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    RAMBO EN JARTUM

    "Bochornoso drama cristiano sobre un aspirante a Rambo en Sudán que intenta mostrarnos, sin éxito, el enésimo retrato de la redención cooperante."

    Frontera entre Sudán y Uganda, una sombra tenebrosa, más allá incluso del hambre y las epidemias, va cubriendo de horror unas áridas tierras olvidadas por Occidente. El mediático Joseph Kony, lider del LRA (Ejército de Resistencia del SeñorLord’s Resistance Army –), vaga sin oposición por la zona septentrional ugandesa, secuestrando y reclutando niños (más de cincuenta mil se calcula) y masacrando sin piedad a una población lacrada ya de por sí por la hambruna. Kony va extendiendo, mediante la fuerza, un teocentrismo basado, principalmente, en los diez mandamientos de la Biblia cristiana.

    Arropado por un presunto misticismo y las creencias de un pueblo abatido, es un ejemplo desesperanzador del fanatismo religioso que ha elevado como deidad a un criminal del que nada en realidad se conoce, salvo la impunidad de sus actos. Mientras, el cínico capitalismo del primer mundo aparta su mirada de manera interesada; en las estériles llanuras africanas no hay ningún recurso por el que combatir. Por suerte, existen héroes anónimos que intentan el giro desesperado que marque la diferencia. Este es el caso del protagonista de la cinta que hoy nos ocupa, Machine Gun Preacher (Marc Foster, Estados Unidos, 2011).

    Presentada en la pasada edición del Festival de Toronto (TIFF 2011), la nueva película de Marc Foster se centra en la figura real de Sam Childers, un antiguo criminal de Minnesota que encuentra en la religión cristiana el vano salvador que reconduzca su errática existencia. Bajo el manto de su reciente Fe, Childers ofrece sus manos como cooperante al Sur del Sudán donde encontrará una realidad que inspirará su doctrina como predicador. Mitad profeta, mitad soldado este hombre ha dedicado su vida a salvaguardar a los niños de un país en donde son especie en extinción. Un personaje de gran potencial cinematográfico que intenta aprovechar el irregular cineasta germano-suizo Marc Foster, responsable de excelentes propuestas como Monster’s Ball (2001), Descubriendo Nunca Jamás (Finding Neverland, 2004) o Cometas en el cielo (The Kite Runner, 2007).

    Machine Gun Preacher
    Michelle Monaghan & Gerard Butler en un fotograma de Machine Gun Preacher
    Por desgracia, Machine Gun Preacher pasa a la “cara b” de su filmografía, donde residen cintas como la infravalorada Tránsito (Stay, 2005) o Quantum of Solace (2008), debido a un vasto compendio de errores que tienen como núcleo un guión estereotipado. Carente de cualquier sentido narrativo, Foster no se esfuerza en la descripción de un personaje que pasa en un abrir y cerrar de ojos de peligroso matón, a padre de familia de gran éxito laboral, a pastor cristiano y guerrillero Call of Duty. La evolución de Childers, interpretado por un poco acertado Gerard Butler, está representada simplemente en los saltos de continente. Resultan poco creíbles esos cambios en una cronología tan solo marcada (bruscamente) por el crecimiento de su hija. Los segmentos dedicados a su labor en Sudán ofrecen un abanico simplista sobre el típico comportamiento de un occidental en territorio africano siempre bajo la óptica del celuloide.

    Gerard Butler en Machine Gun Preacher
    Gerard Butler es Sam Childers un pastor que vela por las jóvenes almas del Sur de Sudán
    En su inane libreto no terminan las deficiencias de Machine Gun Preacher. La realización de Foster denota una enorme falta de compromiso que lleva a momentos vergonzosos como se aprecia en la primera escena que Childers aparece con un lanzacohetes en una emboscada al LRA. Todo lo que debía ser épica y acción se convierte en una postal caricaturesca de la peor serie B. Unas carcajadas que no casan con la esencia de una película que se queda en eso, esencia. Poco puede hacer un elenco, a priori, solvente con nombres como Michelle Monaghan, Michael Shannon o el propio Butler. Sus personajes son títeres sin vida mal manejados en un escenario de cartón-piedra. Al menos, para terminar con un mensaje “positivo”, el filme sitúa su foco en un conflicto que debería ser una prioridad para unas potencias que no cesan en mirarse el ombligo intentando resolver una crisis que unos pocos han creado. Ahí está el futuro del mundo, en la justicia. África lo merece.

    Lo Mejor: Reflejo fidedigno de una situación incomprensible en la frontera de Uganda.

    Lo Peor: Escenas que rozan el ridículo. Gerard Butler totalmente desdibujado.

    Puntuación: 2/10 CINE USA 2011/TORONTO FILM FESTIVAL (TIFF)/CINE DE ACCIÓN.
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