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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica en Serie | The Knick (Temporada 1)

    The Knick

    Alergias de las buenas

    crítica a The Knick (2014-) | Temporada 1. ★★★★

    Cinemax | 1ª temporada: 10 capítulos | EE.UU, 2014. Creadores: Jack Amiel & Michael Begler. Director: Steven Soderbergh. Guionistas: Jack Amiel, Michael Begler, Steven Katz. Reparto: Clive Owen, André Holland, Jeremy Bobb, Eve Hewson, Juliet Rylance, Michael Angarano, Chris Sullivan, Cara Seymour, Eric Johnson, Leon Addison Brown, Grainger Haines, Maya Kazan, Zuzanna Szadkowski, David Fierro, Lucas Papaelias, Danny Hoch, Perry Yung, Suzanne Savoy, Matt Frewer, Tom Lipinski, Reg Rogers, Rachel Korine. Fotografía: Steven Soderbergh, como Peter Andrews. Música: Cliff Martínez.

    Se suele decir que el primer capítulo de una serie es su prueba de fuego, su oportunidad única para enganchar al espectador, o al menos no espantarlo. Con The Knick, desde ya lo más interesante del verano de 2014, esa prueba de fuego son sus primeros siete minutos: una cesárea que sale mal expuesta para el espectador en toda su crudeza, con galones de sangre y unas protésis hiperrealistas. Esta es una de las múltiples evidencias que la serie expondrá en toda la temporada de que estamos ante algo especial, alejado de los cánones más tradiciones tanto en forma como en contenido. Si uno es capaz de aguantar la sangrienta operación, que vendrá sucedida de varias más en estos diez episodios, podrá admirar el sencillo (que no simple) entramado de tramas, personajes y revelaciones que rigen la lógica interna de una serie ambiciosa y satisfactoria. Las constantes referencias en los medios al hecho de que Steven Soderbergh haya dirigido toda la temporada, lo cual es verdad que garantiza un alto porcentaje de la calidad de la serie, han hecho que sus creadores no obtengan el crédito merecido. No es culpa del oscarizado cineasta, por supuesto, que de hecho decidió dirigir la serie por lo atractivo del primer libreto, pero hay que decir que Jack Amiel & Michael Begler han creado un drama médico y casi antropológico altamente interesante.

    Guionistas con un curriculum curtido en las sitcom o el cine de tono amable, Amiel y Begler encontraron en el Nueva York de 1900 y los comienzos de la medicina moderna el lugar perfecto para contar su historia. Una historia que les lleva rondando años y que por fin supieron cómo desarrollar al ver el escaparate que supone la televisión por cable para narraciones seriadas. Ficcionalizando la figura del doctor William Halsted en dos personajes: J.M. Christiansen y su pupilo ya credido John W. Thackery, los guionistas nos introducen en un hospital neoyorquino que opera en la zona tirando a pobre de la ciudad y cuyo cirujano estrella es adicto a la cocaína, sustancia legal en la época porque se usaba con fines médicos. Afortunadamente, Thackery es solo uno de los múltiples personajes que centran la atención de la serie. La gracia del asunto es que Halsted sale en el extraordinario Get the rope (1.7) intepretado por Michael Cerveris en un momento flashback hecho para ilustrar el origen de la adicción del buen doctor. Solo una serie como The Knick tendría el atrevimiento de materializar la fuente real de inspiración de sus personajes al lado de los susodichos inspirados. Una jugada que la asemeja a The wire (2002-2008) o Tremé (2010-2013), en una comparación nada baladí. Y es que la creación de Amiel y Begler comparte con las series de David Simon el uso de una narrativa elíptica y alérgica a sentimentalismos y convencionalismos (aunque acaba cayendo en más de uno), una estrategia en la cual sí se puede destacar la aportación de Soderbergh, famoso por sus narraciones concentradas y precisas.

    The Knick

    Hay decenas de ejemplos en estos diez episodios de que la unión director/guionistas es perfecta para un relato que se come las habituales escenas de relleno que explican las cosas claritas al espectador, que rehúye los muy falsos momentos de corrección política (en muchas otras series, Edwards y Gallinger acabarían la temporada amigos y Cornelia no se hubiera casado) y que elige mostrar las consecuencias y circunstancias de las cosas solo en forma de escenas clave. Es algo complicado de hacer pero no imposible, a tenor de los estupendos resultados de la serie. Nada de paternalismos (estamos ante una serie que mata un bebé huérfano en apenas un capítulo y cuenta la historia real de Mary Mallon, más conocida como Mary Tifoidea, cocinera infectada que fue liberada de su arresto por ser asintomática) ni subrayados, solo el fluir de las historias una vez los engranajes están dispuestos. Eso sí, hay que decir que los guionistas se ensañan un poco con la familia Gallinger, aunque su propósito en la trama sea tan valioso. La propuesta visual del director (que también es director de fotografía, operador de cámara y montador bajo preciosos pseudónimos) se compone de sus frecuentes y logradísimos planos-secuencia, su uso del zoom con intención dramática y la habilidad que da la experiencia para poner la cámara en el lugar más interesante posible. Muchas veces en los más inesperados.

