Una rara avis en el cine moderno que cada vez se prodiga menos. El cineasta sueco Roy Andersson lleva 48 años de carrera y tan sólo cinco largometrajes en su haber. Este heredero (claro) de Ingmar Bergman ha basado su cine en desgranar los más sórdidos detalles de la existencia humana, poniendo sobre el tapete la soledad, el sino y la incomunicación. A Venecia llega ahora la última parte de su trilogía existencial, 21 años después del estreno del primer segmento. Su título, Pigeon Sat on a Branch Reflecting on Existence (En duva satt på en gren och funderade på tillvaron). Con ella se cierran los conceptos expuestos en Du levande (2007) y Sånger från andra våningen (2000). Andersson no aspira a estrenos comerciales ni a levantar al académico sueco, lo suyo, como hacía el citado Bergman, es ejercer de jardinero en nuestra memoria, de cavar y dejar una semilla que nos permita reflexionar. En el caso de su última película, con algo de humor negro. Esta profundidad ha sido bien recibida en la capital del Véneto. Una clara aspirante al León de Oro. Lo veremos el domingo. Mientras, su primer tráiler subtitulado en inglés.
