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    Las 10 mejores películas dirigidas por Clint Eastwood

    Las 10 mejores películas de Clint Eastwood

    El último cineasta clásico en 10 películas.

    ▲ Fotograma: El jinete pálido.
    Pale Rider, 1985.

    Este 31 de mayo se cumplen 91 años del nacimiento, en San Francisco, de una de las figuras más icónicas de la Historia del Cine, un hombre que ha sabido superarse y reinventarse con los años, permaneciendo en primera línea desde que Sergio Leone le convirtiera en toda una leyenda del Spaghetti Western. Hasta entonces, Clint Eastwood era uno más de los jóvenes y apuestos aspirantes a actores que trataban de hacerse notar en papeles muy secundarios en producciones de Hollywood, siendo la serie de televisión Cuero crudo (Rawhide, Thomas Carr, Ted Post, Christian Nyby, 1964), ese trampolín decisivo para que Leone se fijara en él y le ofreciera la gran oportunidad de su vida, esa que supo aprovechar (y cómo) en el papel de Joe, el pistolero vagabundo de Por un puñado de dólares (1964). El éxito fue tal, que director y protagonista volvieron a unir sus fuerzas en dos clásicos más que conformarían la conocida como Trilogía del Dólar: La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966), junto a los míticos Lee Van Cleef y Eli Wallach. Las puertas de la meca del cine se abrieron definitivamente para Eastwood, que, con su contundente apariencia de tipo duro fue la elección de casting perfecta para thrillers de acción –Un botín de 500.000 dólares (Michael Cimino, 1974), Ciudad muy caliente (Richard Benjamin, 1984), En la cuerda floja (Richard Tuggle, 1984), En la línea de fuego (Wolfgang Petersen, 1993)–, westerns –Cometieron dos errores (Ted Post, 1969), Joe Kidd (John Sturges, 1972)– o cintas de aventuras y bélicas –El desafío de las águilas (Brian G. Hutton, 1968), Los violentos de Kelly (1970)–. Incluso se permitió demostrar una saludable vis cómica en el western musical La leyenda de la ciudad sin nombre (Joshua Logan, 1969) –junto a otro duro metido a las labores de hacer reír, Lee Marvin– y el muy taquillero díptico formado por Duro de pelar (James Fargo, 1978) y La gran pelea (Buddy Van Horn, 1980), donde encarnó a uno de sus personajes emblemáticos, el camionero Philo Beddoe, siempre acompañado de su inseparable orangután Clyde. Con el paso de los años, además, fue ganando en registros dramáticos, llenando la pantalla aun cuando la película estuviese por debajo de su altura –Golpe de efecto (Robert Lorenz, 2012)–.

    Aparte de Sergio Leone, otro fue el realizador fundamental para su crecimiento como actor: Don Siegel. Desde que colaboraron por primera vez en el thriller La jungla humana (1968), volverían a unir sus talentos en cuatro excelentes títulos más. El western cómico Dos mulas y una mujer (1979) –donde formó pareja con Shirley MacLaine–, El seductor (1971) –auténtica obra maestra que adaptó brillantemente la novela de Thomas Cullinan y donde Clint era el único hombre de la función, un soldado yanqui convertido en objeto de deseo de todas las mujeres de una escuela de señoritas–, Harry el sucio (1972) –Harry Callahan, el duro policía de San Francisco que impartía ley con una ligereza de gatillo pasmosa, fue uno de sus grandes personajes, gracias a este clásico del género que generó cuatro secuelas más, Harry el fuerte (Ted Post, 1973), Harry el ejecutor (James Fargo, Robert Daley, 1976), Impacto súbito (Clint Eastwood, 1983) y La lista negra (Buddt Van Horn, 1988)– y una de las cintas más representativas del cine carcelario, Fuga de Alcatraz (1979). Clint Eastwood aprendió muchísimo de sus maestros, Leone y Siegel, tanto que el mundo de la dirección acabó llamándole tanto o más que el de la actuación. Después de fundar su propia productora, The Malpaso Company, en1967, se atrevió a dar ese salto en 1971 con Escalofrío en la noche (1971), un fabuloso drama psicológico en el que extrajo de Jessica Walter una aterradora actuación como fan obsesionada con un locutor de radio, claro antecedente de la exitosa Atracción fatal (Adrian Lyne, 1987). Un debut que sorprendió a quienes no tenían demasiada confianza en Eastwood como director y que fue solo el comienzo de una carrera impecable detrás de las cámaras, muchas veces protagonizando él mismo sus películas, como los cuatro formidables westerns en los que dejó constancia de su gratitud hacia el género que le vio nacer como estrella: Infierno de cobardes (1973), El fuera de la ley (1976), El jinete pálido (1985) y su obra maestra, Sin perdón (1992), ganadora de los Oscars a mejor película y director. En su excelsa filmografía ha tocado casi todos los géneros, desencasillándose, incluso, de su imagen de duro. Solo hay que echar un vistazo a su segundo largometraje, Primavera en otoño (1973), con un maduro William Holden viviendo un amor con la adolescente interpretada por Kay Lenz, un sensible drama romántico que fracasó en taquilla, pero que el tiempo ha encumbrado como una de sus perlas más reivindicadas. No abandonó el cine de acción, pero supo darle un toque de calidad al género, a través de títulos como Licencia para matar (1975), Ruta suicida (1977), Firefox (1982), El sargento de hierro (1986) –donde se autorregaló uno de sus papeles más divertidos, el del malhablado sargento Tom Highway encargado de instruir a un grupo de novatos–, El principiante (1990) –trepidante Buddy Movie, muy del gusto de la época, donde compartió protagonismo con el pujante Charlie Sheen–.

