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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | La traición de Huda

    || Críticas | ★★★★☆
    La traición de Huda
    Hany Abu-Assad
    No habrá paz


    Emilio M. Luna
    Cáceres |

    ficha técnica:
    Palestina, Egipto, Países Bajos, 2021. Título original: «Saloon Huda». Dirección: Hany Abu-Assad. Guion: Hany Abu-Assad. Productores: Amira Diab, Maher Diab, Shahinaz el Akkad, Alaa Karkouti, Hany Abu-Assad. Compañías: H & A Productions, Cocoon Films, Doha Film Institute, Film-Clinic, KeyFilm, Lagoonie Film Production, MAD Solutions, Philistine Films. Presentación oficial: Sección oficial de la Seminci. Música: Jeffrey van Rossum. Fotografía: Ehab Assal, Peter Flinckenberg. Montaje: Eyas Salman. Reparto: Ali Suliman, Maisa Abd Elhadi, Samer Bisharat, Omar Abu Amer, Kamel El Basha, Manal Awad. Duración: 91 minutos.

    La filmografía de Hany Abu-Assad es una anomalía dentro del circuito de festivales. Con una base de narrativa geo-social y un esqueleto genérico, ligado esencialmente al thriller o al noir —en esta elección radica lo inédito—, ha reflejado los mitos y contradicciones del contexto –o lo que entendemos por contexto en Occidente— en la franja de Cisjordania. Más allá del qué, lo que importa en su cine es el cómo, con una propuesta clásica que rehúye de todo paradigma de la ficción autoral social. En su cine no hay espacio para la reivindicación, sí, en cambio, para un dibujo cercano de las realidades de grupos concretos –desde yihadistas (Paradise Now, 2005) hasta cantantes de éxito (Idol, 2015), pasando por las disyuntivas de las nuevas generaciones (Omar, 2013) y la situación de la mujer— en Palestina. Justo su país de origen es el gran protagonismo de su obra. En sus largometrajes recoge las problemáticas y divisiones que percuten a una sociedad en constante derrumbe. La mencionada Paradise Now, su primer gran éxito, acelerado por la nominación al Oscar a mejor película de habla no inglesa, cuestiona el futuro de una camada de jóvenes forzados a luchar (y sacrificarse) contra la ocupación israelí, y, por ende, de una nación obligada a renacer una y otra vez. Un desapego que comparte el protagonista de Omar, también candidata al Oscar foráneo, que, para recuperar a la mujer que ama, tendrá que recorrer un camino lleno de crueldad y dolor que descubre a un pueblo repleto de dudas. De esta forma surge una de las constantes del cine de Abu-Assad: hay espacio para el honor pero no para la condescendencia.

    En unos de los intercambios verbales más representativos de su último filme, La traición de Huda (Saloon Huda, 2021), la coprotagonista de este, la Huda del título, espeta que «un país que se reprime a sí mismo es muy fácil de ocupar». Una sentencia que justifican las acciones y motivaciones de sus protagonistas: Reem, una mujer que será chantajeada para colaborar con el servicio secreto hebreo –nunca se nombra a Israel o al Mossad en el metraje—, y la propia Huda, regente de un salón de peluquería donde se perpetran dichas extorsiones. Dos mujeres reclusas espacialmente –Reem se ocultará en su hogar huyendo del estigma de la traición; Huda pasará sus últimas horas de vida siendo interrogada por un líder de la resistencia en una catacumba— en el presente de la ficción que ya lo eran de forma emocional en el pasado de la diégesis. Presas simplemente por ser mujeres, por tener que ceñirse a los preceptos de un patriarcado cada vez más debilitado y sumido en la ignorancia. Dentro de una sociedad que pretende evolucionar pero manteniendo ideologías pretéritas; he ahí ese desequilibrio que subraya la esteticista. «Nuestra gente necesita un toque de atención», asevera Hasan, el mencionado jefe de los rebeldes, a propósito del corsé legal y moral al que son sometidas. El trabajo de Abu-Assad parte de una mirada global, el desamparo de la mujer en el corpus social palestino, musulmán en definitiva, para pasar a una más cercana y personal: el desencanto de dos mujeres a las que se le imposibilita vivir con un mínimo de libertad. Reem –una magnífica Maisa Abd Elhadi— es atractiva, algo que supone un problema para su esposo, un tipo inseguro que autosabotea su matrimonio con sus celos e inmadurez. Peor suerte corrió Huda previamente, captada por el Mossad tras su divorcio por infidelidad, que le ha separado de sus dos hijos. En ese salón intentará forzar a otras mujeres a seguir sus pasos bajo la promesa de poder huir del país y recuperar el calor de sus vástagos. Así se gesta, mediante el dolor, la puerta de entrada a una guerra con visos de ser eterna.

    La última película de Abu-Assad es la más artesanal en su puesta en escena de entre todas las cintas de con su rúbrica. Se desarrolla en tres interiores, cuyos nexos los establecen simples fundidos o pillow shots que ofrecen una rápida panorámica de las vidas del lado oriental de los aledaños al muro. Como comentábamos al inicio, La traición de Huda posee las hechuras de un thriller psicológico, en el que las protagonistas aguardan un destino implacable en un espacio y tiempos que parecen estancos. En ese aspecto, la labor del diseño de sonido es magistral, con la adición de efectos –el paso del segundero de los relojes, la melodía monofónica de un móvil de cuna o los portazos y ladridos que acompañan las redadas en el área— que tejen una atmósfera tensa e irrespirable. No hay lugar para más florituras. El montaje, abrupto, delimita la angustia de una inocente, una víctima accidental, y las conversaciones entre prisionera y ejecutor; ambos segmentos, ejercen una sensación de correspondencia, de diálogo generacional tan clarividente como descorazonador. Pese al plano final, no parece haber hueco para la esperanza. Así, La traición de Huda emerge como un trabajo honesto y poderoso, como la trayectoria de un autor valiente que con sus imágenes pretende desprender y erradicar los complejos de una sociedad que necesita levantarse apoyada en el cambio. Dicho esto, el cómo importa, y no hay género como el thriller para desnudar una contemporaneidad específica. Abu-Assad brinda una reformulación brillante, que abre un nuevo vano de entrada para retratar un universo en descomposición. ⁜


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