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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | 50 primaveras

    Aurore

    Vida después de la menopausia

    Crítica ★★★ de 50 primaveras (Aurore, Blandine Lenoir, Francia, 2017).

    50 años. Medio siglo. Esa es la barrera psicológica que el ser humano se ha creado para situar la mitad de su vida. A partir de ahí, todo será cuesta abajo, el principio del fin. La despedida definitiva de la juventud y la entrada en la primera etapa de la vejez. En el caso de la mujer, esta circunstancia se ve acentuada con la llegada de la tan temida menopausia, con todos los desórdenes físicos (el cuerpo cambia, las hormonas se revolucionan, la regla desaparece) y psicológicos (incontrolables cambios de humor, sensibilidad a flor de piel) que esta conlleva. En una sociedad actual, aún bastante machista y que otorga demasiada importancia a cuestiones como la juventud, la belleza y la productividad en su escala de valores, la mujer que pasa de los cincuenta ve como, en la mayoría de los casos, su papel queda relegado al de ser madre y abuela, descuidando, en muchas ocasiones, su propia vida personal. A las inseguridades propias de alguien que trata de asumir que su mejor momento físico ya pasó y que no despertará tantas miradas de deseo como antes, se unen las trabas que el mercado laboral impone a las mujeres maduras para alcanzar un puesto de trabajo y las cada vez menos oportunidades para encontrar el amor o, en su defecto, disfrutar de una vida sexual aún activa. Pues bien, todos estos tópicos y, en ocasiones, falsos mitos sobre la crisis de los 50 son derribados por la realizadora Blandine Lenoir en su segundo largometraje tras Zouzou (2012), apoyándose en un guion que ella misma (a sus 44 años ya atisba en el horizonte el panorama que describe en la historia, por lo que sabe de lo que habla de primera mano) co-escribe junto a Jean Luc-Gaget y Océane Michel. Una visión vitalista y esperanzadora que viene a demostrar que hay vida después de la menopausia y que la juventud es algo que no va únicamente relacionada con la edad.

    50 primaveras tiene como protagonista a Aurore Tabort, una mujer separada que ha rebasado los cincuenta inmersa en plena vorágine de trastornos menopáusicos, con continuos acaloramientos que le llegan en cualquier momento, coincidiendo con una etapa un tanto caótica de su vida personal y profesional. En lo familiar, está a punto de padecer el síndrome del nido vacío cuando sus dos hijas empiecen a emprender sus caminos fuera de la protección materna. La mayor le comunica que está embarazada, por lo que debe aceptar su condición de futura abuela, mientras que la hija menor, casi adolescente, está decidida a dejarlo todo para irse tras su inmaduro novio, un proyecto de músico con futuro incierto. Aurore asiste impotente a las elecciones de sus hijas, con el temor a que cometan los mismos errores que ella en su juventud, pero aceptando que es ley de vida equivocarse para aprender. Por otro lado, el bar donde trabaja como camarera ha sido traspasado a un nuevo (y tan machista que bordea la caricatura) jefe que llega con la firme intención de traer aires renovados al local, relegando a la veterana Aurore a la parte trasera de la barra mientras que compañeras más jóvenes aportan “la cara bonita” al negocio, algo que la mujer no está dispuesta a aceptar y que la hace dimitir a la primera de cambio. Para que el paisaje sea aún más desestabilizador, reaparece en la vida de Aurore su primer amor, Christophe, ahora exitoso ginecólogo, despertándose entre ambos una llama que parecía apagada desde hacía muchos años. La historia de 50 primaveras no es, ni más ni menos, que la historia de muchas mujeres anónimas que han alcanzado la madurez y se han encontrado con sueños, sorpresas y segundas oportunidades que, a esas alturas de la vida, poco esperaban. Un relato sencillo, de corte amable, que no oculta los contras de la situación pero que tampoco se recrea en el dramatismo, tirando siempre hacia caminos esperanzadores e impregnando a sus diálogos y situaciones de un sanísimo sentido del humor.

    Aurore

    «Resulta tan agradable y fácil de disfrutar gracias a la sinceridad y buenas intenciones con las que Lenoir aborda el tema y a la entrega absoluta de Jaoui a su papel protagonista, pero no es un título que esté destinado a trascender o a permanecer en la memoria mucho tiempo después de su visionado, por mucho que este esté acompañado de una perpetua sonrisa de oreja a oreja durante todo el metraje».


    Un personaje central tan rico y bien construido requiere de una actriz a la altura de las circunstancias y es aquí donde el filme halla a su mejor aliada en la figura de la gran Agnès Jaoui. La inquieta intérprete, guionista (también aportó su grano de arena al libreto) y directora de títulos tan interesantes como Para todos los gustos (2000) o Como una imagen (2004), lo da todo en su personificación de Aurore. Divertida, con fuerte carácter y sin ninguna intención de renunciar a la felicidad o a su sexualidad, la protagonista se mete al público en el bolsillo con facilidad, ya que este empatiza con las discriminaciones a las que se tiene que enfrentar a diario. Una galería de secundarios perfecta acompaña a Jaoui de forma inspirada, sobre todo una genial Pascale Arbillot que, en el papel de mejor amiga de Aurore, presenta la otra cara de la moneda de la mujer madura moderna, soltera, sin ataduras sentimentales ni hijos y triunfadora en lo profesional, además de poseedora de un espíritu libre y alocado que se contrapone al de su cómplice y compañera de copas. No es que 50 primaveras sea tampoco una obra que aporte nada sorprendente o extremadamente novedoso al género, ya que, a mitad de trayecto, el espectador ya sabe con antelación por qué derroteros va a ir la historia, demasiado previsible en lo concerniente al romance otoñal, por mucho que se utilice el facilón recurso de introducir a un segundo interés amoroso para Aurore, que le haga debatirse entre llevar una vida cómoda y tranquila, sí, pero sin pasión, o arriesgarse y apostar por ese amor de juventud que aún hace que su cuerpo se estremezca desde los pies a la cabeza. La película resulta tan agradable y fácil de disfrutar gracias a la sinceridad y buenas intenciones con las que Lenoir aborda el tema y a la entrega absoluta de Jaoui a su papel protagonista, pero no es un título que esté destinado a trascender o a permanecer en la memoria mucho tiempo después de su visionado, por mucho que este esté acompañado de una perpetua sonrisa de oreja a oreja durante todo el metraje. | ★★★ |


    José Martín León
    © Revista EAM / Madrid


    Ficha técnica
    Francia. 2017. Título original: Aurore. Directora: Blandine Lenoir. Guion: Jean Luc-Gaget, Blandine Lenoir, Océane Michel. Productores: Fabrice Goldstein, Antoine Rein. Productora: Karé Productions. Fotografía: Pierre Milon. Música: Bertrand Belin. Montaje: Stéphanie Araud. Vestuario: Marie Le Garrec. Reparto: Agnès Jaoui, Thibault de Montalembert, Pascale Arbillot, Sarah Suco, Lou Roy-Lecollinet, Philippe Rebbot.

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