    La comedia circense Bronco Billy (1980) –coprotagonizada por Sondra Locke, su pareja durante años y actriz fetiche en varios títulos más–, el drama ambientado durante la Gran Depresión El aventurero de medianoche (1982) –con su hijo Kyle Eastwood compartiendo plano junto a él–, Bird (1988) –magnífico biopic del saxofonista de jazz Charlie Parker, interpretado por Forest Whitaker en uno de los papeles de su vida– y Cazador Blanco, corazón negro (1990), interesante crónica alrededor de los avatares del rodaje de La reina de África (John Huston, 1951), supusieron un notable camino hacia esa madurez que se consumó en Sin perdón. Tras este western crepuscular, encadenó una serie de maravillosos filmes que no dejaban de sorprender por tratarse de ofertas de lo más variadas. Un mundo perfecto (1993) –con un Kevin Costner mejor que nunca–, Los puentes de Madison (1995) –una de las cumbres del drama romántico, en la que Eastwood ofreció su actuación más conmovedora, formando con Meryl Streep una pareja inolvidable– y Medianoche en el jardín del bien y del mal (1997), dejaron el listón tan alto que sus siguientes títulos, aun siendo muy interesantes, podrían catalogarse como menores. A este grupo pertenecen Poder absoluto (1997), Ejecución inminente (1999), Space Cowboys (2000) y Deuda de sangre (2002). Mystic River (2003) fue el inicio de otra serie de magníficas obras que mostraban lo mejor de Eastwood como director de actores. Million Dollar Baby (2004) –que le hizo ganador, por segunda vez, de los Oscars a mejor película y mejor director–, el díptico sobre la Segunda Guerra Mundial Banderas de nuestros padres (2006) y Cartas desde Iwo Jima (2006), El intercambio (2007) y Gran Torino (2008) fueron unánimamente alabadas por la crítica. Invictus (2009) –drama biográfico con Morgan Freeman boedando el rol de Nelson Mandela–, el drama fantástico Más allá de la vida (2010), el biopic J. Edgar (2011) –a mayor gloria del histrión Leonardo DiCaprio–, Jersey Boys (2014) –sobre la creación del grupo musical The Four Seasons–, El francotirador (2014) –con un estupendo Bradley Cooper dando vida al marine Chris Kyle–, Sully (2016) –la historia de un heroico piloto de avión, al que da vida Tom Hanks, que salvó a 155 pasajeros de un accidente aéreo–, 15:17 Tren a París (2018) –posiblemente, su peor trabajo–, Mula (2018) –donde demuestra continuar siendo capaz de comerse la pantalla al borde de los 90 años– y Richard Jewell (2019) –otro hecho real en el que su protagonista pasó de ser héroe nacional a sospechoso de un atentado en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996– completan, con gran profesionalidad, aunque con una inspiración alejada de sus mejores tiempos, una filmografía a la que se unirá próximamente Cry Macho (2021). El antepenúltimo mohicano considera que es una oportunidad idónea para hacer una (siempre subjetiva) selección de las 10 mejores películas de uno de los grandes directores de todos los tiempos, uno de los últimos clásicos.

    10| EL INTERCAMBIO

    Changeling, 2008.

