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    Crítica | Ejército de los muertos / Netflix

    Dying in Las Vegas

    Crítica ★★★★☆ de «Ejército de los muertos», de Zack Snyder.
    ► en NETFLIX.

    Estados Unidos, 2021. Título original: Army of the Dead. Director: Zack Snyder. Guion: Zack Snyder, Shay Hatten, Joby Harold (Historia: Zack Snyder). Productores: Wesley Coller, Deborah Snyder, Zack Snyder. Productoras: The Stone Quarry. Distribuidora: Netflix. Fotografía: Zack Snyder. Música: Junkie XL. Montaje: Dody Dorn. Reparto: Dave Bautista, Ella Purnell, Omari Hardwick, Ana de la Reguera, Nora Arnezeder, Theo Rossi, Matthias Schweighöfer, Hiroyuki Sanada,Tig Notaro, Garret Dillahunt, Raúl Castillo, .Huma Qureshi, Samantha Win, Richard Cetrone, Michael Cassidy, Athena Perample.

    Disfrutar al cien por cien de una propuesta como Ejército de los muertos depende mucho de las expectativas con las que el público se acerque a ella. Si alguien espera que Zack Snyder se haya propuesto regalarnos la obra definitiva y definitoria del cine de muertos vivientes puede salir muy decepcionado de la experiencia, por el simple hecho de que esta ya la había conseguido con la rompedora Amanecer de los muertos (2004), aquel remake de la clásica Zombie (George A. Romero, 1978), hasta entonces considerada la obra maestra en su género. Consciente de que la hazaña alcanzada con aquella pesadilla vivida por Sarah Polley y Ving Rhames en un centro comercial infestado de zombies era, prácticamente, una misión difícil de igualar, esta segunda incursión del cineasta en el mundo de los no muertos, al mismo tiempo que podría ser una secuela moral, ofrece algo bastante diferente: un espectáculo que hace de la diversión, la exageración y la chulería sus banderas para ganarse a la audiencia. Snyder, después del desencanto sufrido como consecuencia del maltrato infringingido por Warner Bros. a su personalísima La liga de la justicia (2021), cuya versión íntegra (y mucho más edificante que el pobre montaje de Joss Whedon estrenado en salas comerciales en 2017) pudieron disfrutar los fans, tras años de súplicas, gracias a la plataforma HBO, se libera de las presiones de un género, el superheroico, que le ha traído tantos dolores de cabeza desde que se le encomendara la tarea de resucitar al Superman de DC en El hombre de acero (2013). Y es que Snyder es uno de esos autores de personalidad tan marcada que dividen opiniones. Se le ama o se le odia, pero no existe espacio para los términos medios. El suyo es un tipo de blockbuster grandilocuente e hiperbólico, dotado de esa obsesión por hacer de cada fotograma de sus películas un festín audiovisual, que delata su pasado en el campo de la publicidad, así como de una solemnidad y cierta propensión a una oscuridad diametralmente opuesta al estilo de las cintas de Marvel.

    Desde su mismo planteamiento, ya Ejército de los muertos deja bien claro que no debe ser un filme para ser tomado demasiado en serio. Convertir Las Vegas, esa ciudad que todos deberíamos visitar al menos una vez en la vida, también conocida como la ciudad del pecado o la de las segundas oportunidades, en el escenario de una epidemia zombie es una idea, cuando menos, gamberra. Ese oasis de juego, apuestas legales, alcohol y desenfreno en medio del desierto de Nevada, con sus lujosos hoteles, horteramente decorados, y grandes casinos que ocultan cámaras acorazadas repletas de dinero, ha sido convertida en una zona fortificada a la que no se puede acceder después de que los infectados se hayan adueñado del lugar. La historia de Snyder tiene un punto de partida más cercano al cine de acción tipo Los mercenarios de Stallone, pero con ese punto comiquero más propio de Escuadrón suicida –da que pensar que habría entregado algo mucho más divertido que lo ofrecido por David Ayer en 2016–, presentando al multimillonario propietario de un casino (Hiroyuki Sanada) que recluta a un grupo de mercenarios para que penetre en el corazón de Las Vegas para extraer 200 millones de dólares de una caja fuerte, antes de que los militares lancen sobre la ciudad una bomba nuclear. Dave Bautista, un tipo proveniente de la lucha libre que, a diferencia de otras estrellas de acción de similares orígenes, como Dwayne Johnson o John Cena, es capaz de dotar de cierta humanidad y ternura a sus personajes –incluso cuando interpreta a un replicante, como fue el caso de Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve, 2017)–, encarna con acierto al cabecilla del grupo, Scott Ward, veterano de guerra que busca dejar atrás días preparando hamburguesas en el bar de su pueblo, y, de paso, reconciliarse con su hija Kate (Ella Purnell), voluntaria en un campo de refugiados tras la cuarentena. Como cabría esperar, dentro de este inclusivo escuadrón –destaca, positivamente, por la fuerte presencia de aguerridas mujeres– hay cabida para una variada galería de personajes que, si bien no escapan de estereotipos anteriormente vistos en muchas películas, están bien presentados y, en su mayoría, consiguen caer simpáticos.

    Army of the Dead, Zack Snyder.
    El retorno al universo zombie del director de Wisconsin.

