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    Crítica | Strawberry Mansion

    || CRÍTICAS | AMERICANA FILM FEST 2022 | ★★★★☆
    Strawberry Mansion
    Kentucker Audley, Albert Birney
    La píldora roja


    Júlia Gaitano i Mendizábal
    Barcelona | Americana Film Fest |

    Estados Unidos, 2021. Dirección: Kentucker Audley, Albert Birney. Guion: Kentucker Audley, Albert Birney. Producción: Cartuna, Kaleidoscope, Ley Line Entertainment, Salem Street Entertainment, UnLTD Productions. Fotografía: Tyler Davis. Montaje: Kentucker Audley, Albert Birney. Música: Dan Deacon. Reparto: Reed Birney, Constance Shulman, Penny Fuller, Kentucker Audley, Linas Phillips, Grace Glowicki, Albert Birney, Ephraim Birney. Duración: 90 minutos.

    Las locuras más efectivas son aquellas que se hacen con verdadera convicción. Kentucker Audley y Albert Birney sienten un claro apego por los más excéntricos proyectos y al firmarlos (y filmarlos) con una tremenda seguridad en su visión artística, cuesta no quedar contagiado por ella. Evidentemente, ante películas tan extremas y peculiares en cuanto a formas y argumento como Strawberry Mansion, nos enfrentamos a uno de esos casos en que la odias o la amas. El dúo de directores e intérpretes son los creadores de Sylvio (2017), que fue su debut como tándem artístico y también se pudo ver en su correspondiente edición del Festival Americana, en Barcelona. En ella se narra la historia de Sylvio, un gorila muy desencantado con su trabajo como agente cobrador que descubre su potencial como estrella de la televisión, lo cual desencadenará en toda una crisis existencial para el protagonista. La trama de Strawberry Mansion, el segundo filme de Audley y Birney, no se queda muy atrás a nivel de singularidad. Más bien lo contrario.

    En un mundo distópico, proyectado en un futuro no demasiado lejano, el Estado cobra impuestos a los ciudadanos por sus sueños, según los elementos y contenido que forman parte de ellos. James Preble, interpretado por el propio Kentucker Audley, es un aburrido auditor que trabaja para el Gobierno revisionando y poniendo al día las cuentas de los sueños de la gente. Un buen día, le asignan el caso de Arabella «Bella» Isadora (Penny Fuller) para realizar una auditoría. Preble se presenta al hogar de esta, siendo recibido muy hospitalariamente por una curiosa anfitriona y un cúmulo importante de cintas de VHS en las que están almacenadas los aún más curiosos sueños de Bella. A través de ellos, a medida que va realizando sus tareas de visionado, el frustrado auditor conocerá a una versión joven y luminosa de Bella (Grace Glowicki), quién le abrirá los ojos ante el injusto sistema del cual él mismo es un peón más. Esto ha privado a todos los individuos de voluntad propia, de capacidad de decidir por ellos mismos, atrapándolos en una red invisible y tergiversada.

    El estilo de los también guionistas Audley y Birney, tanto a nivel narrativo como visual, recuerda al de creadores de la talla de David Lynch, mezclado con una ligereza muy deudora de un Michel Gondry o incluso la estética de un Wes Anderson. Aun así, como sucede en los filmes de Terry Gilliam, Strawberry Mansion cuenta con una libertad formal y expresiva a través de la cual los directores se permiten experimentar mezclando personajes de carne y hueso con la animación. Incluso con el stop motion, en lo que por instantes parece un homenaje a una figura tan reconocible como la de Ray Harryhausen. Todo ello con la particularidad de que Audley y Birney consiguen citar desde la sutileza, desde el guiño simpático que solamente unos alumnos aventajados con la lección bien aprendida pueden sacar adelante. Lo que no es para nada sutil (ni tampoco lo intenta ser) es el comentario «crítico» a un sistema que se parece sospechosamente al nuestro. Los sueños del mundo de ficción se encuentran plagados de propaganda nada subliminal que publicita productos claramente dañinos para el durmiente, pero que le abocan a un materialismo demoledor. El filme no se esconde en sus mensajes, de hecho, en un momento el villano se pronuncia con un «Haha, let’s go shopping», que, como alegato, es bastante burdo. En resumen, sí, ya lo entendemos, el capitalismo es muy malo y es muy cansado tener que resistirse todo el tiempo a ello, desafiar al status quo y plantear una alternativa más sostenible que sea realmente viable.

    Strawberry Mansion no es un manifiesto, sino más bien una fábula, pero a través de ella sus directores proponen una salida, también aplicable a nuestro caso: enfrentarse a un sistema egoísta e individualista a través del afecto y los cuidados hacia el otro. Puede parecer una visión algo idealista, pero quizás es la más revolucionaria de todas. Al menos, así se revelará para Preble, que en medio de su travesía trippy a través del mundo onírico de Bella, entenderá que es la única forma. Kentucker Audley está bien acostumbrado a ser el rostro de un cierto indie alternativo, en filmes de realizadores como Joe Swanberg o Amy Seimetz, y encarna con maestría al gris aunque tierno protagonista, inmerso en un Matrix de sacarosa. Para sacar el máximo provecho de esta locura esteticista, que vive a caballo entre un estilo vintage, de fotografía analógica, y una cuenta de Tumblr de 2010, la recomendación es dejarse llevar y soñar junto a él. ⁜


    Strawberry Mansion, Kentucker Audley, Albert Birney
    NEXT Americana 2022.

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