    Inmediatamente después de su visión japonesa de la batalla de Iwo Jima, Eastwood puso sus ojos en un tenebroso hecho real acontecido en la década de 1920, ocurrido en Los Ángeles. Un caso que estremeció a la sociedad de la época, los asesinatos del gallinero de Wineville, que tenía como víctimas a niños que eran secuestrados y asesinados. Angelina Jolie se puso en las manos del director y el resultado fue una de sus mejores interpretaciones, metiéndose en la sufrida piel de Christine Collins, una madre soltera cuyo hijo desaparecía sin dejar rastro, hasta que la policía le devolvía un niño que ella no reconoce como el suyo. La lucha de aquella mujer por desvelar la verdad, enfrentándose a la corrupción policial que pretendía echar sombra sobre el caso, llegándola a tachar de loca para encerrarla en un manicomio, contando con la ayuda de un reverendo de la iglesia presbiteriana, da lugar a un drama de denuncia, sombrío y angustioso, así como cargado de emociones y buenas dosis de suspense. A pesar de todas las tribulaciones por las que atraviesa su protagonista, el guion de J. Michael Straczynski sabe sortear cualquier exceso melodramático que pudiera hacer caer a la película en lo telefílmico. Eastwood, director muy acertado a la hora de afrontar fuertes dilemas morales en sus trabajos –ahí están también Mystic River o Million Dollar Baby– vuelve a remover conciencias y, sobre todo, las entrañas de todo espectador que sea padre. Jolie llora mucho y muy bien, y también tienen sus oportunidades de lucimiento John Malkovich como el reverendo, Amy Ryan y Colm Feore. Técnicamente irreprochable, su perfecta ambientación es uno de los puntos fuertes de esta película nominada a tres Oscars: mejor actriz, fotografía (excelente trabajo de Tom Stern) y dirección artística, y aspirante a la Palma de Oro del Festival de Cannes.

    Estados Unidos. 2008. Título original: Changelling. Director: Clint Eastwood. Guion: J. Michael Straczynski . Productores: Clint Eastwood, Ron Howard, Robert Lorenz, Brian Grazer. Productoras: Imagine Entertainment, Malpaso Productions. Fotografía: Rom Stern. Música: Clint Eastwood. Montaje: Joel Cox, Gary Roach. Reparto: Angelina Jolie, John Malkovich, Jeffrey Donovan, Amy Ryan, Colm Feore, Michael Kelly, Gattlin Griffith.

    09| EL JINETE PÁLIDO

    Pale Rider, 1985.

    Dos años después de dirigir a Sondra Locke en el cuarto episodio en la saga de Harry Callaghan, trabajo claramente alimenticio, destinado para contentar a la taquilla, Clint Eastwood incursionó por tercera vez en el western –tras las notables Infierno de cobardes y El fuera de la ley–, resucitando un género que, a mediados de los 80, estaba tristemente desfallecido, con un título bastante singular que se ganó el favor de crítica y público, siendo un claro antecedente de la aún mejor Sin perdón. El director consigue una perfecta mixtura entre el spaghetti western de Leone y el western clásico norteamericano, siendo su mayor referente, sin duda, Raíces profundas (George Stevens, 1953), a la que el guion de Michael Butler y Dennis Shryack Dos años después de dirigir a Sondra Locke en el cuarto episodio en la saga de Harry Callaghan, trabajo claramente alimenticio, destinado para contentar a la taquilla, Clint Eastwood incursionó por tercera vez en el western –tras las notables Infierno de cobardes y El fuera de la ley–, resucitando un género que, a mediados de los 80, estaba tristemente desfallecido, con un título bastante singular que se ganó el favor de crítica y público, siendo un claro antecedente de la aún mejor Sin perdón. El director consigue una perfecta mixtura entre el spaghetti western de Leone y el western clásico norteamericano, siendo su mayor referente, sin duda, Raíces profundas (George Stevens, 1953), a la que parece el guion de Michael Buttler y Dennis Shryack –repitiendo colaboración con Eastwood tras la cinta de acción Ruta suicida– casi parece remakear libremente. La historia, de carácter metafísico, presenta a un personaje cargado de ambigüedad, interpretado por el propio Eastwood en uno de sus más celebrados trabajos: El predicador. Sin nombre conocido y con un pasado desconocido, desprende ese halo de misterio que hace que no se sepa si estamos ante un héroe o un villano e, incluso, si está realmente vivo o se trata de un fantasma justiciero. Y es que aparece de la nada, a lomos de su caballo pálido, cuando la adolescente Sarah Wheeler (estupenda Carrie Snodgress) realiza una plegaria a Dios pidiendo un milagro que ayude a los hombres de su pueblo minero, acosados por Lahood (Richard Dysart), ambicioso dueño de casi todas las tierras del lugar. El Predicador se convierte en la esperanza de salvación de esa ciudad, dejando para los anales del género uno de sus mejores pasajes, el del duelo contra el comisario Stockburn (John Russell) y sus hombres, que recuerda mucho a lo mejor del cine de su admirado maestro Leone.

    Estados Unidos. 1985. Título original: Pale Rider. Director: Clint Eastwood. Guion: Michael Butler, Dennis Shryack. Productores: Clint Eastwood, Fritz Manes, David Valdes. Productoras: Malpaso Productions (Distribuidora: Warner Bros.). Fotografía: Bruce Surtees. Música: Lennie Niehaus. Montaje: Joel Cox. Reparto: Clint Eastwood, Michael Moriarty, Carrie Snodgress, Chris Penn, Richard Kiel, Charles Hallahan, Richard Dysart, Sydney Penny, Doug McGrath.

