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    Crítica | El candidato

    Los límites de lo público y lo privado

    Crítica ★★★★ de «El candidato», de Jason Reitman.

    Estados Unidos, 2018. Título original: «The Front Runner». Director: Jason Reitman. Guion: Jason Reitman, Matt Bai, Jay Carson (Libro: Matt Bai). Productores: Helen Estabrook, Aaron L. Gilbert, Jason Reitman. Productoras: Bron Studios / Right of Way Films / Creative Wealth Media Finance. Distribuida por Columbia Pictures. Fotografía: Eric Steelberg. Música: Rob Simonsen. Montaje: Stefan Grube. Reparto: Hugh Jackman, Vera Farmiga, J.K. Simmons, Sara Paxton, Mark O'Brien, Molly Ephraim, Chris Coy, Alfred Molina.

    Desde su brillante debut con Gracias por fumar (2005), Jason Reitman ha conseguido labrarse una apreciable filmografía en la que tuvieron excesivo peso la presencia en los Oscar de Juno (2007), ganadora de la estatuilla por el guion de Diablo Cody, y Up in the Air (2009), candidata a seis premios. Con semejante listón, era normal que sus siguientes cintas fuesen consideradas “menores”, al no colmar todas las expectativas que se habían creado sobre el director, aun cuando estamos hablando de títulos tan apreciables como Young Adult (2011) o Tully (2018), dos sorprendentes comedias que regalaron a Charlize Theron los mejores personajes que le ha tocado interpretar en los últimos años. Es más, incluso en sus peores trabajos hasta la fecha, Una vida en tres días (2013) y Hombres, mujeres y niños (2014), también quedaría patente la buena mano de Reitman para la dirección de actores, consiguiendo, en el caso del segundo filme citado, una meritoria interpretación dramática del casi siempre denostado Adam Sandler. El candidato (2018), su última obra que ha llegado a las carteleras, supone un auténtico giro de 180 grados a todo lo que el cineasta nos tenía acostumbrados, aparcando su humor sarcástico y crítico habitual para sumergirse en las pantanosas aguas del biopic de una controvertida figura política, empleando un estilo sobrio y clásico muy de agradecer, que emparenta el filme con aquellos dramas políticos que triunfaron en la década de los setenta, con El candidato (Michael Ritchie, 1972), protagonizado por Robert Redford y con el que, curiosamente, comparte título en español y muchas similitudes argumentales, o Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976), toda una obra maestra del género que contó las pesquisas periodísticas que desencadenaron el polémico “caso Watergate”, a la cabeza. Este proyecto llega en un momento en el que este tipo de cine parece vivir un saludable auge, si nos atenemos a otros estrenos cercanos en el tiempo como Los archivos del Pentágono (Steven Spielberg, 2017), El escándalo Ted Kennedy (John Curran, 2017) o El vicio del poder (Adam McKay, 2018), esa estupenda sátira que, probablemente, ha hecho sombra a la cinta de Reitman, provocando que su presencia en la última carrera de premios fuese prácticamente nula.

    Nunca sabremos cómo le habría ido a Estados Unidos si, en vez de Bush padre hubiese tomado posesión de la Casa Blanca Gary Hart. Con un brillante pasado como estudiante en la Universidad de Yale y una sólida trayectoria en la abogacía a sus espaldas, este candidato a la presidencia por el Partido Demócrata, fue saludado, por su gran atractivo físico, carisma arrollador y una integridad personal que cautivó a millones de ciudadanos, como digno sucesor de los Kennedy para acabar, en las elecciones de 1988, con ocho años de mandato republicano de Reagan. Pero un contratiempo surgió en su meteórico camino al poder en forma de lío de faldas con la joven modelo Donna Rice que la prensa sensacionalista no dudó en airear, destrozando la inmaculada imagen pública de Hart, la de un buen hombre felizmente casado y padre de familia ejemplar. La presión de los medios empujó al candidato a ser reemplazado por un Michael Dukakis que no tuvo la fuerza ni el carisma suficientes para tumbar a George Bush en las urnas y, así, poner fin a una carrera presidencial que se presumía imparable. El candidato adapta el libro All the Truth is Out, escrito por el periodista Matt Bai, aquí uno de los responsables del propio guion, y pone el foco de atención, no solo en el afectado aspirante a presidente, sino también en el grupo de personas que trabajaron codo con codo con él para tratar de alcanzar su sueño, en aquellos periodistas ávidos de noticias escandalosas con las que vender más periódicos, en la esposa de Hart, sufridora en silencio del linchamiento que sufre su marido, e, incluso, en esa joven amante a la que las circunstancias acaban superándola y se convierte en una mujer señalada por el dedo acusador de todo un país. La película pone sobre la mesa varios temas interesantes de debatir: ¿hasta qué punto interesa la vida privada de un político y por qué se le exige una conducta moral intachable, como si esto fuese incompatible con saber desempeñar sus funciones profesionales con ética y disciplina? ¿Dónde están los límites de la intimidad de los personajes “públicos” y hasta dónde tiene derecho la prensa de someterles a un acoso mediático con el fin de indagar en sus miserias, ya sean sexuales o de cualquier otra índole, sin medir los daños que puedan ocasionar?

    Y es que el caso de Gary Hart está considerado todo un antecedente a lo ocurrido con Bill Clinton y Mónica Lewinski, suponiendo una ruptura de ese respeto que la prensa guardaba hacia los políticos, hasta entonces nada acostumbrados a la persecución de unos paparazzis que encontraban mejores objetivos en las estrellas de cine o de la música. El candidato es una cinta que destaca por la elegancia y sutileza con las que aborda las presuntas correrías extramatrimoniales de su protagonista (en ningún momento el adulterio está mostrado de forma explícita en pantalla, otorgando el beneficio de la duda a la versión de un Hart que jamás reconoció sus debilidades), y que maneja diferentes puntos de vista y una gran cantidad de información para que el espectador pueda crearse su propia opinión acerca de los hechos que relata sin. A pesar de la densidad de una historia que se mueve continuamente entre los pormenores de la campaña electoral, las decisiones que se toman en las redacciones de los periódicos y las grietas familiares que surgen a raíz de la noticia, Reitman sabe plasmarla en imágenes de una manera clara y concisa, haciendo alarde de un pulso narrativo excelente que le revela como dignísimo sucesor de maestros como Pakula o Lumet. Hugh Jackman, actor todoterreno que ha dado sobradas muestras de sus capacidades interpretativas más allá de su Lobezno de la saga X-Men, aprovecha esta oportunidad para entregar uno de sus mejores trabajos hasta la fecha, contenido y carismático, que consigue hacer cercana la impotencia y vulnerabilidad de su personaje. A su alrededor, Vera Farmiga, Sara Paxton o J.K. Simmons también están más que convincentes y funcionan como perfecto apoyo del protagonista, a pesar de que sus personajes no están todo lo bien perfilados para destacar lo suficiente. Jason Reitman ha conseguido aquí una de sus mejores películas, un atractivo drama biográfico que invita a la reflexión (¿todo vale para lograr una exclusiva?), magníficamente ambientado, que sabe conjugar con eficacia el conflicto interior que vivió Hart con una acertada denuncia de la falta de escrúpulos de cierto periodismo amarillista que, en nuestros días, continúa dejando cadáveres en el camino, aferrándose a la libertad de prensa sin ningún tipo de compasión | ★★★★


    José Martín León
    © Revista EAM / Madrid


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