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    Crítica | Nosotros

    Cuando el enemigo es uno mismo

    Crítica ★★★★ de «Nosotros», de Jordan Peele.

    Estados Unidos, 2019. Título original: «Us». Director: Jordan Peele. Guion: Jordan Peele. Productores: Jason Blum, Ian Cooper, Sean McKittrick, Jordan Peele. Productoras: Blumhouse Productions / Universal Pictures / Monkeypaw Productions / QC Entertainment. Distribuida por Universal International Pictures (UI). Fotografía: Mike Gioulakis. Música: Michael Abels. Montaje: Nicholas Monsour. Reparto: Lupita Nyong'o, Winston Duke, Shahadi Wright-Joseph, Evan Alex, Madison Curry, Elisabeth Moss, Tim Heidecker, Cali Sheldon, Noelle Sheldon, Yahya Abdul-Mateen II, Anna Diop.

    Lo conseguido por Jordan Peele, actor cómico habitual en sketches televisivos reconvertido en director, con su sorprendente ópera prima Déjame salir (2017) superó las expectativas más optimistas. Que una humilde producción de cuatro millones y medio de dólares de presupuesto, enmarcada en un género, el de terror, tan pocas veces tenido en cuenta a la hora de figurar en las carreras de premios, consiguiese la proeza de recaudar más de 255 millones en todo el mundo, cautivase, de manera casi unánime a la crítica y obtuviese más de 140 premios internacionales, entre ellos el Oscar a mejor guion original (también fue nominada a mejor película), supondría una alegría para los aficionados a pasar miedo en una sala de cine, que veían cómo, por una vez, se juzgaba la calidad y la originalidad con el mismo rasero. Aquel filme había obtenido un difícil equilibrio en su historia de personalidades alteradas, a medio camino entre el terror y la ciencia ficción con ecos de Las esposas de Stepford (Bryan Forbes, 1980), entre la comedia negra y la denuncia social, dos elementos que, a la hora de la verdad, fueron los que hicieron de ella una propuesta diferente y rompedora. Si Peele estaba destinado a ser la nueva esperanza para el género únicamente lo podía decidir su segundo trabajo, aquel que le terminaría confirmando como talento a seguir, por el contrario, dejaría en evidencia que el éxito de Déjame salir habría sido un caso aislado, un golpe de suerte que no se volvería a repetir. Por fortuna, Nosotros (2018), la nueva apuesta del cineasta, no solo se revela como una obra tan compleja y arriesgada como lo fue su triunfal debut, sino que le consolida como un director capaz de construir atmósferas perturbadoras y de jugar con la paranoia de un modo inteligente, utilizando algún que otro referente clásico –es inevitable que La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956) no acuda a nuestra mente mientras asistimos al visionado de la película– para elaborar algo completamente distinto y novedoso. Nosotros repite, de alguna manera, la fórmula que hizo de la anterior cinta de Peele un éxito. De nuevo, en su faceta de guionista, se desmarca con una nueva historia de pesadilla que bien podría formar parte de The Twilight Zone –curiosamente, el director está a punto de resucitar en televisión esta mítica serie– y, una vez más, vuelve a introducir ingeniosos golpes de humor negro logrando que no resulten fuera de lugar. También está muy presente esa carga de crítica social y política que parece ser ya marca registrada de la casa, por lo que podemos hablar de un cineasta que, con solo dos trabajos en su haber, ha encontrado su sello personal e intransferible.