    08| UN MUNDO PERFECTO

    A Perfect World, 1993.

    Eastwood tenía el listón muy alto para volver a la dirección después de la lluvia de premios y magníficas críticas recolectadas por Sin perdón. Por eso sorprende más que Un mundo perfecto sea, dentro de su modestia, una película tan redonda y que escapa, sin duda, de las características de lo que sería una obra de transición. Con un guion de John Lee Hancock que tiene ecos de Los valientes andan solos (David Miller, 1962), este proyecto unió al director con otro cineasta y actor que, al igual que él, había contribuido a revitalizar el western con su exitosa Bailando con lobos (1990): Kevin Costner. Pese a que la presencia de Costner como protagonista fue una decisión impuesta por Warner Bros. para atraer al público a la taquilla, lo cierto es que terminó siendo de lo más acertada, entregando el actor uno de los trabajos más maduros y conmovedores de su trayectoria. Él fue Butch Haynes, un asesino huido de la cárcel junto a otro preso, que se ve obligado a tomar como rehén a un pequeño de ocho años, testigo de Jehová. Clint Eastwood es su perfecto antagonista, ese Ranger Red Garnett que sigue incansable sus pasos, ayudado por una criminóloga a la que dio vida una Laura Dern que saboreaba, por aquel entonces, las mieles del éxito de Jurassic Park (Steven Spielberg, 1992). Ambientada en el Texas de 1963, la película funciona a varios niveles: como thriller policiaco, como drama intimista en su vertiente road movie (maravillosa la relación de amistad que se establece, durante el viaje por carretera, entre el prófugo y el niño, sobrepasando el síndrome de Estocolmo para ser, casi, la de un padre y su hijo) e incluso como western, ya que, sin pertenecer Un mundo perfecto a este género, sí que existen similitudes entre esta huida hacia la libertad de sus dos protagonistas y aquellas aventuras llenas de aventuras, atracos y persecuciones. Hayness no es un villano al uso, sino un buen hombre que ha llevado durante años una vida equivocada y que encuentra, demasiado tarde, una oportunidad de redención cuando conoce al pequeño Philip (encantador T.J. Lowther, todo un acierto de casting, ya que su química con Costner es total). Esta pequeña gran película será eternamente recordada por poseer uno de los finales más tristes y desesperanzadores de toda la filmografía de Eastwood.

    Estados Unidos. 1993. Título original: A Perfect World. Director: Clint Eastwood. Guion: John Lee Hancock. Productores: Clint Eastwood, Mark Johnson, David Valdes. Productoras: Warner Bros., Malpaso Productions. Fotografía: Jack N. Green. Música: Lennie Niehaus. Montaje: Joel Cox, Ron Spang. Reparto: Kevin Costner, Clint Eastwood, Laura Dern, T.J. Lowther, Bradley Whitford, Keith Szarabajka, Leo Burmester.

    07| GRAN TORINO

    Gran Torino, 2008.

    Nos encontramos, probablemente, ante el último gran filme rodado por el maestro, ya que todo lo que ha hecho desde entonces, aun manteniéndose en un nivel que ya querrían para sí la mayoría de directores, se aleja de la trascendencia de sus mejores trabajos. De hecho, Gran Torino redondeó, junto a El intercambio, un año genial para él. La historia de Nick Schenk y Dave Johansson presenta a un personaje bombón que el propio Eastwood supo aprovechar para regalar una de esas actuaciones carismáticas que, por sí solas, llenan completamente la pantalla. Su Walt Kowalswi es antológico. Un veterano de la Guerra de Corea, perpetuamente malhumorado y antisocial que, desde el porche de su casa de Highland Park (Michigan), y con la única compañía de su perra Daisy, asiste con desagrado a cómo su vecindario, antes habitado por familias blancas, se ha convertido en cobijo de multitud de inmigrantes asiáticos. Curiosamente, el intento de robo del objeto más preciado de Kowalski, su coche Gran Torino del 72, por parte de un joven hmong, Teo, hace que el anciano comience a replantearse su manera de pensar, estableciéndose entre ambos una relación de amistad y protección. Y es que el muchacho es amenazado por una banda callejera que pretende obligarle reclutarle contra su voluntad, algo a lo que su viejo vecino tratará de poner remedio. Gran Torino es un filme, a la vez, divertido (Walt en modo cascarrabias se mete al público en el bolsillo con facilidad) y conmovedor, que habla, al igual que la antes citada Un mundo perfecto , de segundas oportunidades en la vida para la redención, aunque esta vaya ligada, de nuevo, a la muerte. En este sentido, Kowalski puede dejar atrás un pasado en Corea lleno de atrocidades y que no le deja dormir con la conciencia tranquila, ayudando a un chico asiático. Es esta una obra que alcanza la grandeza desde su aparente sencillez, regalando una emocionante historia que es todo un canto a la tolerancia, al mismo tiempo que realiza un retrato de la vejez y las cuentas que pide la vida al final de la misma, que podría formar un espléndido díptico junto a la menor (pero estimable) Mula.

