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    Cine Alemán Siglo XXI

    Ibérico 2024 (II)

    || Festivales
    Ibérico 2024
    Segunda sesión
    Segunda crónica del Festival Ibérico de Cinema de Badajoz - 30ª edición


    David Tejero Nogales
    Badajoz |

    fechas
    | Del 8 al 12 de julio en Badajoz, Olivenza y San Vicente de Alcántara |

    El boxeo en el cine siempre ha sido abordado desde una perspectiva muy emocional. El cuadrilátero no solo registra un duelo o una pelea cuerpo a cuerpo, sino una batalla psicológica en la que los registros estéticos confieren a la escena un desgaste anímico o espiritual. Nadie puede vencerme (1949), Marcado por el odio (1956), Rocky (1976), o Toro salvaje (1980), pueden tomarse como ejemplos de estudios sociales, demográficos o psíquicos cuyo marco boxístico no es más que un espacio en el que cerrarse.

    Encubierto (José Luis Martínez, 2023) es el primer cortometraje proyectado en la segunda sesión del festival. Exactamente igual que toda esa ristra de grandes títulos con el boxeo de protagonista, la cinta que nos ocupa utiliza el cuadrilátero como un arma de regresión para aflorar conflictos y heridas del pasado. El reencuentro de dos amigos de la infancia (Jesús Olmedo, Carlos Librado “Nene”) es el punto de partida de un relato acerca de abusos infantiles y traumas por superar. La película acierta en el tono gris, seco y duro del cine independiente norteamericano. El plano final en la barra del bar evoca sin remedio a la seminal Fat City (1972), sin duda una de las mejores películas de perdedores y boxeo de la historia. Una cita cinéfila que muestra el oficio de su autor en este acercamiento brutal a la conciencia humana.

    La ley del más fuerte (Raúl Monge Sancho, 2023), es uno de los cortometrajes más frenéticos del certamen. El realizador realiza una aproximación interesante al bullying desde la comedia y el gag visual y sonoro. Las canciones sirven de apoyo a un montaje acelerado que evoca el estilo dinámico de cineastas como Guy Ritchie o Tarantino. Temas de Los Pekenikes, Lone Star o Formula V funcionan de contrapunto, junto al diseño colorista, añejo, en sintonía con las películas de esa época y ecos también del cine quinqui. Los afinados diálogos, y la representación de una violencia cómic, son el punto álgido de un filme divertido y enormemente vistoso.

    Encubierto
    José Luis Martínez
    El siguiente trabajo nos traslada a Marruecos, en pleno años 70. Moro (Pablo Barce, 2023) describe la situación de Larache, una ciudad a la que emigraron muchos españoles pero que cada día impone mayores dificultades para los que no son marroquíes de origen. El cortometraje de Barce se centra con mimo en la mirada adolescente. Lo que para unos es una liberación, para otros una condena, al tener que abandonar el hogar y con ello a todos los amigos y recuerdos. El filme aplica texturas melancólicas con bellas imágenes postal transitando la nostalgia. La hermosa partitura de Pablo Cervantes mantiene abierta esa línea con lo emotivo y lírico al compás de los recuerdos de Leo (Gael Flores). Lástima ese final algo caricaturesco del tardo franquismo un poco a lo El florido pensil (la secuencia del colegio), que le resta credibilidad al conjunto. Sin embargo nos hallamos ante un cortometraje muy bien rodado y fotografiado, con imágenes pictóricas y reeencuadres de aliento fordiano (las ventanas y las puertas), así como el manejo del azul y del mar sostenes de esa eterna nostalgia del final de un verano.

    Hay maneras francamente inteligentes de integrar problemas morales o sociales dentro del marco del cine de terror. Los cómplices (Alberto Evangelio, 2023) construye desde el arraigo de su cálida puesta en escena, un relato sutil donde el director sugiere antes que muestra. Aquí los aspectos digamos, de horror, parecen resueltos como parte de un dispositivo dramático de connotaciones melancólicas en la que lo vampírico es metáfora de supervivencia. El gran trabajo de sus intérpretes y la magistral banda sonora de Carlos Martín (Sordo), elevan Los cómplices al de un terror adulto, crítico y de inquietudes mayores. La cuidada ambientación y elegante atmósfera ejercen de espacio fantasmático para mantener la tensión y el pulso durante todo su minutaje. Un obra muy a tener en cuenta.

    2720 (Basil da Cunha, 2023) es el cortometraje portugués de la segunda sesión. El director retrata con sumo acierto las condiciones en las que se vive en un peculiar barrio de Lisboa. La cámara sirve de testigo en largos planos secuencias de la precariedad y marginalidad de la zona usando la estructura continua sin cortes, para dar sensación constante de movimiento e inseguridad. Un trabajo técnicamente perfecto de interés paisajístico que colinda con el documental y saca partido, tanto de la espontaneidad de sus actores, como del mecanismo fílmico. 2720 es un alegato con voluntad western, véase el lugar, y que proyecta sobre Camila, la niña de 7 años, la complicidad con el espectador, que asiste desde el otro lado de la pantalla al terrible destino de los protagonistas.

    2720
    Basil da Cunha
    Liberté (Martín D. Guevara, 2023) es una propuesta incomoda, que traspasa los limites espacio-temporales basculando entre el pasado y el presente. Una voz en off se comunica con el espectador a través de las cartas y recuerdos de Josefina. El aparato técnico entremezcla diferentes texturas y formatos, desde el scope, a los granulados de vídeos VHS y cámara en mano. Su director excava con terrible desesperanza en los estadios telúricos de la vida y de la muerte. Basado en un atroz y terrible suceso real, el filme, mitad docu- ficción, y mitad cine poético, sirve de altavoz para alzar la voz de todas esas mujeres cuyas libertades han sido mutiladas por hombres despiadados. La música ayuda siendo contrasonido de los gritos ahogados de las protagonistas, y su andamiaje evoca, con talento, a las mejores obras del cine francés, correspondencias que nos retrotraen al mejor Resnais, o al mejor Bresson. Estamos ante una de las mejores cintas del festival por lo que cuenta y por cómo lo expresa. Liberté apela a la libertad en su estado más puro, donde la cámara parece operar como instrumento cuyo efecto es visibilizar las cosas que a ojos de muchos parecen invisibles.

    El broche de oro de la segunda sesión vuelve a ser una comedia. El trono (Lucía Jiménez, 2024) se vale de un único escenario, unos lavabos públicos, para levantar una divertida sátira acerca de las triquiñuelas y malas artes de la política. Los baños funcionan a modo de camarote de los Hermanos Marx del que salen y entran personajes mientras el protagonista, atrapado en uno de los aseos, participa como activo indirecto. Jiménez adopta un tono aséptico, apropiado en el contexto, más cerca de la televisión que del cine, la serie Vota Juan, por ejemplo, pero también rima con esa nueva comedia española a caballo entre la sátira o pandereta y la crítica social, véanse la reciente Políticamente incorrectos (2024), o la olvidada Atilano, Presidente (1998). ♦


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