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    Cine Alemán Siglo XXI

    Crítica | Twisters

    || Críticas | ★★★★☆
    Twisters
    Lee Isaac Chung
    El hombre que domaba las tormentas


    José Martín León
    Telde (Las Palmas) |

    ficha técnica:
    Estados Unidos, 2024. Título original: Twisters. Dirección: Lee Isaac Chung. Guion: Mark L. Smith. Historia: Joseph Kosinski. Guion original: Michael Crichton, Anne-Marie Martin. Producción: Patrick Crowley, Frank Marshall, Helen Medrano, Steven Spielberg. Productoras: Amblin Entertainment, The Kennedy/Marshall Company, Universal Pictures, Warner Bros., Lightnin' Production Rentals. Fotografía: Daniel Mindel. Música: Benjamin Wallfisch. Montaje: Terilyn A. Shropshire. Reparto: Daisy Edgar-Jones, Glen Powell, Anthony Ramos, Brandon Perea, Maura Tierney, Harry Hadden-Paton, Sasha Lane, Daryl McCormack, Kiernan Shipka, Katy O'Brian, Nik Dodani, David Corenswet.

    Han pasado casi tres décadas desde que Twister (1996) arrasase en las taquillas de todo el mundo, alcanzando una recaudación cercana a los 500 millones de dólares. El tiempo ha sido benévolo con aquella historia de cazadores de tornados de Oklahoma, colocándola, más que como el éxito pasajero que pudo ser, como un ejemplo perfecto de blockbuster veraniego bien hecho. Su realizador, el holandés Jan de Bont había debutado dos años antes, después de una celebrada trayectoria como director de fotografía, con una de las películas de acción más vertiginosas de los 90, Speed (1994), y aquí se puso a los mandos de una espectacular cinta catastrófica, plagada de formidables efectos especiales que no han envejecido nada mal (hasta nos creímos aquel bizarro momento de la vaca voladora) y grandes secuencias de destrucción que sirvieron de antesala a un nuevo renacer del género, con volcanes y letales meteoritos acaparando las salas de cine durante las siguientes temporadas. Pero si hay algo por lo que guardamos un gran cariño a Twister es por su agradable estilo de cine de aventuras clásico, que nos remitía más a ¡Hatari! (Howard Hawks, 1962) que a otras propuestas similares más contemporáneas. La adrenalina ante el peligro, la pasión por el riesgo, la camaradería... todo ello estaba servido con grandes dosis de encanto, por otra parte, esperable en una producción tras la que estaban los nombres de expertos en el entretenimiento como Frank Marshall o Steven Spielberg. Por esto, la cinta no se detuvo en el espectáculo de fuegos artificiales vacío, sino que consiguió que los espectadores vibraran con los tira y afloja de su pareja protagonista, un ex-matrimonio no demasiado bien avenida en lo sentimental, pero unido por el amor a su arriesgado trabajo. Los personajes de Helen Hunt y Bill Paxton desprendían química a raudales, tanto que la novia “de ciudad” de él, encarnada por Jamie Gertz, la inolvidable vampira de Jóvenes ocultos (Joel Schumacher, 1987), acababa dándose cuenta de que sobraba en la ecuación.

    Ahora, 28 años después de aquel pequeño hito, aires de nostalgia parecen invadir Hollywood y el reciente triunfo de Top Gun: Maverick (Joseph Kosinski, 2022) demuestra que se puede facturar una secuela tardía, respetando el material original e, incluso, mejorándolo. Twisters no es una secuela en el sentido estricto de la palabra, sino un reboot protagonizado por nuevos personajes, pero repitiendo los esquemas que hicieron del filme original un éxito. Por suerte, los nombres implicados en el proyecto incitaban a pensar que este sería bastante más que una explotación sin alma de la marca registrada Twister. Por un lado, está su director, Lee Isaac Chung, quien cambia radicalmente de género tras su intimista Minari. Historia de mi familia (2020), manejando un gran presupuesto por primera vez y saliendo airoso del reto, ya que Twisters ofrece todo lo que se le puede pedir (y más) a un blockbuster veraniego de sus características. Por otro lado, aunque era difícil estar al nivel de Hunt y Paxton, hay que reconocer que la nueva pareja protagonista, formada por la interesante Daisy Edgar-Jones y un Glen Powell cada vez más consolidado como nueva estrella al alza, derrocha encanto y carisma en cada escena. De nuevo, la guerra de sexos vuelve a estar presente en la trama “romántica”, con dos personajes antagónicos que, pese a que al principio chocan, terminan sintiéndose inevitablemente atraídos el uno por el otro. Al igual que en Twister, hay un tercer vértice en el triángulo amoroso -el fiel amigo de ella, Javi, encarnado por Anthony Ramos-, y los prejuicios entre Kate, la responsable chica que viene de Nueva York, y el más temerario Tyler Owens, antigua estrella del rodeo y autoproclamado domador de tornados, que disfruta colgando sus hazañas en las redes sociales o vendiendo camisetas con su imagen, también se van disipando conforme ambos comiencen a colaborar estrechamente en la investigación de estas grandes tormentas. En torno a ellos gira una galería de personajes secundarios no menos arquetípica, pero que, al menos, resultan lo suficientemente simpáticos para que el público se preocupe por lo que pueda sucederles.

    Twisters se abre con un prólogo brutal, que muestra a una universitaria Kate tratando de dar caza a un tornado, en compañía de su novio y de sus mejores amigos, con resultados tan devastadoramente dramáticos que terminan con la chica traumatizada y refugiada en las oficinas de Nueva York, años después, trabajando con las tormentas desde la distancia. Chung sabe dosificar muy bien las set pieces de acción, todas brillantemente ejecutadas, gracias, sobre todo, a unos efectos visuales magníficos. Secuencias como las de la repentina tormenta durante el rodeo, que culmina en el interior de una piscina sin agua, o el clímax final en una sala de cine en la que se proyecta Frankenstein, están a la altura de los mejores momentos del Twister de Jan de Bont. Otro atractivo del filme reside en los marcados ambientes que retrata, los de esa América profunda, con sus cowboys, su icónica música country (un acierto la banda sonora, que le otorga una personalidad muy definida) y esas enormes granjas que podrían quedar devastadas, en un abrir y cerrar de ojos, por culpa de los caprichos de la meteorología de determinadas zonas del país. En este sentido, la vulnerabilidad que sufren miles de habitantes que lo pierden todo, mientras que los políticos miran hacia otro lado y los bancos son los mayores beneficiados de tantas pérdidas humanas y materiales, también queda bien reflejada en un guion de Mark L. Smith que se preocupa de filtrar algo de crítica social en medio de sus dinámicas persecuciones de los coches a los tornados y las obligadas pulsiones románticas entre Kate y Tyler, contribuyendo a dar una mayor dimensión dramática a la realidad que denuncia. Por todo ello, Twisters supone una mayúscula sorpresa dentro de la cartelera estival, ya que se revela como una apuesta por una manera de hacer cine espectáculo inequívocamente clásica, utilizando los efectos especiales de hoy, al servicio de una historia en la que sus actores también tienen la oportunidad de brillar, sin tener que desaparecer entre tanto ruido y destrucción. Se echaba de menos un blockbuster así, refrescante, honesto y con alma, esa que suele faltar en las mastodónticas catástrofes de Roland Emmerich, sin ir más lejos, tan sintomáticas de unos tiempos en los que el exceso de CGI parece más importante que una buena historia o unos personajes atractivos. ♦


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