    Estados Unidos. 2008. Título original: Gran Torino. Director: Clint Eastwood. Guion: Nick Schenk (Historia: Nick Schenk, Dave Johannson). Productores: Clint Eastwood, Bill Gerber, Robert Lorenz. Productoras: Warner Bros., Malpaso Productions, Village Roadshow, Double Nickel Entertainment. Fotografía: Tom Stern. Música: Kyle Eastwood, Michael Stevens. Montaje: Joel Cox, Gary Roach. Reparto: Clint Eastwood, Bee Vang, Christopher Carley, Ahney Her, Brian Haley, Geraldine Hughes, Dreama Walker, John Carroll Lynch.

    06| CARTAS DESDE IWO JIMA

    Letters From Iwo Jima, 2006.

    Después de los cuatro Oscars obtenidos por su fantástica Million Dollar Baby, el realizador se embarcó en el que, posiblemente, fuese su proyecto más ambicioso, el de retratar la batalla de Iwo Jima, uno de los episodios más violentos de la Segunda Guerra Mundial –aquel que quedó inmortalizado en una icónica fotografía que mostraba a un grupo de soldados alzando la bandera estadounidense en lo alto del monte Suribachi–, desde dos ópticas opuestas, la del bando estadounidense y la del japonés, acabando con cualquier suspicacia sobre la imparcialidad política en el tratamiento de la misma. Eastwood había participado como actor en varias cintas bélicas, pero, hasta el momento, lo más cercano al género que había dirigido había sido El sargento de hierro. Si la versión norteamericana del conflicto, Banderas de nuestros padres, basada en dos libros de James Bradley y Ron Powers, ya fue notable (aunque también más convencional), Eastwood alcanzó la excelencia con Cartas desde Iwo Jima, su visión nipona, con guion del prestigioso Paul Haggis (también coescritor del anterior) e Iros Yamahsita. Un inconmensurable Ken Watanabe protagonizó esta superproducción, dando vida al general Tadamichi Kuribayashi, quien organizó la resistencia ante el ataque del ejército estadounidense en un islote aparentemente insignificante, pero de gran importancia en el conflicto por su posición estratégica. Íntegramente rodada en japonés, Cartas desde Iwo Jima es una obra mucho más oscura, madura y reflexiva que Banderas de nuestros padres. También es más violenta, mostrando, en toda su crudeza, los horrores de la guerra –atención a la secuencia del suicidio colectivo–, y abraza unas cotas de épica, aun teniendo espacio para el intimismo y la reflexión, nunca antes (ni después) alcanzadas en su cine. Sin duda, una de las mayores obras maestras del cine bélico del siglo XXI, y broche de oro para esta enorme hazaña cinematográfica que mostró la cara y la cruz de una misma guerra. Fue considerada uno de los 10 mejores títulos del año por el American Film Institute y ganadora del Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa, y quedó engrandecida por una labor fotográfica de Tom Stern absolutamente majestuosa, capaz de extraer poesía y belleza del horror.

    Estados Unidos. 2006. Título original: Letters From Iwo Jima. Director: Clint Eastwood. Guion: Paul Haggis, Iris Yamahsita. Productores: Clint Eastwood, Steven Spielberg, Robert Lorenz, Tim Moore. Productoras: Warner Bros., Malpaso Productions, Dreamworks SKG, Amblin Entertainment. Fotografía: Tom Stern. Música: Kyle Eastwood, Michael Stevens. Montaje: Joel Cox, Gary Roach. Reparto: Ken Watanabe, Kazunari Ninomiya, Tsuyoshi Ihara.

    05| MEDIANOCHE EN EL JARDÍN DEL BIEN Y EL MAL

    Midnight in the Garden of the Good and Evil, 1997.

