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    Crítica | Aprendiendo a conducir

    Aprendiendo a conducir

    Recalculando ruta

    crítica a Aprendiendo a conducir (Learning to Drive, Isabel Coixet, 2014).

    Uno de los conceptos más interesantes que propone Aprendiendo a conducir es el de la idea de autoría, algo que no es nuevo en el cine contemporáneo. Pero no cabe duda de que reabre el debate de hasta qué punto hay veces en las que un artista, cuyo estilo puede haberse quedado anquilosado en el temido terreno de la autoparodia, necesita alejarse por un momento de sí mismo para oxigenarse y tomar posiciones. Reordenar sus ideas para saber cuándo ha terminado abusando de los mismos recursos, y se dé cuenta de que, tal vez, necesita un viraje. En las ocasiones en que eso ocurre, suele escucharse a menudo esa expresión de “es la menos personal de sus películas”, como un mal insulto o una vergüenza. Pero en el caso de Coixet, parece casi unánime, a pesar de lo discutible de la propuesta, que era algo que la catalana necesitaba como agua de mayo. Ni Mi otro yo ni tampoco Ayer no termina nunca acabaron de hacer nada por ella, tal vez algo injustamente en el caso de la cinta protagonizada por Candela Peña (trabajo íntimo, teatral y muy intenso de polarizada recepción) en cuya presentación, en el Festival de Málaga, ya verbalizó su intención de relajarse dirigiendo la que sería su primera comedia, esta que ahora se ha materializado y estrenado en los cines españoles: Aprendiendo a conducir.

    No es original lo que nos ofrece. Por definirlo, lo más justo que se podría decir de ella es que es un guion de lo más básico que ofrece Hollywood, como si tuvieran un cajón de ‘libretos para directores europeos’ a los que dar como obsequio para que no tengan que complicarse demasiado la vida en su búsqueda. Por primera vez, hay consciencia en el cine de Coixet, de la comercialidad más inmediata en el mercado americano. Porque aunque Coixet haya dirigido ya en idioma anglosajón, la naturaleza de Aprendiendo a conducir es radicalmente diferente. Es la de una obra consciente de su falta de pretensiones, repleta de toda la empatía que puede ofrecer la idea de la auto-búsqueda, siempre mediante alguna metáfora que conlleve acción y aprendizaje. Y qué mejor que unas lecciones de conducción. Aunque Aprendiendo a conducir esté facturada desde el automatismo, lo cierto es que su resultado no es malo, en absoluto. Ofrece retratos medianamente complejos pero no tanto como para preocupar a la platea. Exhibe un buen enfrentamiento de actores (uno de los puntos fuertes al tener a estos dos interpretes de probada solvencia solucionando sus escenas desde la complicidad de la sonrisa más que de la carcajada) y una justa reflexión final, obvia como el claxon de un coche o las trompetillas de un partido de fútbol.

    «Coixet ha sido valiente y se ha arrojado al complicadísimo campo de la comedia como buenamente ha podido, con un guion que, por una vez, no establece un forzado interés romántico como motivación de las acciones de la protagonista».


    Desde luego no es una película que se recordará mañana y cuando haya que citar sus trabajos, pocos se pararan a ovacionar sus logros, aunque es de recibo reconocerle el mérito a una directora que decide caminar por terrenos que no conoce, como la protagonista del filme, pero adquiriendo la experiencia necesaria que posibiliten la ruptura de algunos cánones convertidos en losas. En eso Coixet ha sido valiente y se ha arrojado al complicadísimo campo de la comedia como buenamente ha podido, con un guion que, por una vez, no establece un forzado interés romántico como motivación de las acciones de la protagonista, algo que fácilmente podría haberse introducido en esa relación que establecen Ben Kingsley como el profesor y una relajada Patricia Clarkson —con un rol acorde a su calidad interpretativa— como la alumna. No, en su lugar hay amistad. Una amistad llana y simple entre dos adultos, que precisamente fue uno de los puntos que más atrajo a la actriz a la hora de decidirse por este trabajo. Porque, dentro de su humildad, veía que no era una obra que buscara la trascendencia y eso, en el caso de Coixet, es un avance kilométrico. El interés de Aprendiendo a conducir radica, no tanto en su metraje, más bien en lo que significa para su autora. Caminos nuevos, posibilidades que antes no habría contemplado, y promesas de un futuro que revitalice con fuerza una carrera más que interesante que ha entregado algunas obras que ya son clásicos modernos de nuestro cine. | ★★★ |


    Gonzalo Hernández Espinosa
    © Revista EAM / Toronto


    Ficha técnica
    Estados Unidos, 2014, Learning to Drive. Directora: Isabel Coixet. Guion: Sarah Kernochan. Productoras: Broad Green Pictures. Presentación oficial: 39º Festival de Toronto. Fotografía: Manel Ruiz. Reparto: Ben Kingsley, Patricia Clarkson, Grace Gummer, Sarita Choudhury, Jake Weber, Samantha Bee, Daniela Lavender, Matt Salinger, Michael Mantell. Duración: 105 minutos.

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