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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Simón de la montaña

    || Críticas | ★★☆☆☆ ½
    Simón de la montaña
    Federico Luis Tachella
    Mucho Simón y poca montaña


    Miguel Martín Maestro
    Valladolid |

    ficha técnica:
    Argentina, Chile, 2024. Titulo: Simón de la montaña. Dirección: Federico Luis Tachella. Duración: 98 min. Compañías Productoras: 20/20 Films, Plant Producciones, Redrum, Mother Superior. Guión: Federico Luis Tachella, Tomas Murphy, Agustín Toscano Fotografía: Marcos Hastrup. Música: Hernán González Villamil Intérpretes: Lorenzo Ferro, Kiara Supini, Pehuén Pedre, Laura Nevole, Agustín Toscano, Camila Hirane.

    El núcleo familiar no tiene por qué ser el entorno ideal para desarrollarse como individuo. Ni tan siquiera tiene que ser positivo para la estabilidad, ni emocional ni psicológica. La familia puede apoyar, pero exige un peaje o un conflicto; el control, la negación de la realidad, la exigencia, la imposición, la coacción son reacciones normales en su interior. El personaje de Simón (Lorenzo Ferro) sabe lo que es sentirse desplazado y un extraño, siente que molesta dentro de una relación que su madre mantiene con una nueva pareja, que su discapacidad en vez de fomentar el apoyo provoca la tirantez y la negación de la realidad por parte de ella, que pretende que su comportamiento y reacciones se desarrollen dentro del esquema de la "normalidad" institucionalizada. Buscando comprensión, cariño, aceptación, Simón autogestiona sus relaciones pese al rechazo materno. Una salida a su entorno familiar opresivo es un centro de acogida de chavales con problemas, en mayoría de discapacidad intelectual, donde se siente uno más y donde sus excentricidades o reacciones incontroladas pasan inadvertidas por acomodarse al comportamiento estándar de todos ellos, salvo que excedan las normas internas del propio centro, momento en que Simón tiene que asumir el choque con una doble realidad, la del propio centro y la de una madre entre negacionista y ultraprotectora que se debate entre aislar a su hijo del mundo o deshacerse de su molesta presencia.

    El primer largometraje del director argentino Federico Luis Tachella no busca sorpresas visuales, ni juegos de guion, ni imágenes metafóricas. El relato es transparente y evidente sin buscar dobles intenciones. Apela al sentimiento del espectador apoyándose en los actores y desde el retrato de la normalidad de personas con discapacidad intelectual, capaces, incluso, de engañar al sistema. Si en Los tramposos de Pedro Lazaga se desplegaba todo un catálogo de timos donde personas normales simulaban tener alguna enfermedad mental para desplumar a los incautos avariciosos, aquí la pareja Simón-Pehuén también simulan, pero en este caso fingen ser más discapacitados de lo que son para conseguir mejores ventajas del sistema, desde una pensión hasta una entrada de cine gratis o un carnet que permita a Simón entrar libremente en el centro al que acuden sus nuevos amigos. El recorrido argumental de la película bascula, por tanto, entre dos ambientes, el de libertad donde Simón se considera uno más del grupo de jóvenes y el de opresión y control que representa la figura materna. Tesis y antítesis manejadas con cierta demagogia evidente para que sintamos empatía hacia los jóvenes por más que se coloquen en situación de autopeligro de manera constante.

    Frente a Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, la otra película argentina con repercusión en la pasada edición de Cannes, un auténtico modelo de originalidad y riesgo, Simón de la montaña es monocorde y asume su nulo riesgo jugando con red de protección, la enfermedad de los protagonistas. Tesis, antítesis y síntesis marcan su recorrido, balance y contrabalance, hay un camino preordenado por el guion del que el director no se separa y, lo que es peor, no permite al espectador la digresión de imaginar o elucubrar otras opciones a partir de sus imágenes. Sometido a la dictadura del guion el recorrido se minimiza y todo queda a expensas de lo que el espectador sea capaz de aceptar de las interpretaciones, solventes la del protagonista haciendo ese papel tan agradecido en el cine como es el de representar a un discapacitado y las de sus compañeros de reparto haciendo de sí mismos, y exagerada y sobreactuada la de una madre dibujada para no resultar atractiva en ningún momento. Separándose del camino abierto por el nuevo cine argentino la película de Federico Luis Tachella se acerca más a la etapa de las historias mínimas que a una película con entidad propia capaz de perdurar y quedar impresa en la memoria reciente y futura. ♦


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