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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | El último viaje del Demeter

    || Críticas | ★★★☆☆
    El último viaje del Demeter
    André Øvredal
    Sangriento cuaderno de bitácora


    José Martín León
    Telde (Las Palmas) |

    ficha técnica:
    Estados Unidos, 2023. Título original: The Last Voyage of the Demeter. Dirección: André Øvredal. Guion: Bragi F. Schut, Zak Olkewicz. Novela: Bram Stoker. Producción: Bradley J. Fischer, Mike Medavoy. Productoras: Coproducción Estados Unidos-Reino Unido-Alemania; Amblin Partners, Viola Film, Phoenix Pictures, Reliance Entertainment, DreamWorks SKG, Studio Babelsberg, New Republic Pictures, Universal Pictures. Fotografía: Tom Stern, Roman Osin. Música: Bear McCreary. Montaje: Julian Clarke, Patrick Larsgaard, Christian Wagner. Reparto: Corey Hawkins, Aisling Franciosi, Liam Cunningham, David Dastmalchian, Javier Botet, Woody Norman, Jon Jon Briones, Stefan Kapicic, Nikolai Nikolaeff, Chris Walley.

    Es una realidad, dolorosa para los cinéfilos más puristas, esos que no conciben un gran estreno en otro medio que no sea una sala de cine, que tenemos que aceptar de una vez por todas, y esa no es otra que el hecho de que las plataformas de streaming se hayan convertido en una opción, cada vez más demandada, de disfrutar de las películas más recientes desde la comodidad del sofá de casa. Esto podría verse como una de las principales causas por las que la gente está dejando de acudir a las salas, traduciéndose esto en preocupantes cifras para el negocio, si no fuese porque, al mismo tiempo, muchos títulos que no han tenido el funcionamiento económico que se esperaba de ellos, encuentran una segunda oportunidad en la pequeña pantalla, para terminar siendo más rentables. Uno de los casos más notables ha sido el de El último viaje del Demeter (2023), una ambiciosa producción de terror que, pese a contar con un presupuesto cifrado en 45 millones de dólares, no llegó a recuperar ni la mitad de esa inversión en la taquilla mundial. Hay que tener muy en cuenta que el filme, víctima de serios problemas de marketing, jamás llegó a estrenarse en países como el Reino Unido o España, donde el 12 de julio ha visto por fin la luz gracias a Amazon Prime Video, un año después de su fracasado estreno en Estados Unidos. Sin duda, la propuesta habría merecido ser disfrutada en la pantalla más grande posible, tanto por lo atractivo de la misma como por la categoría del director que está detrás de ella. Hablamos, ni más ni menos, que André Øvredal, quien sorprendiera desde su Noruega natal con una original y baratísima (tres millones de dólares que lucen en pantalla, gracias a sus hiperrealistas efectos especiales, como si fuesen muchos más) muestra de metraje encontrado titulada Troll Hunter (2010), antes de labrarse un nombre en el género de terror dentro de Hollywood, gracias a cintas tan dignas como La autopsia de Jane Doe (2016) o Historias de miedo para contar en la oscuridad (2019).

    Luego está la temática de la película, de lo más llamativa, ya que tiene como protagonista a uno de los monstruos cinematográficos más icónicos y más veces llevado a la gran pantalla, el Drácula de Bram Stoker. En esta ocasión, para desmarcarse de la multitud de visiones que se han dado sobre su alargada figura, la historia se centra en uno de los capítulos menos explotados (a la vez que más terroríficos y con un mayor potencial) de la novela de 1897. Concretamente, el séptimo, un diario del capitán del Demeter, estructurado como si fuese un cuaderno de bitácora, a través de una serie de cartas y anotaciones sobre lo que sucedería en aquella fatal travesía de la famosa goleta desde que zarpara desde Rumanía, rumbo a Inglaterra. Un pasaje por el que la mayoría de las adaptaciones habían pasado de puntillas, tal vez por su dificultad para ser trasladada a la pantalla, dada su narrativa, pero que Øvredal utiliza para edificar una monster movie que, aun manteniendo la esencia de la obra de Stoker, bebe más de las aguas de Alien el 8º pasajero (Ridley Scott, 1979) y todas las variaciones que surgirían después, con grupos de personas acechados por criaturas asesinas de toda índole en escenarios más o menos claustrofóbicos –entre ellas, series B tan disfrutables como Deep Rising, el misterio de las profundidades (Stephen Sommers, 1998) o The Relic (Peter Hyams, 1997)– que del espíritu más clásico y romántico que siempre ha sobrevolado las películas sobre Drácula. El último viaje del Demeter comienza de manera espectacular, mostrando cómo un destrozado navío llega a las costas de Whitby (Inglaterra), en medio de una descomunal tormenta y sin rastro de tripulación en su interior. Estas primeras imágenes, cargadas de una belleza casi fantasmal, que ya dejan constancia de que estamos ante una obra visualmente muy cuidada, con un diseño de producción y una fotografía de Tom Stern y Roman Osin fantásticos, nos trasladan (por obra y gracia, también, de un buen CGI, todo hay que decirlo) a los ambientes y a la época en los que trascurre la historia, con todo lujo de detalles.

    Por lo demás, esta nueva aproximación al personaje de Drácula se mueve dentro de los parámetros habituales de las películas “con bicho” de las que bebe, es decir, un guion funcional, articulado para ofrecer una sucesión de muertes, a cuál más truculenta (en este sentido, los fans de las emociones fuertes aplaudirán sus dosis de gore) y personajes arquetípicos (el capitán, sacrificado y capaz de morir al pie del cañón; el médico, inteligente y sensato, al que pocos creen cuando alerta del peligro, la chica, principal víctima del vampiro, ya que llegó al barco como su fuente de “alimento”) interpretados sin demasiada inspiración por sus actores, algunos, tan constatadamente buenos, como Liam Cunningham y David Dastmalchian, aquí algo desaprovechados. A favor de la cinta está, por otro lado, la escalofriante caracterización de nuestro Javier Botet, todo un especialista en meterse en la piel de las criaturas más imposibles, como este príncipe de las tinieblas que en El último viaje del Demeter toma una monstruosa forma, más cercana al Nosferatu de Murnau o Werner Herzog que a las versiones más “humanas” de Drácula. Sus apariciones en pantalla resultan impactantes y consiguen provocar más de un escalofrío, ayudadas, también, por el hecho de que, por una vez, los guionistas no tienen compasión con perfiles de personajes que, dentro del cine comercial, suelen salir mejor parados. Estamos, por lo tanto, ante una película de terror de manual, algo superior a la media, tanto por la mencionada crueldad de la que hace gala, como por la conseguidísima atmósfera de peligro desarrollada por su director. No pasará a la historia. Ni siquiera cuenta con cualidades suficientes como para contarse entre lo mejor que dio la cosecha de 2023 en el género, pero sí poseía el suficiente atractivo como para merecer esta repesca que la ha rescatado del olvido al que parecía condenada. Entretiene en todo momento, tiene buen ritmo y el final, con sus licencias sobre la novela, deja, incluso, las puertas abiertas a una secuela que (¿por desgracia?) nunca llegará. Siempre nos quedará el Nosferatu de Robert Eggers... ♦


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