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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Mil maneras de morder el polvo

    Mil maneras de morder el polvo, de Seth Macfarlane

    Humor absurdo, rubias y villanos

    crítica de Mil maneras de morder el polvo | A Million Ways to Die in the West, Seth MacFarlane, 2014

    Resulta prácticamente imposible no haberse rendido a la locuacidad canalla y a los extravagantes, desternillantes y absurdos personajes de Padre de Familia, American Dad! o The Cleveland Show. Las tres populares e irreverentes series de animación componen un universo infinito de gags obscenos, parodias mordaces y sobredosis de humor absurdo, negro y no apto para espíritus propensos a la ofensa ni amigos de la delicadeza (pues las bromas sobre políticos, famosos, cine, etnias, religiones, tendencias sexuales, razas o estética nunca faltaron en sus truculentos e ingeniosos guiones, y a mi juicio, gracias a dios, pues un puñado de carcajadas liberan más estrés y son más catárticas que el mejor de los antidepresivos, además de que los diálogos de este trío de ases rozan la maestría cómica). Pues bien, su director, dibujante, y guionista, el prolífico Seth MacFarlane, tras saltar de la animación al cine de carne y hueso hace un par de años con Ted (2012) se ha atrevido ahora con una obscena y ambiciosa parodia de western moderno. Bajo el título con gancho de Mil maneras de morder el polvo, MacFarlane también se enfunda el sombrero de ala ancha y las botas de cuero para interpretar el papel protagonista de su disparatada obra. La historia, bastante coral en cuánto a número e importancia de personajes, fundamenta su comienzo en la ruptura sentimental de un cobarde, blando y bonachón pastor de ovejas llamado Albert (Seth MacFarlane) con su frívola y caprichosa novia (Amanda Seyfried). Ésta considera a su ex amante un fracasado después de que Albert huyese despavorido de un tiroteo. Mientras, a su vez, una mujer hermosa, valiente y ducha en en el arte del disparo (Charlize Theron) llega al pueblo, acompañada por su autoritario marido, el más peligroso y cruel de los villanos (Liam Neeson). Y con el propósito de batirse en un clásico duelo del oeste con el nuevo amante de su ex novia, recuperar a su dama, y de paso, la confianza perdida en sí mismo (Neil Patrick Harris), Albert entabla amistad con la atractiva pistolera de pasado velado, quien lo entrena con ahínco en el intento por mejorar su puntería y su valor. Completan este elenco de lujo Sarah Silverman y Giovanni Ribisi, una peculiar pareja de marcadas convicciones religiosas; mientras él espera pacientemente la llegada del matrimonio para estrenar lecho marital, ella se dedica con éxito a la prostitución.

    Los millones de gags televisivos propagados por este western de ambientación clásica y tópicos pasados por la ácida lengua de MacFarlane y filtrados por una óptica moderna que parodia y satiriza los más habituales sentimientos contemporáneos, son la esencia más pura de su creador, y nos recordarán, sin duda, a sus genuinas criaturas de animación. Nunca falta en la comicidad de Seth lo escatológico, lo sexual, lo ridículo, ni lo inteligente y estúpido a partes iguales. Las dos, quizás algo excesivas, horas de metraje parecen transcurrir de manera casi improvisada, componiendo una fábula irreverente sobre, quien sabe, el amor, el sexo, el fracaso o el poder, en medio de la árida y polvorienta Arizona de 1882. Lógicamente, y como se puede presuponer de antemano este filme nada tiene que ver con cualquier obra maestra de Sergio Leone o John Ford, pero toma este espacio desértico repleto de cobertizos, establos, bares y pistolas para efectuar una galería de aventuras que se burla sin tapujos del machismo, los favores sexuales, la violencia, las religiones, la estratificación social o las infidelidades en pareja.

    Uno lo pasa en grande devorando las interacciones, los absurdos diálogos y los enredos de las subtramas de esta inesperada comedia. La ambiciosa propuesta técnica, con una buena banda sonora y unos planos que encumbran los atardeceres rojizos del Medio Oeste, las llanuras desérticas, las ferias y los rebaños de escurridizas ovejas que pueden aparecer en lugares insólitos ayudan a generar una atmósfera interesante, en un largometraje plagado de números musicales, sketches gloriosos y estupideces útiles para pasar un rato magnífico. El siempre irreverente Seth MacFarlane no defrauda en esta singular apuesta cinematográfica, explotando un reparto de renombre con maravillas como los geniales Liam Neeson y Charlize Theron. Sólo he echado en falta un guión más compacto y lineal, que en ciertas ocasiones peca de falta de rumbo y coherencia narrativa. Mil maneras de morder el polvo es hilarante, divertida e impúdica; descontextualiza y parodia el western de manera inteligente y sumamente entretenida. Aunque por otra parte, si no te ríes a carcajadas con las chorradas y desvaríos de Padre de Familia y American Dad!, será mejor que no te molestes en ir al cine. | ★★ |

    Andrea Núñez-Torrón Stock
    redacción Santiago de Compostela

    Estados Unidos, 2014, A Million Ways to Die in the West. Director: Seth MacFarlane. Guión: Seth MacFarlane, Alec Sulkin, Wellesley Wild. Múica: Joel McNeely. Fotografía: Michael Barret. Productora: Universal Pictures / Media Rights Capital (MRC) / Fuzzy Door Productions. Reparto: Seth MacFarlane, Charlize Theron, Liam Neeson, Amanda Seyfried, Sarah Silverman, Giovanni Ribisi, Neil Patrick Harris, Bill Maher, Wes Studi.

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