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    LO IMPOSIBLE | CRÍTICA

    Crítica de Lo imposible The Impossible Review
    INÚTIL RECORDATORIO
    Lo imposible (Juan Antonio Bayona, 2012)

    El oficio o hobby de comentar películas es una tarea que induce a la frivolidad. Normalmente la persona que escribe acerca de tal o cual cinta –sobre todo si es un estreno– prescinde de esa reflexión previa que mide la complejidad y el esfuerzo de todo ese equipo que, con mejor o peor fortuna, ha convenido en un proyecto ilusionante y dificultoso. Muchas veces, las dos horas de metraje que disfrutamos (o padecemos) en la gran pantalla son el resultado de varios años de trabajo continuo. Pero finalmente el autor debe enfrentarse al jurado más permeable y, sin embargo, menos piadoso: el público. El valor real del negocio deriva del espectador que paga su entrada. El boca–oreja es, pese a quien pese, el mejor instrumento de marketing. Hoy día apenas hay margen –salvo en contadas excepciones– para buscar la excelencia. Conviene fijar la mirada en fórmulas conocidas, o sea en conseguir réditos suficientes que te aseguren la supervivencia en esa oscilante industria del cine. El sueño es unir con solidez el aplauso de crítica y público. Y ocurre en muy pocas ocasiones. Así pues, analizar –sea como sea– cine es un acto de frívolos, de descreídos que buscan, no sin argumentos, el fallo y la virtud. O las dos cosas a la vez.

    Cualquier discusión sobre la escueta filmografía de Juan Antonio Bayona es un debate estéril. Se trata de un cineasta –todavía en construcción– que tomó impulso comercial con el estrepitoso taquillazo de El orfanato, una historia de terror y suspense que se granjeó montones de premios y una recaudación estratosférica. “El triunfo del cine español”, anunciaban los vendedores de siempre. Una afirmación totalmente disparatada, ya que no obedecía a la realidad. Si acaso, al triunfo de un modelo construido a partir de las técnicas del blockbuster importado de Hollywood. Por algo Bayona es un admirador de Steven Spielberg. Su cine busca el anhelado equilibrio entre espectáculo y metáfora. Y aunque no son excluyentes, hacen del trazo de Bayona algo poderoso pero frágil. Como su nuevo proyecto, Lo imposible (2012). Una gran muestra de su talento para componer imágenes. Un fracaso narrativo que a duras penas resistirá el paso del tiempo. Y es que, su tenaz promoción disfraza el desacierto de una historia –basada en hechos reales– que apela de manera infame al melodrama. La premisa surge de una tragedia ya histórica, cuyas heridas permanecerán abiertas para siempre.

    El 26 de Diciembre de 2004, un tsunami con sus correspondientes réplicas asoló la costa del Sudeste Asiático. Indonesia, Sri.Lanka y Tailandia, entre muchos otros países, quedaron anegados por la violencia del océano. Una ola se alzó imparable hacia las playas llenas de turistas, que disfrutaban de sus vacaciones. Arrasó con todo, dejando tras de sí un panorámica desoladora, cuyo efecto marginal ha cobrado unos intereses brutales a las poblaciones nativas en el mapa geopolítico. El saldo: 186.00 muertos y casi 50.000 desaparecidos. Ocho años más tarde, la idea de otro fenómeno geológico de tal envergadura se tercia pavorosa. Es imposible desprenderse del miedo. Y ese filón ha intentado explotar el director catalán, convencido (supongo) de la necesidad de mostrar nuevamente semejante horror. A pesar de la efectiva recreación que llevó a cabo Clint Eastwood en Más allá de la vida. Y aquí a pesar del plagio involuntario en un gran plano general que recrea la imponente primera ola, arrastrando cuerpos de familias enteras que se bañaban felizmente en las piscinas de los resorts, de otros que disfrutaban de la arena y de las tímidas corrientes que nunca presagiaron lo que estaba por venir. 

    Lo imposible, de Juan Antonio Bayona
    Ewan McGregor en una escena de 'Lo imposible', de Juan Antonio Bayona

    Habla de una familia estadounidense que ha decidido pasar la Navidad en un paraje tan exótico como Tailandia. Gente de clase alta que vive feliz, personas que se quieren, rebosantes de energía, pero que jamás hubieran imaginado –ni si quiera en sus peores pesadillas– ser víctimas de algo tan bestial como imparable. Para ello, el director recurre a dos luminarias del calibre de Ewan McGregor y Naomi Watts, y descubre a tres niños que evocan directamente a los hallazgos infantiles del maestro Spielberg. Una decisión intachable la del casting. Sin riesgo, también. Son aspectos que deberían amplificar la potencia del relato, pero éste es una sucesión de escenas sin tensión, desprovistas de interés, con personajes que vagan como lo haría cualquier otra persona sin el artificio de la ficción.

    Finalmente Lo imposible se transforma en una tv–movie de gran factura que introduce su torpe dedo en el ojo del espectador (mérito exclusivo del violín y del piano que se escuchan permanentemente). Naomi Watts y Ewan McGregor son dos de los intérpretes que mejor lloran en pantalla. Nada insólito. Repito: son dos actorazos. Y, por supuesto, merecían un guión a su altura, y no este versículo inútil trufado de morbo y articulaciones rotas y sangre mezclada con barro. Es una película que sitúa a Bayona en el terreno de los realizadores sin contención dramática. Es todo o nada. Y el cine perdurable sólo entiende de falsos equilibrios.

    Juan José Ontiveros.

    Ficha técnica:

    España, 2012. Título original. Lo imposible. Director: Juan Antonio Bayona. Guión: Sergio G. Sánchez. Fotografía: Óscar Faura. Múica: Fernando Velázquez. Reparto: Naomi Watts, Ewan McGregor, Tom Holland, Marta Etura, Geraldine Chapin, Samuel Joslin, Dominic Power, Sönke Möhring, Olivia Jackson, Natalie Lorence, Nicola Harrison, Oaklee Pendergast.

    The Impossible poster
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