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    Crítica | La familia Bélier

    La familia Bélier

    La música que expande horizontes

    crítica a La familia Bélier (La famille Bélier, Eric Lartigau, 2014).

    Resulta verdaderamente envidiable la facilidad con que un país como Francia coloca muchas de sus comedias en los primeros puestos de las películas más vistas en medio mundo. No hay duda de que le tienen pillada la medida al género, ofreciendo un tipo de humor popular y bienintencionado, aderezado con las adecuadas dosis de ternura y fácilmente exportable fuera de sus fronteras. Ahí están los casos de Bienvenidos al Norte (Dany Boon, 2008), Intocable (Olivier Nakache, Eric Toledano, 2011) —convertido en el título de habla no inglesa más taquillero de la historia— o la reciente Díos mío, ¿pero qué te hemos hecho? (Philippe de Chauveron, 2014), cintas que, bajo su apariencia intrascendente, trataron temáticas sociales delicadas como el racismo, la xenofobia o la enfermedad, pero siempre dentro de unos cómodos márgenes de lo políticamente correcto. La familia Bélier (2014) vendría a ser el último exponente que llega a las salas comerciales con la garantía (y también con los prejuicios, todo hay que decirlo) de ser el nuevo fenómeno en Francia, gracias a los más de 9 millones de espectadores que acudieron a verlo. Sin embargo, en esta ocasión hay atractivos más que suficientes en la propuesta como para que sea considerada algo más que un éxito pasajero.

    La historia, sobre el papel, podría parecer uno de esos productos lacrimógenos y manipuladores que tocan todas las teclas para conmover tramposamente al espectador a toda costa. La protagonista de la misma es Paula, una responsable adolescente de 16 años que ha crecido en un ambiente rural, dentro de una familia poco convencional en la que tanto sus padres como su hermano menor son sordos. Ella, al ser el único miembro oyente del clan, actúa como una especie de vínculo de comunicación entre sus progenitores y el resto de vecinos del pueblo, así como ayuda a sacar adelante el negocio de la granja que les sirve de sustento. Pero la rutinaria vida de Paula se trastoca cuando el profesor de música del instituto descubre en ella un don natural para el canto, ofreciéndole la oportunidad de estudiar en una importante escuela lejos de los suyos. El dilema de Paula entre pensar en ella misma y su futuro, dejándolo todo para embarcarse en algo que de verdad le motiva y para lo que parece haber nacido, o permanecer junto a su familia, a la que dejaría un poco a la deriva sin esa ayuda que siempre les ha prestado, es lo que da fuerza a la película. La familia Bélier, en contra de lo que pueda parecer, es un filme que desprende vitalidad y alegría por los cuatro costados. Del mismo modo que en la inolvidable Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000), su joven protagonista se enfrentaba a la incomprensión de su familia cuando elegía dedicarse a la danza, en la cinta de Lartigau Paula no puede compartir su fantástica capacidad vocal con unos padres que jamás han oído su voz y, por lo tanto, son incapaces de entender cuánto significa para ella su sueño.

    La familia Bélier

    «[...] Genuinamente entrañable y encantadora [...]».


    Lo primero que destaca de la película es lo bien introducido que está el humor en una trama que se prestaría con facilidad al drama. Los momentos divertidos, que son bastantes, fluyen con auténtica naturalidad gracias a las personalidades de unos personajes francamente logrados, especialmente los de los padres. Se agradece el respeto y la normalidad con que está tratado el tema de la discapacidad auditiva y que ésta no sirva para hacer chistes fáciles semejantes a los de, por ejemplo, No me chilles que no te veo (Arthur Hiller, 1989), siendo tan solo un rasgo distintivo de la identidad de los familiares de Paula. En este aspecto, hay que aplaudir la autenticidad que rezuman los trabajos de François Damiens como Rodolphe, el tozudo patriarca de los Bélier, y Karin Viard como su esposa, logrando no caer en ningún momento en la caricatura. Pero si hay un descubrimiento que agradecerle a la cinta, ese es el de Louane Emera, un portento de 18 años que, en 2012, se proclamó ganadora del concurso de televisión La voz Francia. No solo está magnífica interpretando las canciones de la película —el componente musical de La familia Bélier es generoso, sirviendo de complemento a la trama del mismo modo que en la notable Los chicos del coro (Christophe Barratier, 2004)—, sino que también saca su papel de Paula adelante con el aplomo y la profesionalidad de una veterana, cargando sobre sus inexpertos hombros con la mayor parte del peso de la película. Resultado de esta apuesta: su actuación fue premiada con el César a la mejor actriz revelación. La familia Bélier aborda, de forma sencilla y humanista, temas tan universales como la persecución de los sueños en circunstancias adversas, el miedo de los jóvenes a abandonar el nido (y la dificultad de algunos padres de aceptar la marcha del hijo) o el primer amor, si bien la subtrama romántica se presenta de manera más secundaria, en beneficio de los más interesantes conflictos familiares. Estamos ante una producción genuinamente entrañable y encantadora, con sus momentos divertidos —hilarante la escena de la familia en la consulta ginecológica— y otros tan emotivos como aquel en donde la protagonista actúa en la audición delante de sus padres, dedicándoles una letra que mucho tiene que ver con sus sentimientos y temores. Es por ello que La familia Bélier escapa un poco de ese humor un tanto exagerado de otras comedias francesas de éxito para acercarse más al espíritu indie de, por ejemplo, Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton, Valerie Faris, 2006), otro canto a la tolerancia en donde también se demostraba que la familia unida, aun con todas sus excentricidades e imperfecciones, es capaz de salir airosa de cualquier situación. | |

    José Antonio Martín
    Redacción Las Palmas de Gran Canaria


    Ficha técnica
    Francia. 2014. Título original: La famille Bélier. Director: Eric Lartigau. Guión: Victoria Bedos, Thomas Bidegain, Eric Lartigau. Productores: Stéphanie Bermann, Eric Jehelmann, Philippe Rousselet. Productoras: Jerico / Mars Films / France 2 Cinéma. Fotografía: Romain Winding. Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine. Vestuario: Anne Schotte. Montaje: Jennifer Augé. Diseño de producción: Olivier Radot. Reparto: Louane Emera, François Damiens, Karin Viard, Luca Gelberg, Ilian Bergala, Eric Elmosnino, Roxane Duran.


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