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    Crítica | Creed III

    || Críticas | ★★★☆☆
    Creed III
    Michael B. Jordan
    De ídolos caídos y héroes de barro


    José Martín León
    Telde (Tenerife) |

    ficha técnica:
    Estados Unidos, 2022. Título original: «Creed III». Dirección: Michael B. Jordan. Guion: Zach Baylin, Keenan Coogler (Historia: Ryan Coogler, Keenan Coogler, Zach Baylin). Producción: Robert Chartoff, Irwin Winkler, Ryan Coogler, Michael B. Jordan, Sylvester Stallone, David Winkler, Charles Winkler, Jonathan Glickman. Productoras: Metro-Goldwyn Mayer (MGM), Warner Bros., Chartoff-Winkler Productions, New Line Cinema, Proximity, Glickmania. Distribuidora: Warner Bros. Fotografía: Kramer Morgenthau. Música: Joseph Shirley. Montaje: Tyler Nelson. Reparto: Michael B. Jordan, Tessa Thompson, Jonathan Majors, Phylicia Rashad, Mila Davis-Kent, Florian Munteanu, Wood Harris, Tony Bellew, Selenis Leyva. Duración: 116 minutos.

    Películas de género pugilístico han sido muchas a lo largo de la Historia del Cine y no fueron precisamente pocas las que quedaron como grandes clásicos del celuloide. Desde aquellos lejanos Cuerpo y alma (Robert Rossen, 1947) o El ídolo de barro (Mark Robson, 1949) a Toro salvaje (Martin Scorsese, 1980) o Million Dollar Baby (Clint Eastwood, 2004), los dramas ambientados en el mundo del boxeo han tenido cierta facilidad para conectar con el público, pero pocas obras han sabido calar en el imaginario popular con fuerza con la que lo hizo Rocky (John G. Avilsen, 1976). Sylvester Stallone luchó con uñas y dientes para vender su guion, sin saber que la película que saldría de él terminaría siendo aquel enorme éxito que le encumbraría como estrella. La historia de superación de Rocky Balboa, el italoestadounidense de clase baja que alcanza su sueño de pelear contra el campeón de pesos pesados Apollo Creed cautivó por la fuerte carga de humanidad que Stallone supo darle, no solo desde el guion, sino también desde su entrañable interpretación, justamente nominada al Oscar, antes de que el actor se convirtiera en asiduo premiado en los temidos Razzies. El triunfo fue tal a todos los niveles (Oscars a mejores película, director y guion, y 225 millones de dólares de recaudación) que permitió que la historia de Rocky siguiera estirándose hasta cinco títulos más, algunos de ellos dirigidos por el propio Stallone, donde vivimos la revancha contra creed tras su primera derrota; un cara a cara contra el mismísimo Mr. T; su apoteósica rivalidad con el soviético Ivan Drago; su posterior retiro de las peleas, pasando a ser entrenador de un impetuoso joven, y su etapa de retiro tras enviudar de su amada Adrian. Nueve años después del supuesto broche final a la saga que fue Rocky Balboa (Sylvester Stallone, 2006), el actor volvió a meterse en la piel de su personaje más emblemático (con permiso de John Rambo) en Creed. La leyenda de Rocky (Ryan Coogler, 2015), un Spin-off destinado a inaugurar su propia franquicia paralela, con el hijo del célebre Apollo Creed, Adonis (encarnado por Michael B. Jordan) como principal protagonista. La gigantesca presencia de Stallone como entrenador del muchacho, una versión envejecida y cargada de sabiduría del Potro italiano, fue aclamada por la crítica y rozó el Oscar al mejor actor secundario, que finalmente fue a parar a manos de Mark Rylance por El puente de los espías (Steven Spielberg, 2015).

