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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Dear Jassi

    || Críticas | 68 SEMINCI | ★★★☆☆
    Dear Jassi
    Tarsem Singh
    Herida y venda


    Rubén Téllez Brotons
    Valladolid |

    ficha técnica:
    India, 2023. Título original: Dear Jassi. Dirección: Tarsem Singh. Guion: Amit Rai. Música: Kanwar Grewal. Fotografía: Brendan Galvin. Reparto: Pavia Sidhu, Yugam Sood, Gourav Sharma, Sukhwinder Chahal, Balinder Johal, Vipin Sharma, Bhavkhandan Singh Rakhra, Amanda Sullo.

    ¿Desde qué nueva perspectiva puede acercarse un cineasta a un texto clásico que quiere poner en imágenes? ¿Cómo puede filmar la adaptación de una historia que, a base de infinitas representaciones teatrales, traducciones y lecturas escolares, se ha vuelto universal? ¿Debe realmente un director llevar a la gran pantalla una narración que ha sido exprimida hasta la anemia? ¿Qué elemento estético diferenciador se le puede aplicar a un libreto que ha pasado por algunas de las manos con más talento de la Historia del arte? ¿Hacer una lectura de dicha obra desde una perspectiva contemporánea sería una forma de acercarla a un público más joven o, por el contrario, supondría una traición a su esencia? Tarsem Singh, muy probablemente, se hizo estás preguntas mientras preparaba su nueva película, Dear Jassi, que no es sino una puesta al día de Romeo y Julieta en la que conviven al mismo tiempo una pulsión celebradora y una crítica de ese amor loco que mueve montañas, que sobrevive a pesar de todas las adversidades, que puede con todos y contra todo.

    El director se lleva el texto de Shakespeare a la India de los años noventa, donde Romeo es Mithu (Yugam Sood), un chico muy pobre que trabaja como conductor de bici-taxis, y Julieta es Jassi (Pavia Sidhu), una joven de clase alta que viaja a Punjab —la ciudad en la que sucede la acción— para visitar a su familia. Se conocen por casualidad, se enamoran a primera vista e inician un romance secreto que, como es de esperar, no será nada fácil de mantener con vida. La distancia —ella vive en Canadá—, la diferencia de clases sociales, la férrea oposición de la familia de ella, el aparato burocrático completamente corrompido de la India y un largo etcétera que se podría estirar hasta los límites del infinito, serán los obstáculos a los que se tendrán que enfrentar para estar juntos, para poder quemar sus horas frente a un sol que arde con la misma desesperación que sus corazones, para ejercer, en fin, su derecho a ser felices.

    La originalidad de la obra reside en las pinceladas de humor negro que va aplicando su director por capas y de forma muy sutil a lo largo de todo el metraje. Durante las primeras escenas, el espectador no sabe cómo interpretar esos pequeños gestos que son capaces de darle la vuelta a una situación extrema, de convertir un drama descarnado que roza por momentos la tragedia en una comedia cuando menos oscura. Quienquiera que fuese el que dijo eso de que los extremos se terminan tocando, llevaba razón, al menos —o puede que sólo— en lo que a esta cinta respecta. Así, lo que en un principio parecen meras fugas humorísticas, válvulas de escape cuya existencia no hacen sino confirmar el carácter desesperado de la propia historia, a fuerza de ser insertadas en las esquinas más serias de la película, terminan resignificando todas sus imágenes.

    La película avanza por la pantalla como un animal ebrio de confusión que se pierde en mitad de la noche: o sea, conocedor de que las contradicciones entre las que camina no tienen más desembocadura que la muerte. Dear Jassi se presenta ante la mirada como un ejercicio de humanidad que encuentra en sus indecisiones el centro condensado de su personalidad, de la de todos. Porque el espectador es tan consciente como los propios personajes de que ese amor que roza los límites del delirio sin salirse nunca del territorio seguro de la cordura es a la vez certeza de vida y augurio de tragedia. Y pese a ser conscientes —tanto el público como los protagonistas—, les da igual, porque ante la fragilidad de una realidad que no es sino sufrimiento y angustia, la fisicidad de un beso cargado de emoción se presenta como la única certeza a la que agarrarse. Y en el centro de toda esta vorágine de risas que son cuchillos y abrazos que laceran la carne, Yugam Sood y Pavia Sidhu ofrecen unas interpretaciones tan contenidas como emocionantes, tan desgarradoras como ligeras, que celebran esa locura llamada amor, al mismo tiempo que la refutan. Herida y venda.


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