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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Microbio y Gasoil

    Microbe et Gasoil

    La gran aventura de Théo y Daniel (y Michel)

    crítica de Microbio y Gasoil (Microbe et Gasoil, Michel Gondry, Francia, 2015).

    De vez en cuando pasa en la carrera de un director que le llega un momento en que quiere acometer un proyecto pequeño, sencillo, agradable de realizar y mostrar al mundo. Esto sucede sobre todo si el director en cuestión es alguien ambicioso, amigo de las apuestas complicadas, amante de la inventiva visual y el más-todavía. Michel Gondry no para de trabajar, ya sea en en el género documental —la juvenil Nosotros y yo (The We and the I, 2012) o la animada Is the Man Who Is Tall Happy? (2013), exploración de la figura de Noam Chomsky— o en las apuestas de ficción. Pero la estupenda La espuma de los días (L'Écume des jours, 2013) —que ya en sí fue una huida tras su primer encargo en Hollywood, The Green Hornet (2011), su película peor recibida— tiene pinta de haber sido una película difícil de hacer, aunque sea solo de un punto de vista práctico, y más aún de promocionar, ya que la respuesta de público y crítica fue dispar. Con todo esto en mente, no es ninguna sorpresa que la nueva cinta del imaginativo director francés sea esta Microbio & Gasoil, irresistible y vitalista crónica de una aventura juvenil de la mano de una pareja protagonista que parece la partición en dos de la personalidad del propio cineasta.

    El joven Théo es con diferencia el más bajito de su clase y el pelo largo que lleva hace que le confundan a menudo con una chica, lo que le hace sufrir porque quién de verdad le gusta es Laura, y así no hay manera de que se fije en él. Un día llega a clase un alumno nuevo de nombre Daniel, experto en motores que huele a grasa de motor y gasoil todo el tiempo y que cuenta con una disposición ante la vida refrescante. Sus ambientes no pueden serlo más distintos, pero su amistad es instantánea, y les une una insobornable voluntad de diferencia (Théo con sus dibujos, Daniel con sus inventos mecánicos). Lo que nos ofrece Gondry durante una hora y cuarenta y tres minutos no es nada nuevo, nada que el cine no haya abordado en múltiples ocasiones. El subgénero del cine con pareja de amigos adolescentes en una gran aventura, unidos contra un mundo banal hasta el hartazgo, y que experimentarán sus más y sus menos en una travesía tanto física como emocional. Todo ya oído, aunque el cineasta es capaz de inyectar unas gotas de incorrección, un sentido del humor sin límites y algunas sacudidas de drama que alteran un poco la fórmula y hace de la experiencia algo no solo altamente disfrutable, sino también algo memorable.

    Microbe et Gasoil

    «Con Microbio & Gasoil nos reímos mucho, puede que más que nunca en la filmografía de Gondry, y eso se debe a que toda la peripecia, aun con sus ribetes más serios y duros, es de una vitalidad y una diversión de lo más bienvenida».


    Lo mejor es que en este ambiente tan aparentemente novedoso (aunque sea por humilde y sencillo), la esencia del director y guionista francés persiste. Esto es, el amor por la inventiva, el elogio a la imaginación, el sentido del humor en cualquier tipo de circunstancias, la pasión por la creación artística, la que une diferentes elementos que dan como resultado un Todo inesperado, y la traducción en pantalla en un trozo de celuloide que desprende una casi contagiosa energía, palpable en todo el metraje. Con Microbio & Gasoil nos reímos mucho, puede que más que nunca en la filmografía de Gondry, y eso se debe a que toda la peripecia, aun con sus ribetes más serios y duros, es de una vitalidad y una diversión de lo más bienvenida. Hay chistes de sexo y escatología en un sentido del humor que se pone a la altura de la edad de sus protagonistas (otro rasgo autoral claro), ya que es su mirada la que lo domina todo. La que ve a la madre de uno como una sobreprotectora flor (repite el director con Audrey Tautou) y a la familia del otro como un puñado de ogros sin corazón. El juego de los extremos, que es la visión púber de la vida.

    La misión de estos dos amigos es ser libres, escapar de las presiones de sus hogares y las convenciones sociales en busca de una independencia momentánea. Y como dictan sus edades, en una misión tonta, inconsistente pero excitante, y todo eso se transmite a la platea, que comparte su gozo en cada momento. Para ello, unen sus fuerzas para construir una casa-automóvil que se camufla magistralmente y que les va a llevar por diferentes localidades francesas, puede que con motivaciones secretas en mente. Cuando la película se convierte en una improvisada road-movie pasará lo que pasa siempre en cintas así: un desfile de personajes excéntricos, ruta de crecimiento emocional, conflicto que parece insalvable entre los miembros del viaje e incluso una ración de notas existenciales, ya que Théo está lleno de inseguridades y Daniel funciona como su perfecto cicerone para aprender a autofirmarse, en una relación de amistad genuina, muy bien trabajada y que desprende química entre los jóvenes Ange Dargent y Théophile Baquet, estupendos ambos. Y como todo viaje que se precie, debe llegar a un final, y el de Microbio & Gasoil sobrecoge por crudo, no tanto por sorprendente, ya que las pistas estaban ahí, pero sí por ser una bofetada de realismo que despedaza la burbuja de diversión que se había creado con la aventura por carretera. La tesis del cineasta por tanto se torna crítica con una sociedad incapaz de apreciar la magia de amistades así, de ver el valor y determinación de los chicos, y que por tanto recurre a lo más severo para castigar la transgresión. Es una pena, pero hace que la película trascienda un poco su etiqueta de título menor (una que seguro le caerá allá por donde vaya) y se convierta en algo más sólido. Incluso cuando el francés se pone más ligero, se cuela el sentimiento. El filme tiene sus inconsistencias y descripciones de personajes hechas a trazo grueso, sí, pero si hemos sido testigos de una bonita historia que reivindica lo diferente y la creatividad frente a lo reglado y aburrido, entonces el visionado ha merecido la pena. | ★★★ |


    Adrián González Viña
    © Revista EAM / Festival de Sevilla


    Ficha técnica
    Francia, 2015. Título original: Microbe & Gasoil. Dirección y guión: Michel Gondry. Música: Jean-Claude Vannier. Fotografía: Laurent Brunet. Productoras: Partizan / StudioCanal / Canal+ / OCS / Cinémage. Productor: George Bermann. Montaje: Elise Fievet. Dirección artística: Stephane Rozenbaum. Vestuario: Florence Fontaine. Reparto: Ange Dargent, Théophile Baquet, Diane Besnier, Audrey Tautou, Vincent Lamoureux, Agathe Peigney, Douglas Brosset, Charles Raymond, Ferdinand Roux-Balme, Marc Delarue, Ely Penh, Laurent Poitrenaux, Jana Bittnerova, Zimsky, Fabio Zenoni. Duración: 103 minutos. Presentación en los Festivales de Nueva York y Sevilla.

    Póster: Microbe et Gasoil
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