    De todo el top 10, estamos sin duda ante el título más infravalorado y discutido de todos, una obra maestra que no todo el mundo ha sabido apreciar como tal y que supone una de las excentricidades más maravillosas dentro de una filmografía caracterizada por el clasicismo. Medianoche en el jardín del bien y del mal, con guion de John Lee Hancock, sobre la novela homónima de John Berendt, tal vez fuera una apuesta un tanto extraña de su realizador después del gran éxito de Los puentes de Madison, algo que pudo pesar para que no fuese recibida (ni comprendida) como merecía. La acción se desarrolla en un escenario sureño tan mágico como cautivador como es la vieja localidad de Savannah, poblado de personajes extravagantes y con numerosos secretos escondidos en cada una de sus esquinas. Hasta allá acude el protagonista, John Kelso (John Cusack), reportero de una revista neoyorquina, para cubrir una fiesta navideña organizada por un peculiar millonario, Jim Williams (genial Kevin Spacey en un rol casi premonitorio), de cuya magnética personalidad quedará fascinado. Cuando el violento amante de Williams (encarnado por Jude Law) aparece asesinado, Kelso decide alargar su estancia para investigar el crimen, encontrándose, durante sus pesquisas, con una atractiva fauna de personajes, desde la travesti Chablis Deneveau (divertidísima The Lady Chablis encarnándose a sí misma) a la médium Minerva (Inma P. Hall), pasando por el abogado de Williams (Jack Thompson) o Mandy (ocasión que Alison Eastwood, hija del director, aprovecha para demostrar que el talento se hereda), con la que Kelso tiene un acercamiento romántico. No es esta una obra fácil, ya que combina drama judicial con un apasionante retrato de la decadente Savannah, denominada por muchos como la ciudad más bonita de Estados Unidos, mezclando ingredientes tan explosivos como la homosexualidad, cementerios, invocaciones a espíritus, rituales de brujería, personas que pasean a perros invisibles o tipos con moscas pegadas a su cuerpo (Inolvidable Geoffrey Lewis, uno de los actores fetiche de Eastwood). Con estos mimbres, Eastwood concibió una maravillosa rareza, de ritmo sinuoso, pero atrapante, que posee una rara capacidad hipnótica en el espectador que sea capaz dejarse seducir por su juego.

    Estados Unidos. 1997. Título original: Midnight in the Garden of Good and Evil. Director: Clint Eastwood. Guion: John Lee Hancock (Novela: John Berendt. Productores: Clint Eastwood, Arnold Stiefel, Tom Rooker. Productoras: Warner Bros., Malpaso Productions, Silver Pictures. Fotografía: Jack N. Green. Música: Lennie Niehaus. Montaje: Joel Cox. Reparto: John Cusack, Kevin Spacey, Jude Law, Alison Eastwood, Jack Thompson, Lady Chablis, Irma P. Hall, Kim Hunter, Geoffrey Lewis, Dorothy Loudon, Paul Hipp, Bob Gunton.

    04| MILLION DOLLAR BABY

    Million Dollar Baby, 2004.

    Tan solo un año después de la obra maestra Mystic River, el cineasta volvió a repetir la hazaña de rodar una nueva película redonda con Million Dollar Baby, drama de ambiente pugilístico, escrito por Paul Haggis, basándose en la novela Rope Burns: Stories From the Corner, de F.X. Toole. Eastwood se involucró en el proyecto, hasta tal punto de encargarse de componer la banda sonora, aparte de ejercer sus labores de dirección y producción y adjudicarse uno de los papeles protagonistas, Frankie Dunn, ese viejo entrenador y representante de boxeadores que regenta el gimnasio al que llega la joven Maggie (Hilary Swank) con la intención de convertirse en una gran boxeadora. Estamos, una vez más, ante otra de esas queridas historias de redención personal propias del director, enfrentando los fuertes caracteres de sus dos personajes principales, el del anciano que, en principio, tiene prejuicios en entrenar a una chica, y que escribe continuamente cartas a una hija que no quiere saber nada de él, y Maggie, la joven humilde, pero decidida y tenaz, que pertenece a una familia desestructurada y muy egoísta. Los lazos sentimentales que se establecen entre ambos, necesitados de cariño y solitarios, conforman el verdadera alma de una historia en la que también desempeña un papel importante Scrap (Morgan Freeman), exboxeador y único amigo de Frankie. No es esta una cinta de boxeo tradicional. Aquí los golpes que más duelen no se producen sobre el ring, sino que son esos que da la vida. Es un drama de superación tremendamente emocionante, humano y muy duro, que enfrenta en su trama algún ingrediente conflictivo, como el de la eutanasia, que es manejado con gran elegancia y sensibilidad, rehuyendo de melodramatismos telefílmicos en los que podría haber incurrido fácilmente por las características de su historia. Fue la gran vencedora en los Oscars de 2004, al alzarse con los premios a mejor película, director (el segundo tras el de Sin perdón), actriz –Excepcional Hilary Swank, haciéndose con su segunda estatuilla, tras ser el atormentado chico transgénero Brandon Teena de Boys Don't Cry (Kimberly Pierce, 1999)– y actor secundario (entrañable Morgan Freeman).

