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    Crítica | La visita

    The Visit, M. Night Shyamalan, 2015

    La elección de Gretel

    crítica de La visita (The Visit, M. Night Shyamalan, 2015).

    Cuando M. Night Shyamalan aceptó el encargo de dirigir After Earth (2013), aquel caro (130 millones de dólares) capricho de ciencia ficción construido alrededor de la figura del hijo de Will Smith con la intención de convertirle en estrella de acción, pareció vender el escaso crédito que le quedaba a la industria. No se trató del primer proyecto de grandes proporciones en el que el realizador se embarcaba, ya que Airbender, el último guerrero (2010) había costado 150 millones, convirtiéndose en un sonado fiasco, sobre todo crítico, que acabó con sus aspiraciones de convertirse en saga. Tras estos títulos, poco o nada quedaba ya de su pasada maestría para construir atmósferas inquietantes en historias con gran componente espiritual y caracterizadas por unos finales sorprendentes en los que desvelaba cómo había jugado con el espectador durante toda la proyección. Las excelentes El sexto sentido (1999) y El protegido (2000) o, en menor medida, Señales (2002) y El bosque (2004), habían convertido el nombre de Shyamalan en toda una garantía para los aficionados del mejor cine fantástico que, a partir de La joven del agua (2006), se vio puesta en tela de juicio hasta el extremo de convertirle en uno de los directores más cuestionados en cada nuevo trabajo que estrena. Es por esto que el cineasta indio, escarmentado de grandes presupuestos, ha decidido rebelarse contra los grandes estudios y, en un acto de reinvención, se desmarca con La visita (2015), una pequeña producción de bajo presupuesto en la que invirtió 5 millones de dólares de su propio bolsillo.

    Con producción de Jason Blum, uno de los artífices de éxitos del nuevo cine de terror como Paranormal Activity o Insidious, La visita presenta la experiencia de dos hermanos adolescentes que son enviados por su madre a conocer a sus abuelos a una granja de Pensilvania. En un principio, las impresiones no pueden ser mejores, ya que se topan con una entrañable pareja de ancianos (ella aficionada a la repostería, él entregado a sus labores de la granja) con los que la convivencia se presenta previsiblemente plácida, pero, durante el transcurso de la semana programada, van descubriendo en ellos comportamientos cada vez más extraños que hacen que la imaginación de los chicos comience a volar, formulándose todo tipo de teorías conspiratorias. Lo primero que sorprende de la película es la decisión de Shyamalan de abandonar el habitual clasicismo de sus narraciones para apuntarse a una corriente tan en boga (y ya cansina) como es la del found footage, en la que todo lo que ocurre en la historia está recogido en las grabaciones realizadas por las cámaras de los dos hermanos, con la excusa de que están elaborando un documental sobre tan especial acontecimiento. Acostumbrados a los largos tiempos muertos y a la ausencia de auténtica acción de la mayor parte de títulos que nos han llegado de horror “de metraje encontrado”, La visita pronto destaca por su bienvenida apuesta por la diversión desde los primeros minutos. Resulta todo un hallazgo la construcción de sus personajes, empezando por esa pareja de esquinados e irónicos hermanos a los que con tanto desparpajo dan vida Olivia DeJonge y un Ed Oxenbould que, tras Alexander y el día terrible, horrible, espantoso, horroroso (Miguel Arteta, 2014), se confirma como uno de los actores infantiles con mayor vis cómica de la actualidad. Becca es una fanática de la técnica cinematográfica, obsesionada con rodar una obra de arte, mientras que el aprendiz de rapero Tyler se dedica a estropearle todas las tomas con su verborrea incontrolada y sus continuas gamberradas. Luego están los geniales Deanna Dunagan —impagable su capacidad gestual, capaz de generar auténtico pavor con una simple mirada— y Peter McRobbie —más contenido pero no menos inquietante— construyendo dos de los personajes más surrealistas e imprevisibles surgidos de la fauna terrorífica de los últimos años: los abuelos.

    The Visit, M. Night Shyamalan, 2015

    «La propuesta de terror más traviesa, divertida e, incluso, escatológica que nos ha dado el género desde Arrástrame al infierno (Sam Raimi, 2009)».


    Le hacía falta un cambio de aires a la filmografía de Shyamalan y, desde luego, La visita supone un verdadero soplo de aire fresco dentro de la misma. Se nota que el director se lo ha debido pasar en grande haciéndola y eso se traduce en la que, con toda seguridad, sea su película más ligera y con más humor —ese que ya parecía asomar en los momentos más marcianos de la incomprendida El incidente (2008)—. Esto no quiere decir que la cinta no sea efectiva como ejercicio de suspense, ya que, contra todo pronóstico, y teniendo en cuenta el estilo solemne de su director, ésta se revela como especialmente generosa en momentos espeluznantes y sustos imprevisibles (aun cuando la mayoría de ellos acaben rotos con alguna salida de buen humor). Éstos, por una vez, no se fundamentan en los efectos de sonido o el uso de la música, ausente en todo el metraje, siendo la primera vez que James Newton Howard no pone su partitura al servicio del cineasta. El guión del propio Shyamalan, en un ejercicio de funambulismo, hace verdaderos equilibrios entre la comedia —menos involuntaria de lo que pueda parecer (de ahí la elección de Kathryn Hahn para el papel de la madre)— y el terror, dejando suficientes escenas para el recuerdo —la tensa partida al escondite bajo el porche de la casa; las escapadas nocturnas de la abuela; el importante papel de los pañales para adultos en la trama— como para que, esta vez, sí, podamos vaticinar que aún le quedan algunas ideas por explorar a su creador. De hecho, se permite el lujo de, en sus momentos más dramáticos y a través de confesiones a cámara de los protagonistas, hacer una fuerte reflexión sobre la importancia de reconciliarse con el pasado para enfrentarse al futuro, por lo que la cinta no escapa de la moraleja habitual de las historias de Shyamalan. La visita no contentará, a pesar de todo, a quienes esperen un nuevo hito a la altura de El sexto sentido, ni le reconciliará con la totalidad de sus seguidores iniciales. No aspira a romper moldes y su modestia solo le permite ser una especie de negrísima versión del cuento de los hermanos Grimm Hansel y Gretel —con evidentes referencias al mismo en los momentos en los que la abuela le pide a su nieta que se introduzca en el horno para limpiarlo—, perfectamente planificada y narrada con un excelente ritmo, que se coloca, desde ya, como la propuesta de terror más traviesa, divertida e, incluso, escatológica que nos ha dado el género desde Arrástrame al infierno (Sam Raimi, 2009). Y eso ya es mucho. | ★★★★ |


    José Antonio Martín León
    © Revista EAM / Madrid


    Ficha técnica
    Estados Unidos. 2015. Título original: The Visit. Director: M. Night Shyamalan. Guión: M. Night Shuamalan. Productores: Marc Bienstock, Jason Blum, M. Night Shyamalan. Productora: Blumhouse Productions / Blinding Edge Pictures. Fotografía: Maryse Alberti. Montaje: Luke Franco Ciarrocchi. Dirección artística: Scott G. Anderson. Reparto: Olivia DeJonge, Ed Oxenbould, Deanna Dunagan, Peter McRobbie, Kathryn Hahn.

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