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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | El único superviviente

    El único superviviente

    Hermanos de sangre

    crítica de El único superviviente | Lone Survivor, de Peter Berg, 2013

    Battleship tuvo el dudoso honor de ser uno de los blockbusters más descerebrados, ruidosos e insustanciales –a su lado, la saga Transformers casi parece cine de autor– de 2012. Aquella sobredosis de efectos digitales y pirotecnia que significó el debut como “actriz” de Rihanna significó un auténtico descalabro comercial al que no fueron ajenos los espantosos comentarios que recibió de parte de la crítica. Cierto es, a pesar de todo, que se trata de uno de esos productos que no deberían ser tomados demasiado en serio si quieren ser plenamente disfrutados, especialmente cuando se tiene detrás de las cámaras a un director de la probada calidad y nervio para las escenas de acción como es Peter Berg. Este realizador lleva una década haciendo películas genuinamente americanas, que ensalzan los valores humanos de sus deportistas –Friday Night Lights (2004), posteriormente convertida en serie de éxito (y prestigio)–, sus agentes del FBI que luchan contra el terrorismo en Iraq –La sombra del reino (2007)– o la heroica flota de marines en su apocalíptica batalla contra una invasión extraterrestre –Battleship–, ofreciendo intensos espectáculos técnicamente impecables pero fácilmente criticables por su ambigüedad ideológica (fuera de su país, sobre todo), su patriotismo exacerbado o sus discursos aparentemente panfletarios. El único superviviente (Lone Survivor, 2013), el nuevo trabajo con el que Berg espera recuperar el favor de la crítica, continúa jugando en la misma línea de glorificación de sus marines a través de una historia real que adapta las memorias de Marcus Luttrell, el único de un grupo de cuatro hombres que sobrevivió a una emboscada tendida por talibanes cuando intentaban cumplir la operación Red Wings, consistente en acabar con la vida de un líder terrorista en Afganistán.

    El único superviviente

    La película se abre con imágenes reales grabadas de los duros entrenamientos a los que son sometidos estos marines para, a continuación, ser presentados los personajes protagonistas. Como es de esperar, se hace especial hincapié en la camaradería y la lealtad existente entre los denominados “hermanos de sangre”, siendo descritos (cómo no) como unos seres humanos ejemplares, cuya máxima preocupación reside en planear cómo serán sus vidas al regreso de la contienda. El excelente cuarteto de actores elegido para encarnar a estos prototípicos héroes de guerra (el atlético Taylor Kitsch, el vulnerable Emilie Hirsch, el impulsivo Ben Foster y, sobre todo, un Mark Wahlberg que, película tras película, continúa demostrando una progresiva madurez) pone toda la carne en el asador para resultar creíble, tanto en el apartado dramático como en el más exigente físicamente. Berg se sirve de un presupuesto relativamente moderado para lo que es habitual en este tipo de propuestas (50 millones de dólares) para ofrecer una hazaña bélica veraz y tremendamente intensa, que consigue introducir al espectador en la zona de guerra gracias a una puesta en escena y un montaje sencillamente portentosos. No abusa de la espectacularidad gratuita ni presume de los efectos especiales que el director ha manejado en sus anteriores trabajos, pero sí deja para el recuerdo más de media hora de vibrante ejercicio de cine de acción con la antológica secuencia de la emboscada, todo un prodigio de planificación. No sólo porque sabe sacarle el mejor partido a los escenarios naturales que se convierten en la particular ratonera de los cuatro marines, sino porque los disparos, golpes y rasguños que éstos sufren en su desesperada huida montaña abajo están mostrados con un descarnado realismo que puede herir la sensibilidad de parte de la audiencia.

    El único superviviente

    Pese a que guarda ciertos paralelismos con La sombra del reino por tratar la lucha del ejército estadounidense contra el terrorismo islámico, si hubiera otra que citar otra obra con la que El único superviviente podría formar un formidable díptico, esa sería Black Hawk derribado (Ridley Scott, 2001), cuya historia también giraba en torno al rescate de un grupo de soldados de élite que sobrevivieron al derribo de dos helicópteros en medio del conflicto en Somalia. En ambos filmes se exalta la heroicidad y el valor de los jóvenes patriotas, dejando en un segundo término cualquier mensaje antibelicista para centrarse más en el espectáculo de acción. Al igual que sucedió con el filme de Scott, se le puede discutir a El único superviviente la dudosa objetividad con la que se refleja la lucha antiterrorista por parte de las tropas norteamericanas, pero entrar en un análisis profundo de sus lecturas ideológicas o morales sería una lamentable manera de tirar por tierra la oportunidad de gozar como se merece de una de las aventuras bélicas más impactantes y entretenidas de la última década, reconocida como una de las 10 mejores películas del año por la National Board of Review. | ★★★

    José Antonio Martín
    redacción Canarias

    Estados Unidos. 2013. Título original: Lone Survivor. Director: Peter Berg. Guión: Peter Berg (Libro: Marcus Luttrell). Productora: Film 44 / Spikings Entertainment / Weed Road Pictures. Presupuesto: 50.000.000 dólares. Fotografía: Tobias A. Schliessler. Música: Steve Jablonsky. Montaje: Colby Parker Jr. Intérpretes: Mark Wahlberg, Taylor Kitsch, Emilie Hirsch, Ben Foster, Eric Bana, Yousuf Azami, Alexander Ludwig, Jerry Ferrara, Josh Berry.

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