    Estados Unidos. 2004. Título original: Million Dollar Baby. Director: Clint Eastwood. Guion: Paul Haggis (Novela: F. X. O'Toole. Productores: Clint Eastwood, Paul Haggis, Tom Rosenberg, Albert S. Ruddy. Productoras: Warner Bros., Malpaso Productions. Fotografía: Tom Stern. Música: Clint Eastwood. Montaje: Joel Cox. Reparto: Hilary Swank, Clint Eastwood, Morgan Freeman, Jay Baruchel, Mike Colter.

    03| MYSTIC RIVER

    Mystic River, 2003.

    El director volvió a recuperar su mejor pulso, después de un puñado de títulos menores, valiéndose del sombrío material que supuso la novela homónima de Dennis Lehane para inaugurar una nueva etapa en su carrera que se caracterizaría por una mayor oscuridad. La historia que cuenta es, sin duda, una de las más dramáticamente complejas a las que se ha enfrentado Eastwood, ya que está plagada de personajes atormentados por la culpa o traumas del pasado, y de acciones y acontecimientos totalmente terroríficos. Sobre cada fotograma sobrevuela un halo de desesperanza casi insoportable, empezando por su devastador prólogo ambientado en un barrio de Boston de la década de los 70. Allí se presentan a los tres personajes masculinos a los que la cinta va a seguir en el presente, cuatro décadas después, los entonces niños Jimmy, Dave y Sean, y muestra el origen de por qué todo cambiaría para ellos desde entonces: Dave es llevado en un coche por dos hombres que se hacen pasar por policías cuando en realidad son unos pedófilos que abusan sexualmente del chico durante los cuatro días que dura su cautiverio hasta que logra escapar. Tim Robbins (ganador del Oscar a mejor actor secundario por este papel) da vida al Dave adulto, incapaz de olvidar la terrible experiencia vivida de niño; Sean Penn (magistral y también premiado con el Oscar a mejor actor protagonista) es Jimmy, que también vive con la culpa por no haber podido cambiar el destino de su amigo y tiene tras de sí un pasado criminal que desea dejar atrás; y Kevin Bacon se encarga del papel de Sean, ahora policía y encargado del caso del asesinato de la hija de Jimmy. Laura Linney y, sobre todo, una enorme Marcia Gay Harden (nominada al Oscar como mejor actriz secundaria), ofrecen el contrapunto femenino, como las esposas de Jimmy y Dave, respectivamente. Todos y cada uno de los actores ofrecen unos trabajos viscerales, plenos de fuerza y desgarro; la fotografía de Tom Stern es, una vez más, imprescindible a la hora de plasmar la turbiedad que el relato requiere, y un final demoledor, cruel y sin concesiones, son solo algunos de los pilares sobre los que se edifica una obra impecable en todos los sentidos.

    Estados Unidos. 2003. Título original: Mystic River. Director: Clint Eastwood. Guion: Brian Helgeland (Novela: Dennis Lehane. Productores: Clint Eastwood, Judie Hoyt, Robert Lorenz. Productora: Warner Bros. Fotografía: Tom Stern. Música: Clint Eastwood. Montaje: Joel Cox. Reparto: Sean Penn, Tim Robbins, Kevin Bacon, Laura Linney, Marcia Gay Harden, Laurence Fishburne, Kevin Chapman, Emmy Rossum, Spencer Treat Clark, Tom Guiry.

    02| LOS PUENTES DE MADISON

    The Bridges of Madison County, 1995.

    Que bajo su imagen de tipo duro se escondía un alma sensible había quedado patente en su segunda cinta como director, Primavera en otoño, por lo que Eastwood no se pudo resistir a regalarnos su obra maestra del género romántico, y esa sería Los puentes de Madison, la adaptación de una novela de igual título escrita por Robert James Waller. En la línea de un clásico como Breve encuentro (David Lean, 1945), en la que sus protagonistas, ambos casados con otras parejas, vivían un amor imposible condenado a terminar en un corto espacio de tiempo, esta historia presenta a Francesca (Meryl Streep), un ama de casa italiana, aburrida y poco valorada por un marido e hijos bastante egoístas, y que pasa sus días prácticamente sola en una granja de Iowa que para ella es casi una prisión. La aparición de Robert Kincaid (Eastwood), un maduro fotógrafo del National Geographic que busca fotografiar unos puentes cercanos, hace que todos los cimientos de la vida de Francesca comiencen a temblar, iniciando un apasionado romance de solo cuatro días. No solo sorprende la delicadeza y el buen gusto con el que el cineasta retrata esta historia de amor, sino que aprovecha para dejar patente, por si alguien aún lo dudaba, de que puede ser un extraordinario actor dramático. Lo consigue, aun teniendo al lado a un monstruo sagrado como es Meryl Streep, que vuelve a estar tan arrebatadora como en su otro hito en el género que fue Memorias de África (Sydney Pollack, 1985). Ambos consiguen una química que parecía impensable, enamorando a todo espectador que tenga un mínimo de corazón. Ellos consiguen que el adulterio no se vea como un acto sucio o reprobable en este relato, siendo el romance entre Kincaid y Francesca, tal vez, el último tren para que él pueda echar raíces tras décadas de continuos viajes alrededor de ese mundo que nunca conoció ella, que también vería en esta su última oportunidad para dejar atrás su anodina existencia y comenzar a vivir. Una potentísima secuencia para los anales de la Historia del Cine, la de Francesca junto a su esposo, en el interior de un coche detenido a la espera de que el semáforo cambie de rojo a verde, angustiada, debatiéndose entre abrir la puerta y correr junto a un Kincaid que mira bajo la lluvia, o seguir resignándose a su convencional vida, es capaz de poner un nudo en la garganta a cualquiera. Pura magia cinematográfica, perfecto momento culminante de una obra maestra en la que la fotografía de Jack N. Green y la música de Lennie Niehaus contribuyen sobremanera a su capacidad de emocionar. Un clásico moderno.