    El experimento salió bien y el éxito también acompañó a Creed II (Steven Caple Jr., 2018), todo un regalo nostálgico a los fans de Rocky IV (Sylvester Stallone, 1985), que trajo de vuelta a Dolph Lundgren como Drago –valiéndose de la excusa del choque sobre el cuadrilátero entre el hijo de este, Viktor, y Adonis– y mostró a un Rocky gravemente enfermo, rindiéndose ante la posibilidad de morir. Hay que reconocerle a Stallone el mérito de haber logrado que aquel personaje nacido de su imaginación nos haya acompañado durante más de cuatro décadas, ganándose el cariño de distintas generaciones, pero en Creed III, que Michael B. Jordan no solo protagoniza, sino que también dirige, siendo su ópera prima como realizador, se ha tomado la decisión de prescindir de la icónica presencia de Rocky para que Adonis tome su propio camino en solitario. Una circunstancia que, en principio, puede disgustar a muchos seguidores de una saga que no conciben este universo sin su personaje más querido, pero que, sorprendentemente, no termina de pasar factura a la nueva película. A estas alturas, el rol de Adonis ha adquirido la suficiente dimensión como para brillar por sí mismo y esta entrega lo presenta ya retirado de las peleas, tras haber alcanzado todo lo que un profesional podría soñar, numerosos récords, fama, dinero y una feliz vida familiar junto a su esposa Bianca y su pequeña hija Amara, en una mansión de lujo. Sus días tranquilos (demasiado para quien ama la adrenalina de los combates) dirigiendo una academia de boxeo, donde prepara a su más aventajado alumno, Little Duke, para una esperada pelea contra Viktor Drago, se ven perturbados por la llegada de un viejo conocido del pasado, Dame, salido de prisión tras pagar una pena de 18 años por un suceso en el que ambos estuvieron implicados. Esta incorporación se revela como el mayor acierto de Creed III gracias a la potente actuación de Jonathan Majors, que consigue que su Dame esté muy por encima del arquetipo de tipo chulesco y problemático que el guion plantea. El intérprete consigue que su personaje, el típico perdedor lleno de rencor porque ha visto cómo su amigo le dio la espalda y vivió la vida de triunfos que esperaba para sí mismo, mientras él se pudría en la cárcel, no se quede en el simple “villano” antagonista, sino que sea entendido una víctima de su doloroso pasado, movido por motivos con los que se puede llegar a empatizar. Por otra parte, las escenas que Majors comparte con Jordan resultan electrizantes, con un duelo interpretativo de altura, tanto dentro como fuera del ring.

    Menos inspiradas resultan las escenas que muestran la vida familiar de Adonis. A pesar de que Tessa Thompson está más que correcta, su personaje no llega a adquirir nunca el peso necesario como para destacar más allá que como apoyo de su marido, por mucho que se subrayen sus similitudes con el personaje de Dame, dado que ella, productora musical de éxito, también sufre cierta frustración al ver cómo otras voces interpretan sus canciones. También la subtrama de la hija, fascinada por la faceta de boxeador de su progenitor y que empieza a demostrar aptitudes para el boxeo a tan temprana edad, se siente como de relleno. En este sentido, es la veterana Phylicia Rashad quien más consigue lucirse dramáticamente en sus escasas apariciones, ya que la relación de la viuda de Creed con Adonis, el hijo bastardo que siguió sus pasos, resulta especialmente emotiva. Si bien el guion puede ser catalogado como una reunión de tópicos y lugares comunes ampliamente frecuentados en multitud de títulos similares –la relación de antiguos “hermanos” separados por causas traumáticas y ahora enfrentados en un ring no deja de recordar a la muy superior Warrior (Gavin O´Connor, 2011)–, no cabe duda de que Michael B. Jordan demuestra un buen ojo para la dirección, tanto a la hora de manejar a sus actores, como en el modo en que filma las secuencias de pelea, algunas de ellas de las más impactantes que se han visto en la serie. Destaca ese momento, poco sutil, pero visualmente atractivo, en el que el público parece desaparecer, dejando a los dos contrincantes peleando solos sobre un tenebroso cuadrilátero que va mutando en una enorme jaula. A nivel estético, este es un trabajo más elegante y depurado que sus dos antecesoras, ya que no abusa tanto como aquellas de los típicos momentos videocliperos con hip hop –las espectaculares escenas de entrenamiento marca de la casa–. La música de Joseph Shirley también está muy a la altura de las circunstancias, algo que se agradece al ser un ingrediente indispensable para lograr esa buscada sensación de épica emoción que alcanza el éxtasis cuando suena el mítico tema de Bill Conti del Rocky original. Creed III es, ante todo, la prueba de que hay vida en la serie después de Balboa. Tal vez Jordan no tenga aún el arrasador carisma de Stallone, pero es un notable actor que está logrando que su Adonis también encuentre su público. Este episodio, más oscuro –los fantasmas del pasado y los remordimientos que estos arrastran se prestan a ello–, emocional y melodramático, no solo está a la altura de los dos anteriores, sino que supera a una Creed II que amenazaba con caer en el estancamiento, y será recordado por contar con uno de los mejores antagonistas de toda la franquicia, ese animal herido llamado Dame.


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