos describen un mundo hostil donde la alteridad es representada en forma de mutación. El filme de Amanda Nell Eu es, pues, un body horror en toda regla, que sirve como idónea y exótica metáfora para expresar el dolor que produce el rechazo. Una historia que se levanta como humilde aunque efectivo alegato contra la represión, la vergüenza y el dogma. Por eso, mientras la protagonista y sus amigas abren y cierran Tiger Stripes con una grabación en vertical, conectando con las nuevas generaciones Z y sus dinámicas tiktokeras (algo que también podría hacer pensar en el contenido que postea sin tregua Bobita en No esperes demasiado del fin del mundo de Radu Jude), entretanto, estas mismas chicas se topan de frente con una comunidad compleja, blindada en principios y erigida sobre cimientos culturales ancestrales y, en gran medida, ultraconservadores y puristas. Una sociedad cuya educación se basa en el relato mítico del honor y el qué-pensarán. Un entorno hostil y turboproteccionista que trata de puta a aquella mujer que sangra en público. Un sistema cerrado e intransigente que tacha todo aquello que rompe con la norma. Ante eso, solo queda abanderarse de la monstruosidad más libre e irreverente. Y ante eso, Zaffan no puede reprimirse a la hora de probar (literalmente) las vísceras aún calientes de alguna alimaña que encuentra a su paso. Se entrega al bosque y se adentra en lo esotérico e incomprensible, sin ser del todo consciente que aquello que le habían advertido como peligroso (lo salvaje, lo hostil, lo desconocido) es en realidad el lugar perfecto para poseer imprescindibles aprendizajes vitales. Y, entre cazar o ser cazada, esta elige la primera. Lo de Amanda Nell Eu sirve, pues, como ataque al extremismo religioso y a los viejos vigilantes de la moralidad.

    De esta manera, en Tiger Stripes acompañaremos de la mano a Zaffan (Zafreen Zairizai), de 12 años y en una encarnizada y sangrienta lucha en la que, a los problemas sociales y emocionales típicos de esa etapa, deberá también gestionar un proceso de autodescubrimiento y exploración entorno a su pubertad. En ese contexto, la joven hallará un incontrolable secreto de su propio cuerpo, que muta y se altera, hecho que provocará que su círculo más íntimo de amigas, pero también su familia y las autoridades de su instituto, la rechace vilmente. Es aquí, precisamente, en la comodidad de una típica microtragedia adolescente, donde Amanda Nell Eu articulará un excéntrico filme gamberro y a ratos locuazmente alocado. Zaffan compartirá con nosotros, humildes espectadores, su hallazgo más temido pero también natural (la menstruación), y nos hará de alguna manera confidentes y partícipes de esta grotesca pero honesta fuga hacia la selva, que sirve como refugio, como templo verde.

    Otra de las grandes bazas es la fotografía enriquecida de Jimmy Gimferrer (fiel colaborador de Albert Serra), que nos presenta aquí un escenario cómodo, dotado de modestos pero más que suficientes efectos especiales que singularizan el título y lo desmarcan de algunos parecidos. El fulgor fucsia neónico de los ojos, por ejemplo, que encandilan en la oscuridad de la selva habitada por manantiales paradisíacos e inhóspitos, recuerdan inevitablemente a Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas (2010), sobre todo en un convulso tramo final, donde el desenlace se desencadena en una especie de exorcismo frustrado y en el regreso a un estado de brutal asilvestramiento: Zaffan acaba asumiendo lo que en principio era una derrota (la vergüenza moral, el estigma). No obstante, lejos del fracaso, la conclusión desemboca en una hermosa victoria que nos recuerda que lo mejor que podemos hacer en la vida es abrazar la propia identidad.

    Y pese a todos los encontronazos que la protagonista ha de afrontar, la propuesta de Nell Eu, sin embargo, es mucho más luminosa que aquella calamitosa y aciaga que The Innocents (Eskil Vogt), con niños con poderes especiales, extraordinarios desde lo diferente, y que nos dejó a algunos un poco perturbados. No, Tiger Stripes camina por senderos opuestos al descaro de la hiperviolencia y el malestar psicológico, y de hecho se podría postular como un perfecto filme iniciático al cine sci-fi, tanto para adolescentes como para los más adultos de la casa. Y es que la magia de esta película, más allá de lo formal y estético (una recubierta eléctrica y espléndidamente cromática), es un tratamiento maduro y a la vez sensible, que dignifica lo diferente y que se atreve a defender, sin tapujos, la manifestación de la sexualidad primigenia sin filtros, ni paternalismos, ni justificaciones banales. Con todo, de paso, también infiere en la protesta ecologista, haciendo hincapié en la primordialidad de la naturaleza. Tiger Stripes visibiliza la nobleza de la mujer y exalta, sobre todo, la importancia de la autoaceptación y de la libertad en una moraleja nada forzada, edulcorada con un humor casi inocente, y con un mensaje que prescinde de tirabuzones y saltos acrobáticos y que se acaba coronando en una gran fiesta de expresión, con colores, con confeti y con texturas preciosistas. Blanco y en botella. O mejor dicho, rojo y en botella. ♦


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