    «Ejército de los muertos ha aterrizado con fuerza en el catálogo de streaming de Netflix, regalando un gran espectáculo, ruidoso y trepidante, de esos que se disfrutan mejor en una pantalla lo más grande posible, y protagonizado por personajes carismáticos que saben encontrar sus correspondientes momentos de lucimiento. Un entretenimiento de altura que, además, deja la puerta abierta a una posible secuela».


    Aquí tenemos, entre otros, a Vanderohe, un soldado duro de pelar y armado con una motosierra (Omari Hardwick); Mari Cruz (Ana de la Reguera), la amiga y potencial nuevo interés romántico de Scott; Ludwig (Matthias Schweighöfer), tan experto en abrir cajas fuertes como torpe a la hora de manejar un arma; Lily (Nora Arnezeder), la guía de moral ambigua y muy malas pulgas; Marianne (muy divertida Nig Notaro), la sarcástica piloto del helicóptero encargada de sacarles a todos del infierno una vez se consume el robo; Mickey (Raúl del Castillo), un francotirador curtido en las calles y aficionado a plasmar sus cacerías de muertos vivientes en vídeos que cuelga en internet, o su amiga Chambers, encarnada por la experta en artes marciales Samantha Win, que protagoniza una de las peleas más espectaculares de la cinta y que recuerda, en su caracterización, a la mítica Vasquez de Aliens, el regreso (James Cameron, 1986). De hecho, hay mucho en Ejército de los muertos de aquella película, en la manera de presentar la camaradería, las alianzas y las traiciones, así como el sacrificio de alguno de sus miembros por el bien del grupo. La película de Snyder comienza por todo lo alto, con un prólogo que muestra el origen de la infección: ese choque de un convoy militar contra otro vehículo, que acaba con la liberación accidental de un ser alterado con ADN extraterrestre para ser utilizado como arma humana. Las imágenes que siguen a continuación, esos títulos de crédito al son de la canción Viva Las Vegas, donde vemos a algunos de los protagonistas luchando en esa ciudad contra todo tipo de zombies, desde curvilíneas coristas a musculosos strippers, pasando por una putrefacta imitación del mismísimo Elvis, suponen un gozoso adelanto de ese conseguido cóctel de acción y humor negro que será una constante en las dos horas y media de función. También hay lugar para leves conflictos dramáticos –la frágil relación entre padre e hija, fruto de un pasado traumático; esos niños que quedarían huérfanos si los protagonistas no lograran salvar a su madre, prisionera en la ciudad por los muertos, a la espera de servirles de comida– que ayudan a que no todo sea acción sin alma y, dentro de su esquematismo, funcionas razonablemente bien.

    Ejército de los muertos continuaría con esa tradición de “infectados” que se mueven con rapidez, dejando atrás aquella manera de caminar dificultosa de los zombies de la vieja escuela, que precedieron al éxito de 28 días después (Danny Boyle, 2002), pero, además, une una capacidad de inteligencia que les permite actuar como si fuesen seres humanos vivos. Los monstruos de la cinta, denominados alfa, han formado una especie de sociedad en la que el temible Zeus (Richard Cetrane, toda una institución en el campo de los especialistas de acción y lucha, 1,91 ctm. de puro músculo) es el rey, y, acompañado de su correspondiente reina, será el más letal enemigo al que se tiene que enfrentar el escuadrón de Scott. El ambiente postapocalíptico que se respira en esa ciudad destruida y la estética de muchos de los zombies elevados a la máxima potencia, hipermusculados y guerreros, nos retrotraen, irremediablemente, al universo creado por George Miller en Mad Max, añadiendo, además, personajes animales zombificados, como el caballo de Zeus o el impresionante tigre blanco, uno de los exóticos (y más comentados) hallazgos del filme. Puede que el argumento, en sí, no sea lo más original. Al final todo se reduce a un Ocean's Eleven (Steven Soderbergh, 2001) pasado por el tamiz zombie, con todos los tópicos del subgénero de atracos perfectos (un plan milimétricamente orquestado y todo tipo de imprevistos que impiden que salga como estaba proyectado), bastante acción, pirotecnia y luchas cuerpo a cuerpo. Como película de terror es considerablemente menos efectiva que Amanecer de los muertos (a veces, menos es más), pero, al igual que aquella, no escatima en muertes absolutamente violentas y generosas cantidades de gore y sangre. No hay que esperar de ella demasiado más que otra típica aventura de supervivencia de soldados entre monstruos, con más humor y mala baba de la habitual, que vuelve a confirmar a Zack Snyder como uno de los realizadores que mejor se venden a nivel visual, siendo responsable también de la fotografía, y de la música, escogiendo temas icónicos para acompañar a sus poderosas imágenes –atención al arriesgado uso del Zombie de The Cramberries–. Ejército de los muertos ha aterrizado con fuerza en el catálogo de streaming de Netflix, regalando un gran espectáculo, ruidoso y trepidante, de esos que se disfrutan mejor en una pantalla lo más grande posible, y protagonizado por personajes carismáticos que saben encontrar sus correspondientes momentos de lucimiento. Un entretenimiento de altura que, además, deja la puerta abierta a una posible secuela.


    José Martín León |
    © Revista EAM / Madrid


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