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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Wild Diamond (Diamant Brut), Agathe Riedinger [Cannes 2024]

    || Críticas | Cannes 2024 | ★★★☆☆ ½
    Wild Diamond
    Agathe Riedinger
    Cuando la ficción moldea la realidad


    Rubén Téllez Brotons
    Cannes |

    ficha técnica:
    Francia, 2024. Título original: Diamant Brut. Duración: 103 min. Dirección: Agathe Riedinger. Guion: Agathe Riedinger. Música: Audrey Ismael. Fotografía: Noé Bach. Compañías: Silex Films. Distribuidora: Pyramide Distribution. Reparto: Malou Khebizi, Idir Azougli, Andréa Bescond, Ashley Romano, Alexis Maneti.

    Diamant Brut, la única ópera prima que compite por la Palma de Oro en esta edición del Festival de Cannes, se desarrolla alrededor de aquello que dijo Pasolini hace más de cincuenta años de que, en el futuro, por culpa de las televisiones, los seres humanos no vivirían sino en un simulacro de realidad que nada tendría que ver con el mundo real. Agathe Riedinger diseña en su primera película un mecanismo de indagación, por momentos de carácter documental, a través del cual se adentra en la neblina confusa y densa de ese futuro que es hoy, en el que las imágenes falsas alteradas a conciencia para que transmitan en todo momento una ilusión de veracidad tan fuerte e inquebrantable que terminen siendo interpretadas como reales, están a la orden del día.

    La cinta cuenta la historia de Liane (Malou Khebizi), una joven de 19 años cuyo sueño es convertirse en influencer: graba tiktoks bailando las últimas canciones de moda, interactúa con sus seguidores, muestra su día a día en Instagram, y, en fin, hace todo lo que se supone que alguien que quiere ser famoso gracias a las redes sociales tiene que hacer. Para intentar terminar con la precariedad económica que asfixia a su familia, decide enviar un vídeo a una productora que está realizando una audición para un programa de telerrealidad. Para su sorpresa, el vídeo es bien recibido por el equipo de casting, que la llama para entrevistarla en persona y ver si su personalidad se amolda al perfil que buscan. La entrevista va bien y Liane sale con la convicción de que la van a coger. Pero dicha convicción la sumerge en una nube de ensoñación que la irá ahogando con fuerza a medida que el tiempo vaya pasando y la respuesta por parte de la productora no llegue.

    Partiendo de esta premisa en apariencia sencilla, la directora diseña unas imágenes de corte realista que rastrean el impacto que tiene la propia imagen en la sociedad contemporánea, rehuyendo en todo momento de la sombra de la autoconciencia y de la metaficción; es decir, la cámara no busca filmar otra cámara que, a su vez, está filmando cómo una cámara filma a la protagonista, sino que se acerca al rostro de esta última para retratar con una autenticidad impresionante las consecuencias que sufre por desarrollar su día a día sobre la tensión que surge cuando la realidad se construye desde la ficción y no al revés. Uno de los grandes aciertos de Diamant Brut es, por tanto, el profundo y complejo retrato que hace de esa joven cuya constante negación de la identidad (“cuando esté en la televisión me veréis tal y como soy”, le dice a su madre y a sus amigas) es el claro síntoma del dolor que la devora por dentro.

    Y es que Liane se va obsesionando de forma progresiva con la fama, el lujo y el cuerpo que las grandes empresas venden como perfecto (que no existe y que es una forma de crear complejos estéticos a la ciudadanía para que los solvente a base de cirugías innecesarias); y la frustración que siente al constatar que su vida no se parece en nada a la que sueña con tener, va cargando la atmósfera de la película hasta terminar golpeando los nervios del espectador a fuerza de romper con el tono sosegado y contemplativo que imperaba al inicio para sustituirlo por uno frenético en su desesperación, que se sostiene sobre los hombros de las elipsis bruscas —las escenas terminan antes de que su recorrido emocional haga lo propio— y los rápidos movimientos de la cámara en mano que se agolpan sobre la pantalla.

    Riedinger hilvana de forma muy coherente un discurso sobre las formas en que el capitalismo heteropatriarcal utiliza todos los medios a su disposición —publicidad, cine, programas de televisión, revistas, etc.— para establecer unos cánones de belleza normativos e imposibles de alcanzar, que no hacen sino generarle graves problemas de salud mental a todas aquellas personas que, hipnotizadas por la maquinaria envenenada del sistema, ven dicha representación de los cuerpos como un modelo a seguir. La directora, además, puntea la narración con momentos de verdadera fisicidad en los que la protagonista explora su propia corporalidad de forma violenta por culpa de la crispación y la ansiedad que le provoca la incapacidad de ser “la Kardashian francesa”.

    Diamant Brut se ve lastrada, sin embargo, por el empeño de su realizadora en subrayar parte del discurso a través de unas escenas expresionistas y barrocas —en las que abundan el uso de cámara lenta, la música extradiegética a todo volumen y el texto sobreimpreso en la pantalla—, que no se integran de forma orgánica en el relato y que sólo consiguen romper una y otra vez la cadencia perfecta y el tono absorbente de las imágenes. Imperfecciones de debutante que, pese a todo, no empañan la calidad de esta poderosa ópera prima. ♦


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