|| Críticas | Berlinale 2024 | ★★☆☆☆ ½
Necesidades de una viajera
Hong Sang-soo
Fuera de foco
Luis Enrique Forero Varela
ficha técnica:
Corea del Sur, 2024. Título original: «여행자의 필요». Dirección: Hong Sang-soo. Guion: Hong Sang-soo. Compañía productoras: Jeonwonsa Film. Fotografía: Hong Sang-soo. Música: Hong Sang-soo. Intérpretes: Isabelle Huppert, Lee Hye-young, Kwon Hae-hyo, Cho Yun-hee. Duración: 90 minutos.
anexo| Cobertura de la Berlinale 2024
Corea del Sur, 2024. Título original: «여행자의 필요». Dirección: Hong Sang-soo. Guion: Hong Sang-soo. Compañía productoras: Jeonwonsa Film. Fotografía: Hong Sang-soo. Música: Hong Sang-soo. Intérpretes: Isabelle Huppert, Lee Hye-young, Kwon Hae-hyo, Cho Yun-hee. Duración: 90 minutos.
anexo| Cobertura de la Berlinale 2024
A traveler’s needs supone una nueva iteración en un universo personalísimo, donde la sensibilidad ante los estímulos sensoriales genera una dialéctica y una estética propias, suspendiéndose así cualquier otra consideración o digresión más, llamémoslo, mundana, acerca de la experiencia humana. No se trata únicamente del planteamiento sobre el que el coreano probablemente ha estructurado su película. Bien es cierto que las interacciones entre su protagonista, Isabelle Huppert, cuya presencia engrandece en todos los casos cualquier obra —y esta no es una excepción—, y las personas a las que va encontrándose, exhiben una especie de libertad frente a lo convencional, lo predecible (a veces, recordándome a los personajes de Eric Rohmer); elementos en los que se observa probablemente el genio de su director. Esta alegre y ligera profesora de francés, perdida en alguna ciudad coreana, Iris, protagonista, no solamente se comporta, desde el primer minuto de metraje, como una presencia atípica en un entorno ajeno, sino parece que este comportamiento excéntrico entabla una relación simbiótica con el entorno, nutriéndose de este y, a su vez, modificándolo.
Y es que el personaje de Huppert da la impresión de haber comenzado a existir en el momento de inicio de filmación, como una presencia sobrenatural. Porta consigo un pasado muy vago, ambiguo, y no hay ningún indicador preciso acerca de cuáles son sus motivaciones principales, sus deseos. Su actitud como personaje consiste en conectar con su alrededor de manera improvisada, e ir descubriendo por el camino cuál será la lógica de cada interacción. Deambula como un espectro amable entre las calles, por los parques, levitando casi, esperando esa colisión física que supone el primer encuentro con un desconocido. Su método de didáctica ha sido fabricado por ella misma, y, hasta ahora, aparenta ostentar un relativo éxito: en lugar de centrarse en las estructuras sintácticas, las conjugaciones de los tiempos verbales o la pronunciación, demanda de sus alumnos una expresión emocional, a partir de la cual ella configura ad hoc, un pequeño texto en francés, que les entrega en forma de una tarjetita, escrito a mano. Y la lectura de esta tarjeta en voz alta parece obrar el milagro.
Es a través del aprendizaje cómo construye Iris un puente emocional con sus alumnos. Su aspecto etéreo y casi fantasmal parece cobrar entidad cuando otras personas reparan en ella. Así, por ejemplo, la reclutan Wonju (Lee Hyeyoung) y su marido Haesoon (Kwon Haehyo), quienes identifican a la profesora y la llaman desde el balcón de su casa. Conversan entonces sobre música, sobre poesía, beben Makgeolli —un detalle nada trivial, pues esta actividad, presente a lo largo de la filmografía de Sangsoo, supone no solo un ejercicio de descompresión social, sino mucho más, prácticamente un ritual de comunión, de fraternización— y ahondan en las emociones que tocar la guitarra eclosionan en la alumna. Iris repite su estrategia de enseñanza, frase a frase. Parece que su personalidad no existe sin la interacción con un interlocutor. Entonces, ¿Qué representa entonces este personaje, tan ajeno a la vida cotidiana que la rodea? ¿Cuáles son esas necesidades que ella, como viajera, necesita, aludiendo al título del filme?
El carácter de Iris no cambia siquiera en el apartamento que comparte con Inguk (Ha Seongguk), consciente de las dificultades económicas por las que ella pasa, con un empleo precario y voluble como el que ostenta y que ella misma no parece desempeñar como un mero medio de producción. La compañía que él recibe de Iris suple cualquier carencia relacionada con lo económico. En Iris, el desarrollo vital poco o nada tiene que ver con una lógica previsible; las necesidades sobre las que nos preguntábamos un poco más arriba tienen más que ver con el humanismo; con la construcción puentes en los que mirar a su interlocutor y descubrir sus especificidades, sus características únicas. Así, con estos pequeños diálogos imperfectos, se va formando progresivamente este paisaje urbano y sensible por el que Iris transita, con su inocencia como estandarte.
A traveler's needs está mucho menos pulida que otras obras dentro de la fecunda filmografía del coreano. Basta con acercarse a The novelist’s film (2021) para comprobar cómo A traveler’s needs carece de una estructura más, digamos, elaborada, más sustentada en el guion; lo cual podría tratarse de un movimiento premeditado, buscando la verdad en la improvisación de sus actores y actrices. O bien puede ser la ejecución mediocre de una idea menos trabajada que de costumbre. Lo que está claro es que se aprecia en todo caso la mano de Sangsoo detrás de la cámara de A traveler’s needs. Respira bajo sus defectos esa búsqueda de calidez interpersonal construida a través de unos diálogos orgánicos, en los que ni todo lo que se dice es relevante, ni todo lo que se omite es innecesario. La fotografía (también de Sangsoo), además, se desentiende, renuncia a cualquier afán estilístico, a cualquier capricho en lo respectivo a la forma para simplemente acompañar, para de hecho transformarse en un interlocutor más, silencioso pero muy atento, que observa y asiente en el diálogo de sus personajes, sin juzgar, sin participar, pero dejando patente su presencia y, sobre todo, su interés.
Con ello, A traveler’s needs es una película fallida. No porque algunas de las bondades esperables en una obra como esta brillen por su ausencia o se encuentren sepultadas entre errores o malas decisiones técnicas. Al contrario; se alcanza, como decimos, a apreciar la autoría, lo cual significa que la intensa presencia de Sangsoo emerge a la superficie a pesar de sí mismo. Por una vez, se hace demasiado notorio su rápido proceso de rodaje y, claro está, su escaso andamiaje narrativo. Por tanto, no solo se hace patente esa austeridad típica de las obras menores de todo director, sino que, estando claro que lo es, parece un trabajo secundario que recopila las inquietudes sentimentales del autor seulés. A pesar de celebrar aquí la presencia de algunas de las virtudes características de su cine, resulta inevitable entornar la vista ante un filme mínimo --en el amplio sentido de la palabra-- difuso y poco trabajado, propio de un realizador hastiado y sin discurso. Esto se alza sin ninguna duda como lo realmente decepcionante por delante de cualquier agradable y reconocible rima.