    En esta ocasión, el relato se abre con un prólogo maravilloso que, por sí solo, ya se ha ganado su lugar dentro de la antología de momentos más espeluznantes que el cine de terror ha dado en la última década. En él, se traslada al espectador a la californiana playa de Santa Cruz de mediados de la década de los ochenta, donde Adelaide, una niña pequeña que se encuentra en una feria con sus padres, aprovecha un momento de distracción de estos para alejarse sola y adentrarse en una atracción que se anuncia como instrumento para conocerse mejor a uno mismo y que no es otra cosa que un laberinto de espejos en el que descubrirá, horrorizada, la existencia de otra niña que bien podría ser su doble. Un inicio de viaje en el que Nosotros consigue crear una sensación de desasosiego increíble, haciendo que el espectador tema por la integridad de una niña indefensa que, víctima de la peligrosa curiosidad infantil –y a la manera de aquella Alicia creada por Lewis Carroll (referente al que Peele recurre en más de una ocasión, tanto en el protagonismo de los espejos como en esos propios conejos blancos que aparecen en los inquietantes títulos de crédito y en alguna perturbadora escena posterior) que terminaba cayendo en aquella madriguera que conducía al País de las Maravillas–, acaba perdida en medio de una noche tormentosa, en el interior de un lugar que huele a amenaza en cada oscuro rincón. El trauma causado durante aquella fatídica escapada dejó sin habla durante un tiempo a una Adelaine que, treinta años después, convertida ya en una mujer aparentemente recuperada, casada y madre de dos hijos, volverá a la misma playa donde se originaron sus pesadillas para pasar unas vacaciones familiares y, de paso, encarar a los fantasmas de su pasado. El suyo es un miedo más psicológico que físico (aunque contiene imágenes con potente violencia explícita), con una amenaza irracional que, durante la mayor parte de la historia, permanece abstracta y misteriosa, mientras persigue a los protagonistas sin tregua, algo que la emparenta con otra joya del terror contemporáneo como fue It Follows (David Robert Mitchell, 2014). La mayor aliada con la que cuenta para que la empresa llegue a buen puerto es su protagonista femenina, una Lupita Nyong'o visceral y llena de fuerza, metida en la piel de dos personajes, desde ya, icónicos en su género. La actriz sale victoriosa, tanto en su personificación de esa madre coraje, atormentada por su pasado, que tiene que enfrentarse a sus miedos más ocultos para proteger a su familia, como cuando da vida a Red, esa versión distorsionada y salvaje de sí misma que emerge del subsuelo para cobrarse una ¿inexplicable? venganza.

    «Peele ha dado con este nuevo trabajo un salto adelante como cineasta, dosificando mucho mejor todos los ingredientes de su explosivo cóctel y alcanzando una madurez ejemplar en las formas».


    Y es que la película alcanza su punto álgido cuando se produce la confrontación entre la familia protagonista y unos primarios y desfigurados dobles que se presentan, en mitad de la noche, en la puerta de su casa. Unos seres que llevan los rasgos más distintivos de las personalidades de cada uno de sus miembros hasta límites enfermizos. Lo que comienza como una variante fantástica de esas invasiones domésticas que tendrían al Funny Games (1997) de Michael Haneke como más ilustre exponente, pronto acaba derivando en una suerte de relato de ciencia ficción conspiratoria, deudor de aquellos que, protagonizados por entidades que suplantaban las identidades de los humanos (ya fuesen ultracuerpos o invasores de Marte), hicieron furor en la década de los 50. Nyong'o se ve bien arropada por un Winston Duke que aporta las dosis justas de humor para que la cinta no caiga en la comedia, así como por un reparto juvenil perfecto, tanto en el caso de los actores que dan vida a los hijos como en el de la pequeña que interpreta a la Adelaide infantil. Incluso la magnífica Elisabeth Moss aprovecha sus breves escenas para dejar constancia de su facilidad para adueñarse de la pantalla. Nosotros no se detiene en el simple espectáculo de cacería humana y funciona también como metáfora de una sociedad actual en la que prima la diferencia de clases sociales y los ciudadanos más privilegiados, los de primera clase, prefieren mirar hacia otro lado mientras los más desfavorecidos sufren. También resulta fascinante la interpretación que se puede extraer de los villanos del filme, que, a fin de cuentas, no son otra cosa que la proyección de ese monstruo que todos llevamos dentro. Nuestros temores, nuestras debilidades y nuestros peores instintos materializados en unos personajes que asustan más por cómo los protagonistas se reflejan en ellos, unas copias alienadas, vestidas con monos rojos y armadas con tijeras, que se comunican mediante gruñidos. Peele ha dado con este nuevo trabajo un salto adelante como cineasta, dosificando mucho mejor todos los ingredientes de su explosivo cóctel y alcanzando una madurez ejemplar en las formas. Cada encuadre, cada plano cenital, esa deslumbrante fotografía de Mike Gioulakis, hacen que la película sea un prodigio visual muy superior al de la más modesta Déjame salir, acompañándose, además, de una brutal música compuesta por Michael Abels que contribuye sobremanera a crear angustia y tensión. En definitiva, Peede nos ha regalado un nuevo clásico instantáneo del horror, que ha sabido construir su propia mitología y que logra esquivar los lugares comunes gracias a un guion que busca sorprender con cada nuevo e inesperado giro. Una de esas obras que están destinadas a servir de seguro referente para títulos venideros, tan endiabladamente divertida como generosa en secuencias para la posteridad –hay una encarnizada matanza, con los Beach Boys como banda sonora, que es para quitarse el sombrero–, que aterra e invita a la reflexión con una soltura asombrosa | ★★★★


    José Martín León
    © Revista EAM | Madrid |


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