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    Crítica | Bullet Head

    Perro de presa

    Crítica ★★★ de Bullet Head (Bullet Head, Paul Solet, Bulgaria / Estados Unidos, 2017).

    Tras un golpe que no ha salido del todo bien, tres ladrones acaban ocultándose en un desvencijado almacén donde deben hacer tiempo hasta que sean recogidos por un contacto y, al mismo tiempo, evitar así ser encontrados por la policía. Dentro de ese solitario y angustiante espacio cerrado, los ladrones (de los que no sabemos sus nombres y que son interpretados por Adrien Brody, John Malkovich y Rory Culkin) tienen tiempo para conocerse mejor, compartir historias y traumas de su pasado y sobrellevar las diferentes tensiones a las que se tienen que enfrentar, que en muchos casos son más de naturaleza psicológica que física. La premisa les sonará, obviamente, por Reservoir Dogs (1992), la deslumbrante ópera prima a nivel profesional de un joven Quentin Tarantino que revolucionó la manera de entender el thriller en los 90 tanto a nivel estético como, sobre todo, narrativo. Sus ecos resuenan ahora en una pequeña y extraña película, que parece hija de otro tiempo y que parte de un planteamiento similar para añadir algo que en la cinta de Tarantino sólo figuraba en el título: un perro. Un presa canario entrenado para matar desde que era un cachorro y que deambula por el almacén sediento de sangre. Una amenaza mayor para los protagonistas que cualquier agente de policía que les pueda encontrar, aunque quizá no tan feroz ni sádico como el dueño del animal: un parlanchín y cruel gángster al que da vida Antonio Banderas.

    En una época en la que parece que los estrenos de cine van a dividirse exclusivamente entre las grandes superproducciones pertenecientes a franquicias de eficacia más o menos probada y las propuestas más independientes destinadas a festivales y salas pequeñas, se abre un nuevo camino gracias al video-on-demand para las producciones de presupuestos medios que, en otra época, hubieran servido tanto para completar las carteleras fuera de las temporadas de premios o blockbusters como para llenar las estanterías de los videoclubes. Es este un tipo de películas que, de otro modo, estaría completamente condenado a la extinción, lo que nos invita a reconsiderar esa demonización que muchos cineastas, críticos y aficionados aplican al cine en streaming al considerarlo uno de los grandes males del cine actual, cuando en realidad podría ser la única vía para seguir disfrutando de un cine menos encorsetado y que no dependa tanto de las cifras ni los galardones como de la aceptación popular del público a través de clics y la presencia (pagada o espontánea) en los medios sociales. Podríamos plantearnos si esto será sostenible a la larga… Probablemente no, ya que todo apunta a que estamos abocados al fin de nuestra civilización. Pero hasta que llegue ese cataclismo (¿sólo cultural?), podemos disfrutar desde la comodidad de nuestro sofá de rarezas como Bullet Head, una coproducción búlgaro-estadounidense que viene auspiciada por la gente de Millennium, esos herederos directos de la Cannon que llevan años especializándose en un cine de consumo rápido y en cuya producción hay cabida para auténticas anomalías, como esta cinta que cuesta encasillar en un único género y que presenta no pocos puntos de interés para un público curioso y desprejuiciado.

    «Entretenimiento modesto y eficaz que conjuga elementos de thriller, drama, suspense y terror con naturalidad, incluso con pequeñas explosiones de acción bien dosificadas y mucho, mucho amor por los animales, aunque en un principio se nos describa a uno de ellos como el villano de la historia».


    Es muy fácil, desde esa posición de superioridad que nos da el mando a distancia, el ratón y el teclado, reírse del mal ajeno y acusar a los protagonistas más conocidos de Bullet Head (Brody, Malkovich y Banderas) de contentarse con protagonizar películas muy alejadas en cuanto a renombre, presupuesto y ambiciones artísticas y comerciales de las que hicieron en sus años dorados. Pero esto tiene mucho de arrogancia y de ignorancia sobre cómo está la industria del cine a día de hoy: sus nombres ya no atraen al público que llena las multisalas y ya no tienen tanto entre lo que elegir. De cualquier modo, sería un intento de hacer leña de un árbol caído que todavía tiene las raíces dentro de la tierra y que, aunque con menos esplendor, todavía es capaz de florecer y dar frutos. Y mientras muchos actores se pasean por los platós con desgana en el declive de su popularidad, otros son tan profesionales que logran aportar una energía y una verdad innegables a guiones que quizá no sean del todo redondos, pero que sí les ofrecen un material de base lo suficientemente interesante como para poder extraer de ellos algo digno. Bullet Head pertenece a esa clase de películas irregulares, de argumentos sobados y recursos escasos que, contra todo pronóstico, consiguen alzarse por encima de la media gracias a la entrega con la que algunos de sus responsables acometen su labor. Es el caso de Paul Solet, director, coproductor y guionista de la cinta, quien aporta una visión y una energía inesperadas a lo que, en un principio, parecía un simple thriller del montón. La sencillez de su puesta en escena es una virtud en un momento en el que muchos directores tiran de los trucos de montaje y el ruido para enmascarar la falta de presupuesto, pero además es capaz de presentar soluciones visuales muy elegantes y creativas, como algunos planos con grúa que se cierran con encuadres muy bien planificados, la inteligente manera de fusionar la acción en presente con los flashbacks, o una precisa construcción de la atmósfera y un hábil manejo del espacio que nos permiten seguir los momentos de suspense y acción con total claridad y las dosis justas de emoción. También es digno de elogio el modo en el que el guion se aparta de los caminos más trillados y apuesta por un evidente mensaje animalista que desemboca en algunos giros inesperados y bienvenidos. Pero Solet no está solo en su misión por hacer de este largometraje algo diferente: los cuatro protagonistas encaran sus papeles con total seriedad y los convierten en seres creíbles y vulnerables, si bien el personaje de Banderas está descrito y escrito con trazos más burdos y arquetípicos. Pero, como némesis de los antihéroes, funciona a la perfección. En definitiva, no podríamos decir que Bullet Head sea una joya oculta de nuestro tiempo, pero sí hay que reconocer su valía como entretenimiento modesto y eficaz que conjuga elementos de thriller, drama, suspense y terror con naturalidad, incluso con pequeñas explosiones de acción bien dosificadas y mucho, mucho amor por los animales, aunque en un principio se nos describa a uno de ellos como el villano de la historia. Razones más que suficientes como para salvarla del ostracismo y darle una oportunidad. | ★★★ |


    Pedro José Tena
    © Revista EAM / Badajoz


    Ficha técnica
    Bulgaria / Estados Unidos. 2017. Título original: Bullet Head. Director: Paul Solet. Guion: Paul Solet. Productores: Milos Djukelic, David Gardner, Yariv Lerner, Victor Shapiro, Paul Solet, Raphael Swann, Les Weldon. Productoras: Millennium Media / Nu Boyana Film Studios / Principato-Young Entertainment / Sunset Junction Entertainment. Distribuida en EEUU por Saban Films / Millennium Films. Distribuida en España por Netflix. Fotografía: Zoran Popovic. Música: Austin Wintory. Montaje: Josh Ethier. Diseño de producción: Nikola Bercek. Reparto: Adrien Brody, John Malkovich, Rory Culkin, Antonio Banderas, Alexandra Dinu, Ori Pfeffer.


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