    Esto también convierte a Soderbergh en un sueño para la parte ejecutiva de las series, ya que cumple los planes de rodaje, no desperdicia dinero y suele filmar lo justo y necesario. Los planos-secuencia no solo son demostraciones de estilo sino la manera más práctica de rodar una escena larga, y las variantes duraciones de los episodios (desde 43 hasta 58 minutos) demuestran lo pensado que está todo. De hecho, el hombre-orquesta ya ha asegurado su regreso para dirigir la segunda temporada de la serie, a ver si logra batir los 73 días de rodaje de ésta. Ahora, expuesta la temporada en toda su gloria, un amigo del abajo firmante detectó sus evidentes paralelismos con House (2004-2012), no tanto como para gritar plagio pero demasiados como para alegar casualidad. Aunque el Nueva York de 1900 que refleja la serie es un mundo de mayor importancia en la historia y a Thack sí le importa salvar vidas. El clima de la ciudad se filtra en las tramas, que hablan sin ponerse explícitos de diferencias de clase, raciales y de pura consideración social. La apuesta seca y elíptica, rigurosa como esa investigación de búsqueda de la fiebre tifoidea, y la atención del montaje por el detalle engrandecen la propuesta, como si la cámara digital canalizara la mirada del cirujano protagonista, y la precisión quirúrjica de sus acciones se contagiara a la serie.

    Lo más importante es el mecanismo, la imagen completa, una panorámica final de un mundo, el médico, lleno de infinitas posibilidades. Solo con observar cómo se hacían las operaciones y comparar lo mucho que se ha cambiado en 114 años (¡guantes!), se percibe que esta historia tiene todavía mucho que ofrecer. Y si lo sigue haciendo así, adelante.


    La música de Cliff Martínez, colaborador de Soderbergh desde su debut, crea una efectiva sensación de extrañamiento, con el contraste tecno-futurista de unos acordes anacrónicos. Unido esto al sentido del humor socarrón de la serie y la calidad de su diseño de producción, con unos decorados maravillosos, la veracidad de lo contado no se cuestiona, y a la vez se pone siempre en duda. Es como la manifestación del constante estado de conciencia alterada del protagonista, cuya adicción se trata sin sermones y cuyo final cumple la máxima popular de “es peor el remedio que la enfermedad”. El reparto está liderado por Clive Owen, sin duda la cara más conocida y también productor ejecutivo. Owen aporta su carisma natural a un antihéroe ambiguo de los que llenan nuestras pantallas en la actualidad, y da réplica a una heterodoxa unión de intérpretes irreprochable, donde destaca un ideal Jeremy Bobb dando vida al miserable personaje de Barrow. Su compenetración es palpable, y lo mejor es que son usados como una pieza más del mecanismo, pero no la más importante. Lo más importante es el mecanismo, la imagen completa, una panorámica final de un mundo, el médico, lleno de infinitas posibilidades. Solo con observar cómo se hacían las operaciones y comparar lo mucho que se ha cambiado en 114 años (¡guantes!), se percibe que esta historia tiene todavía mucho que ofrecer. Y si lo sigue haciendo así, adelante. | |

    Adrián González Viña
    redacción Sevilla

    The Knick ost

    Junto al doctor John W. Thackery (Clive Owen), la gran protagonista del serial de Cinemax es la música del cada vez más imprescindible Cliff Martínez (Contagio, Drive, Sólo Dios perdona). Les dejamos todos los temas de una exquisita compilación.

    Tracklist

    01. Son of Placenta Previa
    02. Not Leaving This Circus
    03. Falling Off A Bicycle Plus
    04. Call Me Dad
    05. Fire It Up Again
    06. Pretty Silver Stitches
    07. Douse This
    08. New Standard Hernia Procedure
    09. Sail To Europe
    10. Abscess
    11. My Book
    12. I'm In The Pink
    13. Will It Hurt
    14. Placental Repair
    15. Finish Your Breakfast
    16. Thus Speak Thack The Wise
    17. Never Read Him
    18. Aortic Aneurysm Junior
    19. Goodnight Nurse Elkins
    20. Drizzled Him Good

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