    Estados Unidos. 1995. Título original: The Bridges of Madison County. Director: Clint Eastwood. Guion: Richard LaGravenese (Novela: Robert James Waller). Productores:Clint Eastwood, Kathleen Kennedy. Productoras: Warner Bros., Amblin Entertainment, Malpaso Productions. Fotografía: Jack N. Green. Música: Lennie Niehaus. Montaje: Joel Cox. Reparto: Meryl Streep, Clint Eastwood, Annie Corley, Victor Slezak, Jim Haynie.

    01| SIN PERDÓN

    Unforgiven, 1992.

    Hasta 1992, Eastwood ya había ofrecido espléndidas películas, muchas de una calidad superior a la media de lo que se solía estrenar en el Hollywood de aquellos años, pero aún le faltaba redondear esa obra maestra que le consagrara, definitivamente, como uno de los grandes cineastas de todos los tiempos. Sin perdón fue el título que le concedió ese honor. Desde que El jinete pálido insuflara de aire fresco al western, tan necesitado de ello, varias fueron las cintas que se estrenaron ambientadas en el lejano Oeste en los años siguientes, siendo Bailando con lobos el gran éxito que terminó de confirmar la definitiva resurrección del polvoriento género. A diferencia de esta película, marcadamente épica y espectacular, Eastwood entregó en Sin perdón la esencia más pura del western crepuscular, con una historia original de David Webb Peoples –posterior guionista de Blade Runner (Ridley Scott, 1982)–, protagonizada por personajes decadentes y amargados y con un halo de fatalismo envolviendo cada fotograma (¡y qué fotogramas! La fotografía de Jack N. Green es magistral). Clint se regala a sí mismo un papel protagonista a su medida, ese William Munny que, después de quedar viudo de una esposa que le había retirado de la mala vida como pistolero, se lanza a un último “trabajo” con el que poder sanar su maltrecha economía y sacar adelante a sus hijos. Un antiguo amigo y compañero de correrías, Ned (Morgan Freeman) y un inexperto muchacho (Jaimz Woolvett) son sus ayudantes para obtener una recompensa ofrecida por unas prostitutas que quieren vengar a una de las chicas, que quedó con el rostro desfigurado por unos vaqueros. Si bien todos los actores están perfectos –incluido un secundario Richard Harris felizmente recuperado para un género en el que triunfó como Un hombre llamado caballo (Elliot Silverstein, 1970)–, es Gene Hackman quien roba todas sus escenas encarnando a uno de los villanos más desalmados y temibles del cine moderno, el alguacil local “Little Bill” Daggett, encargado de hacerle la vida imposible a los protagonistas. Sin perdón es una película que engrandece un género a veces injustamente considerado menor (a pesar de haber dado tantas obras maestras), cargado de densidad dramática, oscuridad y una tristeza que es potenciada por los melancólicos acordes de la banda sonora de Lennie Niehaus. El público la adoró y la crítica se rindió a sus pies, haciéndola merecedora, entre otros muchos premios, de los Oscars a mejor película, director, actor secundario (Hackman) y montaje.

    Estados Unidos. 1992. Título original: Unforgiven. Director: Clint Eastwood. Guion: David Webb Peoples. Productores: Clint Eastwood, Julian Ludwig, David Valdes. Productoras: Warner Bros., Malpaso Productions. Fotografía: Jack N. Green. Música: Lennie Niehaus. Montaje: Joel Cox. Reparto: Clint Eastwood, Gene Hackman, Morgan Freeman, Jaimz Woolvett, Richard Harris, Saul Rubinek, Frances Fisher, Anna Thompson.


    José Martín León |
    © Revista EAM / Madrid


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